El acusado de robar la dinamita del 11-M relata la falta de control de los explosivos en la mina Conchita
Otro acusado se?ala que le contaron que “unos moros” intentaron visitar la explotaci¨®n asturiana pero se perdieron
El tribunal de la Audiencia Nacional que juzga los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid ha escuchado esta ma?ana la declaraci¨®n de Ra¨²l Gonz¨¢lez Pel¨¢ez, apodado El Rulo, que trabajaba en la mina asturiana Conchita y para el que la Fiscal¨ªa solicita ocho a?os de c¨¢rcel por suministro de sustancias explosivas y asociaci¨®n il¨ªcita, al considerar que rob¨® dinamita de la instalaci¨®n minera para suministr¨¢rsela a cambio de coca¨ªna a Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras, que a su vez presuntamente se la vendi¨® a los autores del ataque. El Rulo ha ilustrado la falta de control que reinaba en la mina en 2003 (y que se subsan¨®, seg¨²n dice, tras la matanza), y ha negado las acusaciones que pesan sobre ¨¦l.
El Rulo, compa?ero de Trashorras en la mina, ha explicado que la llave del almac¨¦n donde se guardaban los detonadores se dejaba “encima de una piedra” o en un ¨¢rbol en medio del monte; la dinamita se la encontraba cada ma?ana “en la boca de la mina”, y nunca se volv¨ªa a guardar en el polvor¨ªn lo que sobrara de los trabajos del d¨ªa. Se dejaba “detr¨¢s de un madero” para la jornada siguiente. Su declaraci¨®n iba ilustrada por las fotograf¨ªas de la instalaci¨®n, en las que se pod¨ªan ver bolsas con cartuchos de dinamita desperdigadas por las galer¨ªas, detr¨¢s de cartones o de tubos de ventilaci¨®n.
El acusado ha explicado que los polvorines de la mina Conchita, en la que trabaj¨® de marzo de 2002 a diciembre de 2003, eran cajas de hierro con capacidad para cinco bolsas con cinco kilos de explosivos cada una, que no siempre estaban cerradas con llave. En cualquier caso, esas llaves se las daba a ¨¦l el vigilante de la instalaci¨®n a las siete de la ma?ana, y durante todo el d¨ªa pasaban “de mano en mano” entre los empleados. La empresa les descontaba de la n¨®mina la dinamita que usaban en las voladuras, seg¨²n ha dicho.
Al final del d¨ªa, dejaban las llaves “donde la ropa de los vigilantes”. “Otras veces la guardaban, pero tampoco iba fij¨¢ndome”, ha a?adido. En la mina hab¨ªa dos perros de caza, que por la noche estaban atados. El Rulo s¨®lo ha contestado a las preguntas de su abogado. Seg¨²n ha dicho, “desde que sucedi¨® esta desgracia”, en alusi¨®n al atentado, “empezamos a tener m¨¢s control, m¨¢s cuidado y baj¨¢bamos lo que sobraba a los minipolvorines”. Pero ha dejado claro: “[La mina] casi siempre estaba abierta”, y “cualquiera pod¨ªa acceder” a ella porque la barrera de entrada “se sub¨ªa y se bajaba con la mano” y a partir de las tres de la tarde del viernes se cerraba s¨®lo “si al ¨²ltimo camionero le daba por cerrarla”.
”Unos moros” en la mina
A continuaci¨®n ha declarado Iv¨¢n Granados Pe?a, sobre el que pesa la misma petici¨®n de condena que sobre El Rulo, y que ha se?alado que el 23 de enero de 2004 Trashorras le pidi¨® que se encargara de transportar explosivos para ¨¦l. Supuestamente el minero le dijo que “no le iba a pasar nada”, pero a¨²n as¨ª Granados se neg¨®, seg¨²n ha contado esta ma?ana. Granados ha querido dejar claro que ¨¦l no fue quien llev¨® la dinamita del 11-M a Madrid, y ha apuntado que se le est¨¢ confundiendo con otro acusado, Antonio Iv¨¢n Reis Palicio.
La Fiscal¨ªa cree que Granados, al que se apoda El Pira?a, acompa?¨® en una ocasi¨®n a Trashorras a la mina Conchita para que vigilase mientras ¨¦l robaba los explosivos. El Pira?a, que s¨®lo ha contestado a su abogado, ha dicho ser vecino y compa?ero de farra de Trashorras. Seg¨²n ha dicho, ¨¦ste le coment¨® que, dado que ¨¦l se negaba a hacerlo, le propondr¨ªa la tarea a Gabriel Montoya, apodado El Gitanillo y por entonces menor de edad. A partir de entonces, seg¨²n Granados, Trashorras dej¨® de hablarle y “le apart¨® de su lado”.
D¨ªas m¨¢s tarde, Montoya le cont¨® que Trashorras le hab¨ªa hecho el encargo a cambio de 1.200 euros y que ¨¦l hab¨ªa aceptado. Seg¨²n le cont¨® el menor, “unos moros” hab¨ªan ido a visitar la mina una noche, pero se perdieron y no llegaron a la explotaci¨®n.
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