Discurso ¨ªntegro de la intervenci¨®n de Mariano Rajoy

Se?or presidente, se?oras y se?ores diputados, ayer otros siete espa?oles fueron asesinados en un atentado terrorista en Yemen. En apenas diez d¨ªas, trece compatriotas -y digo compatriotas porque los tres soldados colombianos asesinados en L¨ªbano llevaban la bandera de nuestra patria- han muerto en atentados perpetrados por terroristas yihadistas. Los ¨²nicos culpables de estos terribles atentados son los terroristas. No son aceptables ni las excusas ni las justificaciones en aras de un entendimiento fan¨¢tico de la religi¨®n. Nos odian no por lo que hacemos, sino por lo que somos, y es el momento de decir que no vamos a dejar de ser lo que somos. No vamos a renunciar a nuestra condici¨®n de ciudadanos, ni Espa?a va a dejar de ser un pa¨ªs comprometido con la defensa de la libertad. Hoy es el momento del duelo, de transmitir a las familias nuestro apoyo y nuestra solidaridad, de acompa?arles en su dolor, pero tambi¨¦n es el momento de decir a los asesinos que ni vamos a claudicar ni vamos a admitir la intimidaci¨®n. (Aplausos.)

Se?or¨ªas, cuando alg¨²n asunto se adue?a de la actualidad y secuestra el inter¨¦s general se hace muy dif¨ªcil prestar atenci¨®n a los dem¨¢s sucesos de la vida p¨²blica. Todo parece quedar inevitablemente postergado, como cubierto por la extensa sombra del gran acontecimiento. Algo as¨ª nos ocurre en este debate, que coincide en el tiempo con el fracaso del intento m¨¢s importante del se?or Rodr¨ªguez Zapatero. Su aspiraci¨®n preferente, el principal soporte de su estrategia se le ha ca¨ªdo. Ahora estamos caminando sobre los escombros, pero eso no es nada comparado con lo que el derrumbe ha dejado al descubierto. Al lado de esta cat¨¢strofe principal, que el se?or Rodr¨ªguez Zapatero ha intentado ocultar pudorosamente en un discurso huidizo, el resto de la gesti¨®n sin duda pierde importancia, pero hemos de abordarlo, porque todo en mayor o menor grado contribuye a que, a mi modo de ver, el estado de la pol¨ªtica del Gobierno se pueda resumir en una sola palabra: lamentable; y luego lo explicar¨¦. (Rumores.)

Se?or¨ªas, estoy seguro de que a todos nos encantar¨ªa vivir en ese id¨ªlico pa¨ªs que ha descrito el se?or Rodr¨ªguez Zapatero en su mitin electoral de esta ma?ana. (Aplausos.) Nos encantar¨ªa disfrutar de un Gobierno tan ben¨¦fico como el que ¨¦l ha dibujado. Nunca he visto a nadie hablar mejor de s¨ª mismo. (Risas.- Aplausos.) Desgraciadamente ni la Espa?a real ni el Gobierno real responden a lo que se nos ha contado y de eso vamos a hablar, de la Espa?a real.

Voy a comenzar con una consideraci¨®n general. El se?or Rodr¨ªguez Zapatero -ya es la tercera vez que se lo digo- no sabe qu¨¦ hacer con el Gobierno; no lo sabe. Por lo visto piensa que gobernar es cualquier cosa que haga quien ocupa el Gobierno y no es as¨ª. No basta estar en el Gobierno para gobernar, como no basta tener los ojos abiertos para estar despierto. (Risas.) No ha gastado ni un solo minuto de estos tres a?os en pararse a dise?ar un plan de gobierno; algo que le permita explicar qu¨¦ es lo que se propone en vez de caminar seg¨²n sople el viento o la moda; algo que d¨¦ coherencia a lo que hace en sus ministerios, en lugar de estar cada uno a lo que se le ocurra; algo que contemple una perspectiva algo m¨¢s larga que el ir tirando como sea; algo, en fin, que tome en serio las necesidades de los espa?oles en la pr¨®xima d¨¦cada y comience a proveer las medidas indispensables. ?D¨®nde est¨¢ ese plan? ?D¨®nde est¨¢ ese programa? No existe. Es sabido que el se?or Rodr¨ªguez Zapatero carece de rumbo fijo. Su objetivo se ha reducido a navegar y las ¨²nicas medidas que ha tomado son aquellas que pensaba que le ayudar¨ªan a seguir navegando. As¨ª es como un a?o tras otro a?o no hemos llegado a ning¨²n sitio. Estamos ya a punto de malversar una legislatura completa dej¨¢ndonos llevar haciendo gestos para la galer¨ªa y, eso s¨ª, echando la culpa al a oposici¨®n. ?Hab¨ªa algo m¨¢s importante que hacer? Seguramente, se?or¨ªas. Por ejemplo, gobernar, rellenar el vac¨ªo de esta gesti¨®n. ?En qu¨¦ direcci¨®n? En la que nos imponen los nuevos desaf¨ªos que llaman a la puerta de Espa?a. ?Acaso somos los ¨²nicos a los que no nos afecta la globalizaci¨®n? ?Acaso no necesitamos mejorar nuestra capacidad de competir? Lo necesita nuestra econom¨ªa, nuestras empresas, nuestra mano de obra, nuestros estudiantes, nuestra imagen. El mero hecho de no pasar inadvertidos en un mundo globalizado ya exige un gran esfuerzo. Este es nuestro desaf¨ªo m¨¢s importante y lo es para todo el mundo, pero los dem¨¢s ya se han dado cuenta y se preparan. La globalizaci¨®n ser¨¢ lo que queramos: una oportunidad o un quebradero de cabeza. Ser¨¢ una oportunidad si somos capaces de movernos, de reformar nuestras estructuras productivas, de adaptar nuestro marco legal a las nuevas necesidades y de corregir nuestro modelo educativo. Ser¨¢ una pesadilla si seguimos sesteando, cultivando el adem¨¢n, derribando lo que funciona bien y creando problemas artificiales. Est¨¢ muy bonito, se?or¨ªas, exportar Alianza de Civilizaciones, pero es m¨¢s importante exportar solvencia pol¨ªtica, seguridad jur¨ªdica, confianza econ¨®mica, una educaci¨®n competitiva, capacitaci¨®n tecnol¨®gica e infraestructuras. Este es el rumbo, estas son las reformas que hay que abordar cuanto antes. Las mismas que ha puesto en marcha la se?ora Merkel en Alemania y que prepara el se?or Sarkozy en Francia. Nosotros tendr¨ªamos que estar haciendo lo mismo. Necesitamos m¨¢s competencia, m¨¢s productividad, m¨¢s flexibilidad, mejor educaci¨®n, mejor imagen exterior y m¨¢s confianza econom¨ªa y no dar cifras falsas, eso no lo necesitamos. Hace falta todo esto y m¨¢s si no queremos que Espa?a pierda puesto en este mundo de la globalizaci¨®n. Esto es lo que este Gobierno debiera haber hecho y ha dejado sin hacer. No lo ha hecho. Este es el primer balance la gesti¨®n: un vac¨ªo, un par¨¦ntesis, una dejaci¨®n. Espa?a padece tres a?os de siesta gubernamental y usted no acaba de entender esas prisas que se toman los dem¨¢s pa¨ªses para cosas -entre comillas- sin importancia.

Entre lo que ha hecho, ?de qu¨¦ presume especialmente? De la marcha de la econom¨ªa, lo hemos o¨ªdo esta ma?ana. Voy a decirle una cosa. Tiene raz¨®n en parte de lo que dice, pero tendr¨ªa m¨¢s raz¨®n si lo dijera todo, porque hay cosas que van bien, pero otras van mal. Algunos aspectos de la econom¨ªa espa?ola van bien, estamos creciendo por encima del 3,5 por ciento, eso es verdad, pero no se debe a que usted gobierne, del mismo modo que no amanece porque el gallo cante; aunque el gallo no cante, la noche se va y, aunque ese asiento hubiera estado vac¨ªo, la econom¨ªa espa?ola ir¨ªa exactamente igual, porque el papel de usted ha sido el de un gran ausente. (Aplausos.- Risas.)

Ya s¨¦ que pedirle concreciones es una pretensi¨®n frustrante, pero vamos a intentarlo. ?Puede indicarme cu¨¢les son las decisiones econ¨®micas de su Gobierno a las que podamos atribuir la bonanza? No puede. ?Por qu¨¦? Porque no ha tomado ninguna, ni para bien ni para mal. ?Cu¨¢l ha sido su principal virtud como gobernante? No estropear la econom¨ªa, y ah¨ª le aplaudo. Pod¨ªa haber arrasado todo lo que se encontr¨®, como hizo con el cap¨ªtulo del agua, con el de la educaci¨®n, con el del consenso constitucional o con el del terrorismo, tabla rasa con todo, pero no, tuvo el acierto de dejar las cosas de la econom¨ªa como estaban. No s¨¦ si es m¨¦rito suyo o del se?or Solbes, pero eso le ha salvado, eso y que a usted no le han precedido los socialistas (Aplausos.). Usted no encontr¨® un pa¨ªs arruinado, no ha tenido que apretar el cintur¨®n a los espa?oles para que pudi¨¦ramos entrar en el euro a la primera, ni ha descubierto un agujero sin fondo en la Seguridad Social, ni ha tenido que corregir una tasa de paro insoportable, ni ha tenido que regenerar el cr¨¦dito de un pa¨ªs al que las finanzas internacionales hab¨ªan marcado en rojo. Se lo ha encontrado todo hecho. Lo menos que se le pod¨ªa pedir era que diera pedales a la bicicleta, pero no ha dado ni una pedalada. (Aplausos.) ?Es que no hab¨ªa nada que hacer? Naturalmente que s¨ª, la inercia no dura siempre, las cosas cambian y hay que adaptarse. Usted no quiere hablar de ello, pero tenemos problemas muy serios. La econom¨ªa pierde capacidad para competir en el exterior, la mayor¨ªa de los espa?oles poder adquisitivo y nuestras empresas cuota de mercado. Somos la octava potencia econ¨®mica del mundo, pero en educaci¨®n, innovaci¨®n, libertad y creaci¨®n de empresas estamos alrededor del puesto 30. Espa?a tiene un d¨¦ficit exterior descomunal y graves problemas de productividad y competitividad. ?Y qu¨¦ ocurre con el reparto? La parte que corresponde a los salarios en la renta nacional ha ca¨ªdo dos puntos en los dos ¨²ltimos a?os, la m¨¢s baja desde que existen series estad¨ªsticas, la m¨¢s baja de la Uni¨®n Europea, muy sorprendente cuando gobierna una persona que presume -¨¦l- de rojo y socialista. (Aplausos.) La tarta estaba mejor repartida cuando estaban otros.

Por eso no es de extra?ar que entre el panorama rosado que usted describ¨ªa esta ma?ana y lo que perciben los ciudadanos haya una distancia sideral, tanta que vale la pena preguntarse por qu¨¦. De acuerdo al ¨²ltimo bar¨®metro del CIS, el del pasado mes de mayo, hay un 27 por ciento de espa?oles que consideran que las cosas econ¨®micas van bien o muy bien en Espa?a. Como elemento de comparaci¨®n le dir¨¦ que en abril de 2004, al llegar ustedes al Gobierno, seg¨²n ese mismo bar¨®metro, hab¨ªa un 44 por ciento de espa?oles que pensaban que las cosas en econom¨ªa iban bien o muy bien. Es decir, durante esos tres a?os que a usted le parecen maravillosos la proporci¨®n de ciudadanos que ven las cosas de la econom¨ªa con ojos positivos se ha reducido a la mitad. (Aplausos.) ?Por qu¨¦ pasa esto? Porque si es verdad que llevamos creciendo econ¨®micamente m¨¢s que nuestros principales socios a lo largo de estos a?os, tambi¨¦n es cierto que crecemos demogr¨¢ficamente mucho m¨¢s que ellos por el fen¨®meno de la inmigraci¨®n masiva, o lo que es lo mismo, que en renta per c¨¢pita los avances son muy d¨¦biles o nulos, y de hecho la convergencia real -que es lo que nos debe importar- con los pa¨ªses m¨¢s avanzados de Europa se ha estancado.

Se?or presidente, los salarios reales no crecen, al contrario de lo que sucede en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos y el incremento de los tipos de inter¨¦s pesa sobre un buen n¨²mero de familias fuertemente endeudadas, lo que puede comprometer su capacidad de atender al pago de los cr¨¦ditos -b¨¢sicamente hipotecas- que tienen contra¨ªdos o, en todo caso, afectar a su capacidad de consumo, lo que a su vez puede tener consecuencias sobre el empleo. Por tanto, las cifras macroecon¨®micas est¨¢n muy bien, pero hay un peor reparto de la riqueza, se ha estancado la convergencia real y los preparativos para el futuro est¨¢n por estrenar. No es para estar orgulloso, se?or Rodr¨ªguez Zapatero. Y menos a¨²n porque a lo que no ha hecho se suma lo que no debi¨® hacer. Sabe perfectamente a qu¨¦ me refiero: a ese vicio incurable de meter la mano donde no se debe. Hablo de la opa, del acoso a empresarios, de la escasa fiabilidad de los organismos reguladores, de las oscuras maniobras de su Oficina Econ¨®mica y de las perniciosas consecuencias que todo esto acarrea para la imagen de nuestro pa¨ªs, para la confianza de nuestra econom¨ªa, para la inversi¨®n extranjera. Pocas veces la prensa internacional nos ha tratado tan mal. Este es un da?o objetivo, pero como usted ni lo reconoce, ni se arrepiente, no lo puede corregir. No es para estar orgulloso. Eso es lo m¨¢s importante de su gesti¨®n, se?or¨ªa. El resto sigue la misma senda.

Me gustar¨ªa recorrer, uno por uno, todo este abanico de ministros que ocupan el banco azul, pero el tiempo no me lo permite y, quiz¨¢, no merece la pena porque tendr¨ªa que repetir casi las mismas palabras del pasado a?o. La misma falta de criterio que antes he se?alado, esa incapacidad de establecer las tareas prioritarias de gobierno, se traduce, como es natural, en las actividades de los ministerios. No se han preocupado de lo principal, y unos cuantos de ellos han frenado la marcha, cuando no han metido varas en las ruedas para detener el carro.

?Cu¨¢les han sido los avances en la energ¨ªa, en el agua, en las infraestructuras, en las emisiones de CO2? Y en lo puramente dom¨¦stico, en el d¨ªa a d¨ªa, ?a d¨®nde se han dirigido sus desvelos? ?Ha llevado usted agua a donde hace falta? ?Ha facilitado el acceso a la vivienda? (Varios se?ores diputados: S¨ª.) ?Ha detenido la avalancha de inmigrantes? (Varios se?ores diputados: S¨ª.- No.) ?Ha mejorado la seguridad ciudadana? (Varios se?ores diputados: S¨ª.- No.) La respuesta es la contraria de la que dicen ustedes. (Varios se?ores diputados: S¨ª.- Rumores.) La respuesta es la contraria de la que dicen ustedes. Es no. (Aplausos.- Rumores.) Se repiten los mismos asuntos.

El se?or PRESIDENTE: Silencio, por favor.

El se?or RAJOY BREY: Se?or¨ªas, la educaci¨®n sigue siendo manifiestamente mejorable. Rid¨ªcula ha dicho el gobernador del Banco de Espa?a, se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, en esta C¨¢mara al recordar que es el punto esencial para que crezca la productividad. Pues bien, del a?o pasado a este lo ¨²nico que parece importar a S.S. es que a ning¨²n ni?o le falte el catecismo del buen socialista. (Rumores.- Aplausos.) El m¨¦rito, el esfuerzo, la excelencia, la autoridad de los profesores o la calidad de la educaci¨®n, obviamente, no son sus objetivos.

Se?or¨ªa, el a?o pasado entraron en Espa?a 640 inmigrantes, Eurostat, m¨¢s que en Francia, Italia, Gran Breta?a y Alemania juntas y, si dejamos a un lado el efecto estad¨ªstico, producido por el ingreso de Ruman¨ªa y Bulgaria en la Uni¨®n superamos con mucho el mill¨®n de inmigrantes en situaci¨®n irregular. Sigue el efecto llamada, datos del Ministerio del Interior. Sigue el drama humano, sobran las ocurrencias y hace falta una pol¨ªtica que aborde con eficacia los problemas y aproveche las oportunidades.

La vivienda sigue subiendo, se?or presidente. El 39 por ciento desde que usted est¨¢ en el Gobierno. (Rumores.)

El se?or PRESIDENTE: Disculpe, se?or Rajoy, Ruego, por favor, silencio. Contin¨²e.

El se?or RAJOY BREY: Muchas gracias, se?or presidente.

Ya s¨¦ que es duro o¨ªr seg¨²n qu¨¦ cosas, (Risas.- Rumores.) pero as¨ª es un r¨¦gimen parlamentario. (Aplausos.)

La vivienda se ha convertido en la segunda preocupaci¨®n de los espa?oles y ese es su balance. De la energ¨ªa lo m¨¢s destacable es la subida del precio de la luz, aunque la ¨²ltima la ha evitado la oposici¨®n (Rumores.) Y de la seguridad me remito a los datos que ha facilitado el ministro del Interior en esta C¨¢mara hace unas fechas. El a?o 2006 bati¨® el r¨¦cord de infracciones penales en la moderna historia de Espa?a.

Las infraestructuras, se?or presidente, de las que usted tanto blasona, ya las conocemos porque son las que nosotros dejamos en marcha un proyecto, aunque es verdad que hay muchas que han sido paralizadas y todas retrasadas. (Aplausos.) Del agua su gesti¨®n es conocida, ha roto con lo anterior, ha sido incapaz de plantear una pol¨ªtica nueva y no ha resuelto nada. Por cierto, bienvenido a la pol¨ªtica de familia. Gracias por asumir, aunque sea parcialmente, la propuesta que figura en nuestro programa electoral, 3.000 euros por hijo, se?or presidente del Gobierno, 3.000 euros. (Aplausos.)

Se?or¨ªas, la pol¨ªtica exterior de la que usted habl¨® poco, se?or presidente, se mire por donde se mire, es un bochorno. No s¨¦ si merece la pena decirlo, pero el m¨¦rito en pol¨ªtica internacional no consiste en ser pintoresco, consiste en ser previsible. El tiempo me impide profundizar. De la pol¨ªtica europea ya hablamos la semana pasada. Hoy solo quiero recordarle que su obligaci¨®n es defender la libertad, apoyar a los disidentes cubanos y no humillarlos, y no ser complaciente con quien cierra las televisiones que le molestan, como ha sucedido en Venezuela. (Aplausos.) A prop¨®sito, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, hablando de pol¨ªtica exterior y de defensa, ?qu¨¦ sentido tiene que meta usted la cabeza debajo del ala y se niegue a reconocer que nuestras tropas en el extranjero, ya sea bajo la bandera de la OTAN o de la ONU, van a imponer coactivamente el cese de la violencia? Es decir, que van a un escenario b¨¦lico, usted lo sabe y eso es claro para todo el mundo. Donde no existe un clima de guerra no hace falta tropas de interposici¨®n. El caso del L¨ªbano es una guerra y el de Afganist¨¢n, tambi¨¦n, y la decisi¨®n es suya, con el apoyo de esta C¨¢mara, pero es suya. Por cierto, es hora de que usted d¨¦ la cara, que la d¨¦. Han pasado diez d¨ªas de la muerte de seis soldados espa?oles en el L¨ªbano y a¨²n no se ha dirigido a los espa?oles, no ha explicado los riesgos que corren nuestros soldados y no ha hecho referencia alguna a las medidas para mejorar su seguridad. Ha despachado este asunto obligado por una pregunta m¨ªa en esta C¨¢mara, le ha dedicado dos minutos y medio y no ha hecho ni ha dado ninguna respuesta. Y hoy, una l¨ªnea, se?or presidente del Gobierno, le ha dedicado al tema del L¨ªbano, una l¨ªnea, y ya son demasiadas las veces en las que se usted se esconde. (Aplausos.) Se?or Rodr¨ªguez Zapatero, siempre que hay una dificultad, Espa?a est¨¢ sin presidente del Gobierno. Siempre. (Aplausos.)

En resumen, es obvio que estamos ante una gesti¨®n manifiestamente mejorable. No ha hecho nada de lo que debiera haber hecho. Nos ha tra¨ªdo una gesti¨®n gris en el d¨ªa a d¨ªa y, para compensar o para disimular, pone todo su orgullo en las llamadas leyes sobre derechos sociales. ?Est¨¢n mal? No, si hablamos en general, as¨ª de claro se lo digo. ?Son importantes? Tienen su importancia, pero no son lo m¨¢s importante y de ninguna manera sirven para compensar las carencias de su gesti¨®n. Su principal defecto es que no pasan de los buenos deseos, que no resuelven el problema, que provocan efectos secundarios indeseables y que se pueden utilizar para distraer la atenci¨®n de otras carencias, que es como las utiliza usted. Por ejemplo, la Ley de violencia dom¨¦stica que ustedes llaman de g¨¦nero. No le voy a culpar de nada, pero s¨ª le voy a reprochar la petulancia de pretender que el problema se resolv¨ªa con un adem¨¢n o con un telediario. Le reprocho que se conforme con el gesto, con la propaganda y con las apariencias. (Aplausos.-La se?ora vicepresidenta primera del Gobierno Ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno (Fern¨¢ndez de la Vega Sanz) hace signos negativos) S¨ª, se?ora vicepresidenta. (Aplausos.) Esta ley tuvo un apoyo un¨¢nime en esta C¨¢mara, pero ha fracasado en su desarrollo y en su puesta en pr¨¢ctica, que es la tarea que corresponde al Gobierno de Espa?a. (Aplausos.) Ya advert¨ª en su momento que este grav¨ªsimo problema no se arregla solo con leyes, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, pero ustedes se empe?aron, por propaganda, en presentarla como un b¨¢lsamo que todo lo cura.

Este es uno de tantos gestos que adopta usted para dar la impresi¨®n de que hace algo y de que resuelve los problemas de un plumazo, pero sin ning¨²n resultado pr¨¢ctico.

Dejemos esto ya, se?or¨ªas, porque el tiempo corre. Resumir¨¦ mis impresiones en dos palabras. No se ha conocido en todo el per¨ªodo de la Espa?a democr¨¢tica una gesti¨®n tan pobre, tan alicorta, tan carente de perspectiva como la de estos tres a?os. Pero no me refer¨ªa a esto cuando hablaba de una pol¨ªtica lamentable. Malo es que el pa¨ªs se estanque porque el Gobierno es incompetente; esto puede pasar en cualquier parte. Malo es que el Gobierno se muestre ufano con una gesti¨®n tan triste como la que hemos conocido; suele pasar en muchas partes. Lo que no ocurre en ninguna parte es que se fomente deliberadamente la divisi¨®n de los ciudadanos, causando con ello un grave da?o a la convivencia. (Varios se?ores diputados: Muy bien.-Aplausos.) Su primer error grave, por el da?o que ha causado y ya veremos el que causa -hoy, una l¨ªnea, se?or presidente-, lo simboliza eso que llaman Ley de Memoria Hist¨®rica que, con el pretexto de satisfacer deudas de justicia pendientes, no tiene m¨¢s efecto pr¨¢ctico que sembrar ciza?a entre los espa?oles. Ya sabemos, se?or¨ªa, que a usted no le gusta c¨®mo se hizo la transici¨®n. Una de las razones por las que no le gusta es que, a su parecer, quedaron cuentas pendientes. Es una pena, se?or¨ªas, que no se pudiera contar en 1978 con su asesoramiento (Risas.), pero los que hicieron la transici¨®n y los espa?oles que la apoyamos con nuestros votos, adoptamos como principio fundamental la convivencia en paz. (Aplausos.) No ten¨ªamos ninguna preocupaci¨®n mayor que esa. Entre 1836 y 1936, los espa?oles hemos conocido tres guerras civiles; tres, se?or¨ªa. Un pa¨ªs que ha conocido tres guerras civiles en un siglo, es razonable que, cuando sale de la dictadura que sigui¨® a la ¨²ltima guerra, se preocupe por la convivencia en paz; es muy razonable. Por eso, los espa?oles decidimos por aclamaci¨®n aceptar todo aquello que pudiera servir para construir un futuro de entendimiento y rechazar con la misma energ¨ªa todo lo que pudiera dividirnos. Esto, se?or¨ªa, no tiene nada que ver con el olvido. No necesit¨¢bamos que viniera usted para recuperar la memoria. No tiene nada que ver con el olvido; tiene que ver con la voluntad. No hubi¨¦ramos necesitado forjar aquel prop¨®sito, si careci¨¦ramos de memoria. Lo hicimos porque conserv¨¢bamos la memoria; lo hicimos porque nuestra memoria no nos gustaba y lo hicimos porque rechaz¨¢bamos que nuestra memoria fuera el carburante de un nuevo rencor. (Varios se?ores diputados: Muy bien.-Aplausos.) Se?or presidente, los espa?oles que fueron capaces de alcanzar esa alt¨ªsima cota de nobleza, los espa?oles que decidieron mirar al frente y ordenar la casa que deb¨ªan habitar sus hijos, no se merecen que se banalice la historia o que pretenda nadie, a estas alturas y a esta distancia, erigirse en tribunal y determinar caprichosamente, insensatamente, qui¨¦nes son buenos y qui¨¦nes son malos; (Varios se?ores diputados: Muy bien.-Aplausos.) no se lo merecen, se?or presidente del Gobierno. He tomado como ejemplo la Ley de Memoria Hist¨®rica, pero bien se entiende que, desde la rotura de los consensos hasta los cordones sanitarios, han sido innumerables los gestos dise?ados para fomentar la discordia entre los espa?oles. Ha deteriorado usted el clima de convivencia, en lugar de convocar a todos los espa?oles a un proyecto unitario, com¨²n y de futuro.

Se?or presidente, el segundo de sus errores graves, por el da?o que ha causado, ha sido su gesti¨®n en el Estatuto de Catalu?a. F¨ªjese bien, digo su gesti¨®n. No voy a hablar -que ya lo he hecho muchas veces- del Estatuto, sino de su gesti¨®n. Lo cito ¨²nicamente porque con ¨¦l comienza la historia en la que el se?or Rodr¨ªguez Zapatero decidi¨® reinventar la estructura del Estado, quebrar los consensos, discutir la naci¨®n, repartir la soberan¨ªa y retorcer la Constituci¨®n. As¨ª fue, se?or Rodr¨ªguez Zapatero. Decidi¨® por su cuenta replantear el modelo territorial sin molestarse en hacer -si es que es de caj¨®n- un diagn¨®stico previo, sin analizar lo que permit¨ªan o no los l¨ªmites de la Constituci¨®n y dejando fuera al Partido Popular. Como ha dicho muy bien un pol¨ªtico de su partido que se sienta en esta C¨¢mara, por primera vez en la historia democr¨¢tica espa?ola se ha acometido un cambio en la estructura del Estado sin apoyo intelectual y sin el consenso del principal partido de la oposici¨®n. (Aplausos.)

No voy a entrar en la necesidad de proceder o no a su reforma, si era o no una prioridad para los ciudadanos; es conocida mi opini¨®n. Pero no ha podido usted hacer las cosas peor. Esc¨²cheme bien, ha jugado con todo y con todos. Ha enga?ado a unos y a otros. Ha defraudado a la mayor¨ªa, ha generado una enorme inestabilidad pol¨ªtica y ha provocado una grave crisis institucional. Sin duda, ha dejado usted huella, se?or presidente. (Rumores.) Pero con todo, lo m¨¢s grave es que usted ha sido incapaz de calibrar las consecuencias de sus actos, de esa obra sin gui¨®n. No solo ha quebrado el consenso y retorcido la Constituci¨®n, sino que ha desatado un sin n¨²mero de problemas artificiales en el terreno financiero, comercial, laboral y educativo; m¨¢s incertidumbre, m¨¢s desconfianza y m¨¢s ineficacia. Usted puede decir que hemos ganado con esto problemas innecesarios, complicaciones gratuitas, energ¨ªas perdidas y dejar abandonado lo importante. En suma, ha jugueteado con la estructura del Estado como un ni?o con un mecano. Se ha cre¨ªdo que esto de Espa?a, del Estado de la naci¨®n y la soberan¨ªa son piezas discutibles y prescindibles. Esto, si lo juzgamos intelectualmente, no alcanza ni siquiera la categor¨ªa de ocurrencia y si hacemos un juicio moral, es una temeridad t¨ªpica de quien act¨²a sin considerar las consecuencias de sus actos. En t¨¦rminos pol¨ªticos, es el peor fallo que se le puede imputar a un dirigente, la imprudencia, se?or presidente. (Aplausos.) Si a ello le sumamos su af¨¢n por pactar y, en consecuencia primar a fuerzas pol¨ªticas abiertamente contrarias a la Constituci¨®n como ha ocurrido recientemente en Baleares y hay otros precedentes con el ¨²nico objetivo de que no gobierne el Partido Popular, la imprudencia adquiere la condici¨®n de imprudencia temeraria. (Rumores.)

Se?or¨ªas, ahora no queda m¨¢s remedio que hablar, aunque sea brevemente, de lo que ha sido la pieza fundamental de su gesti¨®n. No me refiero a la lucha contra el terrorismo, de la que me ocupar¨¦ m¨¢s tarde, sino a los apa?os que se ha tra¨ªdo usted con los terroristas. (Varios se?ores diputados: Oh, oh.) S¨ª, s¨ª, ocupan tanto espacio en su agenda personal, hacen tanto bulto en su gesti¨®n y determinan tanto su futuro personal que no podemos eludirlos si hemos de entender lo que ocurre en Espa?a. Como soy poco amigo de los equ¨ªvocos -y este es un terreno que usted ha dejado muy resbaladizo, plagado de ambig¨¹edades y malentendidos- voy a procurar ser preciso y di¨¢fano. Es sabido, porque lo he repetido muchas veces, que cualquiera contar¨¢ siempre con mi apoyo, incluido su Gobierno, para derrotar el terrorismo. (Rumores.) Mi posici¨®n no ha cambiado nunca y, ni siquiera la conducta desleal del se?or presidente, ha conseguido que mi posici¨®n cambie. Pero esto no significa que me olvide de que estamos caminando sobre los escombros de su mayor fracaso, de que no ha querido, se?or presidente, darnos la explicaci¨®n que todos los espa?oles se merecen y de que tiene una grave responsabilidad pol¨ªtica pendiente. No pretendo hacer le?a del ¨¢rbol ca¨ªdo, se?or¨ªas. (Varios se?ores diputados: No, no.) Pero tampoco voy a correr una cortina que nos oculte la realidad nacional. He ofrecido apoyo, no impunidad ni mucho menos complicidad. Si alguien provoca un incendio en mi vecindario le ayudar¨¦ a apagarlo porque es mi obligaci¨®n pero no renunciar¨¦ a exigir responsabilidades al incendiario. (Varios se?ores diputados: Muy bien.-Aplausos.) El tercero de sus errores, por el da?o que ha causado y ya veremos el que causa, ha sido su lamentable actuaci¨®n en eso que, utilizando la terminolog¨ªa de los terroristas, llama usted proceso de paz. Se?or¨ªa, no le reprocho -y usted lo sabe- que cuando existen razones para suponer que ETA puede cambiar de actitud se explore esa posibilidad; eso es sensato y cuesta poco trabajo. Eso es lo que nos dijo usted que iba a hacer cuando ETA anunci¨® su tregua. Se nos dijo que exist¨ªa una posibilidad para la paz, que est¨¢bamos ante una oportunidad hist¨®rica porque ETA se hab¨ªa cansado, que deb¨ªa intentarse y que no se iba a pagar precio pol¨ªtico alguno. Lo cierto es que no hab¨ªa ninguna posibilidad y se sab¨ªa. No necesitaba usted explorar nada porque de sobra conoc¨ªa el terreno. Desde el primer d¨ªa que hablaron con ETA sab¨ªan que no pensaba rendirse y usted lo acept¨®.

Sab¨ªa que ETA reclamaba la Alternativa KAS completa y usted dijo que se pod¨ªa hablar. Sab¨ªa que ETA no pensaba dejar las armas ni disolverse sin conseguir sus objetivos pol¨ªticos y usted lo acept¨®. Se?or presidente, nos minti¨®. No era usted quien exploraba ETA, era ETA quien estaba explorando hasta d¨®nde pod¨ªa llegar usted. No diga que cumpli¨® con su deber al intentarlo y que es ETA quien se equivoca, no nos cuente que lo hizo de buena fe. ?D¨®nde est¨¢ la buena fe? A la vista de los hechos y de lo que hemos podido conocer, resulta evidente lo siguiente. Usted pact¨® con ETA-Batasuna que volver¨ªan a los ayuntamientos, pero que hab¨ªa que vestirlo para que no se notara. ?Es eso buena fe? Usted pact¨® con ETA-Batasuna incluir en su declaraci¨®n en el Congreso de los Diputados en el a?o 2006 la expresi¨®n el derecho a decidir de los vascos. ?Es eso buena fe? Usted pact¨® con ETA-Batasuna la excarcelaci¨®n de De Juana Chaos, llam¨¢ndolo gesto humanitario para que no se notara. ?Es eso buena fe? Usted pact¨® con ETA-Batasuna la comedia de pedir permiso al Parlamento en 2005 para hablar con ETA cuando ya llevaba tiempo haci¨¦ndolo, se?or presidente. ?D¨®nde est¨¢ la buena fe? (Aplausos.) No le han enga?ado, se?or presidente, no se han equivocado. Se ha equivocado usted, que lleva tres a?os tratando de enga?ar a todo el mundo. Cada d¨ªa que pasa nos hemos sentido m¨¢s avergonzados viendo c¨®mo se dejaba manipular por los terroristas. Ha paseado nuestra verg¨¹enza por toda Europa. Primero, porque nos humill¨® en el Parlamento Europeo y luego porque en este proceso han intervenido mediadores, han participado testigos internacionales y se ha levantado acta de todas las claudicaciones. Se empecin¨®, incluso despu¨¦s del atentado de Barajas, en seguir transitando por un sendero que sab¨ªa que no ten¨ªa salida, pero no le importaba. Lo ¨²nico que pretend¨ªa era prolongar su estancia en el sendero, en el proceso. Desde luego, usted no nos puede convencer, ni a esta C¨¢mara ni a los espa?oles, de que se acab¨® esta historia y de que a partir de ahora vamos a hacer las cosas como se hac¨ªan cuando se hac¨ªan bien. Tampoco se atreve a decir qu¨¦ va a hacer con Navarra, que no es una comunidad como las otras. Ah¨ª est¨¢ en juego algo m¨¢s que una simple disputa por el poder. Se enfrentan dos formas de entender Espa?a y es usted quien decide. M¨¢s a¨²n, est¨¢ en juego si podr¨¢ usted o no volver a las andadas. Tiene dos posibilidades: Pactar con unos para que ETA vea que usted deja abierta la puerta a futuras negociaciones o pactar con UPN para que los terroristas sepan que usted rechaza cualquier posibilidad de entendimiento. (Aplausos.) Lo vamos a ver enseguida. Se?or presidente, comprender¨¢ que despu¨¦s de lo ocurrido es natural que se le contemple con recelo. Ha mentido hasta unos extremos in¨¦ditos, ha quebrado algo tan irreparable como la confianza. Revise qu¨¦ dec¨ªan sus libros de la universidad sobre lo que se debe hacer cuando un gobernante traiciona la confianza de los gobernados. (Rumores.) Luego volveremos sobre esto. Ahora vamos a hablar de la lucha contra el terrorismo.

No s¨¦ lo que estar¨¢ usted en ese puesto. Sea lo que fuere y, aunque no tengo ninguna confianza en usted, a m¨ª no tiene que reclamarme apoyos para luchar contra ETA. La cr¨ªtica de sus errores no merma mi apoyo en el presente. Tranquil¨ªcese. Frente a ETA, yo siempre dir¨¦ que toda la culpa es de ETA. (Rumores.) Ahora bien, mi ayuda es para derrotar a ETA. Vamos a luchar contra ETA. ?Contra qu¨¦ ETA? Desgraciadamente (Rumores.), no contra la ETA de hace tres a?os, que no ten¨ªa?

El se?or PRESIDENTE: Disc¨²lpeme, se?or Rajoy. Por favor, quien est¨¢ en el uso de la palabra? (Rumores.) Por favor, les ruego que mantengan la calma y me dirijo? (Contin¨²an los rumores.) ?Por favor! Me dirijo a todo el hemiciclo. (Rumores y protestas.)

No se dan cuenta de que esto no interesa a nadie. Las condiciones del debate exigen que quien est¨¢ en el uso de la palabra se le respete. (Rumores y protestas.) As¨ª pues, ruego que de todas las partes del hemiciclo se respete el uso de la palabra, de todas partes del hemiciclo.

Contin¨²e, se?or Rajoy. Lamento mucho la interrupci¨®n.

El se?or RAJOY BREY: Gracias, se?or presidente.

No vamos a luchar contra la ETA que no ten¨ªa ni horizonte ni esperanza; vamos a luchar contra una ETA crecida, envalentonada, reconstruida por su culpa, que se sienta en los ayuntamientos, que se ha paseado por Estrasburgo y que ha fortalecido su esperanza de vernos un d¨ªa con la rodilla en tierra, gracias a usted. ?Se puede recuperar el terreno perdido? Sin duda, pero mejor hubiera sido no perderlo. Yo lamento que las cosas sean as¨ª, pero eso no modifica mi actitud.

Dice usted que la lucha antiterrorista no debe ser objeto de pol¨¦mica entre partidos, y tiene toda la raz¨®n. Reclama usted el apoyo de los partidos en esta tarea, y me parece muy bien. Pero hablemos claro, se?or presidente. Si est¨¢ usted dispuesto a reconstruir el consenso en esta materia, tendr¨¢ que ser sin ambig¨¹edades y sin jugar con las palabras. Crear un consenso significa alcanzar un acuerdo en los objetivos y en los procedimientos. Si hemos de hablar claro y dejar los trucos sem¨¢nticos para que exista consenso real, es preciso que del mismo formen parte el Partido Popular y el Partido Socialista. Donde no participan, no est¨¢ representada la mayor¨ªa de los espa?oles, que es lo ¨²nico que permite tomar decisiones en nombre de todos. ?Para qu¨¦ queremos el consenso? Para derrotar a ETA, se?or presidente. No juguemos con las palabras. Eso que llaman paz, si no significa la desaparici¨®n de ETA, no s¨¦ qu¨¦ es. El objetivo es que desaparezca ETA, voluntariamente o a la fuerza, no que se calme, no que suspenda su actividad, no que se busque un final dialogado de la violencia. Basta ya de juegos de palabras con los objetivos. ETA, como todas las formas de delincuencia armada, no admite otro trato que la derrota.

Cesen los equ¨ªvocos. Esa deseable unidad de los dem¨®cratas que tanto inquieta a ETA ha de ser para acorralar y derrotar a ETA. Si no es para eso, la unidad de los dem¨®cratas le trae a ETA sin cuidado. No le inquieta. Al contrario, ETA aplaudir¨¢ con calor, como hasta ahora, cualquier unidad que no pretenda derrotarla. Buscamos, pues, la unidad para derrotar a ETA. Procl¨¢melo con toda dignidad, porque as¨ª quedar¨¢ claro que la unidad no es una mordaza, ni la capa que oculta errores del pasado, ni la excusa para eludir responsabilidades, ni un cheque en blanco, ni una triqui?uela m¨¢s para volver a las andadas, ni cualquier otra variedad de enga?o o de cortina de humo. ?Con qu¨¦ procedimientos, se?or Rodr¨ªguez Zapatero? Con todos los que permite el Estado de derecho, los que estaban en uso hasta el a?o 2004. No tenemos m¨¢s l¨ªmite que el respeto a la ley. Ese es el consenso real, n¨ªtido y eficaz; abierto a todos los que comparten sus fines y procedimientos, abierto de manera especial a las v¨ªctimas, porque necesitamos la fortaleza de su raz¨®n y la legitimidad moral de su dolor. (Aplausos.)

Es hora de terminar, se?or¨ªas. Como dec¨ªa Ortega, el verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores. Seg¨²n esto, podr¨ªa ser usted riqu¨ªsimo, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, pero no lo es. (Rumores.) ?Sabe por qu¨¦? Porque los errores son muy rentables si se reconocen y se aprende de ellos. Usted, por el contrario, ni los reconoce ni se enmienda. Termina su tiempo, y lo ha desperdiciado. Si comparamos sus resultados con los de los presidentes que le han precedido, el balance es tan pobre que casi da verg¨¹enza criticarlo. Su gobierno representa un par¨¦ntesis, una triste pausa en la evoluci¨®n de la Espa?a democr¨¢tica. No ha acertado en nada de lo importante y ha logrado que en su gesti¨®n sobresalga lo negativo. Se le recordar¨¢ por esto: por la discordia que ha sembrado, por los desajustes en la estructura del Estado y, sobre todo, por enga?ar a todo el mundo, por explotar la buena fe de los espa?oles con el gran fraude de la falsa oportunidad para la paz. Las ilusiones que pudo despertar se han ido apagando a su alrededor. Un gobernante puede perder la confianza de los ciudadanos si comete un error grave, puede perderla igualmente si retuerce la ley, puede perderla, en fin, por mentir.