Discurso de Aznar en la presentaci¨®n de 'Espa?a en primer plano. Ocho a?os de pol¨ªtica exterior'
Veo muchas caras conocidas hoy aqu¨ª. Muchas gracias a todos por vuestra presencia.
Y gracias a todos los que no he nombrado y que hab¨¦is encontrado tiempo para acompa?arnos esta tarde en la presentaci¨®n de este libro de nuestro buen amigo, Alejandro Mu?oz-Alonso. Y muchas gracias, sobre todo, al autor.
Me alegro mucho de que nos veamos hoy todos aqu¨ª porque la tarea que relata Espa?a en primer plano, el nuevo libro de Alejandro, fue un trabajo que impulsamos entre todos. Una labor que ten¨ªa como objetivo primordial mejorar Espa?a cuando el Partido Popular obtuvo de los ciudadanos la confianza para dirigir el Gobierno de la naci¨®n.
Una tarea de la que, sinceramente, estoy profundamente orgulloso porque creo que tuvo ¨¦xito. Un ¨¦xito que no fue del Gobierno, ni del Partido Popular, sino de toda la sociedad espa?ola.
Como Gobierno de la naci¨®n, quisimos contribuir a hacer de Espa?a una de las mejores democracias del mundo. Esto es lo que cuenta el libro.
Y creo que logramos que Espa?a pasara al primer plano de la escena internacional. Que Espa?a contara, que Espa?a fuera una referencia importante en el plano internacional, una voz escuchada y respetada por las principales democracias del mundo.
Creo que logramos que Espa?a fuera escuchada y respetada por nuestros socios y aliados. Conseguimos que Espa?a fuera considerada un aliado leal, un pa¨ªs amigo del que uno se pod¨ªa fiar.
Logramos asimismo que Espa?a fuera tomada en serio por los que ni son socios ni son aliados; y tambi¨¦n por los que no respetan ni la democracia ni las reglas del derecho internacional.
He pasado muy buenos ratos leyendo Espa?a en primer plano. Puedo recomendarlo porque es un buen libro, s¨®lido y bien documentado. Me ha acompa?ado en varios trayectos de mis muchos viajes. Me ha tra¨ªdo a la memoria muchos detalles que ya casi ni recordaba.
Y me he reafirmado, aun m¨¢s si cabe, en la convicci¨®n de que Espa?a, esta gran Naci¨®n nuestra que es Espa?a, merece estar en el primer plano de la pol¨ªtica internacional.
Lo merece por nuestra Historia, por nuestro peso econ¨®mico, por nuestros intereses nacionales, por el dinamismo de la sociedad espa?ola. Lo exige tambi¨¦n nuestra situaci¨®n geogr¨¢fica.
Creo, adem¨¢s, que el regreso de Espa?a al primer plano de la escena internacional es la consecuencia l¨®gica del gran ¨¦xito hist¨®rico que ha sido la Transici¨®n a la democracia.
Pero, sobre todo, Espa?a merece y necesita estar en el primer plano de la pol¨ªtica internacional si quiere apostar por su futuro, por tener un gran futuro como pa¨ªs.
Los espa?oles hemos demostrado que somos una naci¨®n valiente, pujante, trabajadora, emprendedora y capaz. Somos la naci¨®n m¨¢s antigua de Europa, una de las grandes naciones europeas. Somos la patria que comparte su lengua com¨²n con cientos de millones de personas. Podemos enorgullecernos del legado de Cervantes, Vel¨¢zquez, Goya, Picasso, Dal¨ª? y de tantos otros. Somos la octava econom¨ªa del mundo, el segundo mayor inversor del mundo en Am¨¦rica Latina.
Esta gran naci¨®n que es Espa?a no puede jugar en segunda o tercera divisi¨®n. No merece quedar relegada a relaciones internacionales de "cumbres" menores, con interlocutores de segundo y de tercer rango, a los que, adem¨¢s, se presenta como los m¨¢ximos mandatarios imaginables.
Espa?a no merece quedar relegada de nuevo al rinc¨®n de los pa¨ªses que no cuentan, que no deciden, a los que nadie escucha. Espa?a no merece haber regresado de nuevo al club de los pa¨ªses irrelevantes, del que desgraciadamente hemos formado parte durante demasiado tiempo.
En la Transici¨®n, los espa?oles dijimos muy claro que quer¨ªamos que Espa?a fuera un pa¨ªs normal, decidimos ser una democracia homologada y homologable internacionalmente.
No quer¨ªamos ser diferentes. Quer¨ªamos ser como los dem¨¢s. Y, luego, como los mejores. Quer¨ªamos integrarnos, participar, y tener tambi¨¦n la aspiraci¨®n de decidir. Quer¨ªamos que la voz de los espa?oles se escuchara y contara lo mismo que la de los franceses, los brit¨¢nicos, los alemanes. Ni m¨¢s, ni menos. Porque ser espa?oles no pod¨ªa seguir siendo una excusa para mantener el micr¨®fono apagado y dejar que hablara el siguiente.
Decidimos apostar por ser lo que somos: europeos, iberoamericanos y atl¨¢nticos. En suma, por ser occidentales.
Queridos amigos, la Transici¨®n fue el triunfo del deseo de convivir en libertad frente a la tentaci¨®n del revanchismo, la radicalidad y la confrontaci¨®n.
No ocurri¨® por casualidad. Como dijo Juli¨¢n Mar¨ªas, "los espa?oles dejamos de preguntarnos qu¨¦ nos va a pasar y empezamos a preguntarnos qu¨¦ podemos hacer juntos".
Hoy, desgraciadamente, los espa?oles se preguntan de nuevo qu¨¦ nos va a pasar en vez de preguntarse qu¨¦ podemos hacer juntos.
Hoy, que vivimos tiempos de deslealtades, esa gran operaci¨®n de integraci¨®n con lealtad que fue la Transici¨®n cobra una especial relevancia y actualidad. Decidimos construir nuestro futuro sobre la base de la continuidad hist¨®rica de la naci¨®n espa?ola, y hacerlo con la decisi¨®n leal de que eso no deb¨ªa ser cuestionado por nadie.
Sin esa continuidad hist¨®rica, sin la pervivencia de nuestra naci¨®n, no habr¨¢ un futuro de libertad, estabilidad y prosperidad para los espa?oles.
No ser¨ªa leal con mi conciencia si no expusiera mi m¨¢xima preocupaci¨®n por los acontecimientos que hoy se est¨¢n viviendo en Espa?a. Si no expusiera mi preocupaci¨®n por la amenaza secesionista, por la quiebra del Estado, por la fragmentaci¨®n del sentido nacional. En definitiva, porque estamos viviendo una gran crisis nacional.
Queridos amigos, desde el comienzo de la Transici¨®n, tuvimos la inmensa suerte de que la Corona, s¨ªmbolo de la unidad de la naci¨®n, se pusiera al frente de este gran proyecto de cambio para que Espa?a recuperara la libertad y un lugar preeminente en el mundo.
Hoy vemos c¨®mo se ataca interesadamente a la Monarqu¨ªa de todos y c¨®mo, en otro alarde de frivolidad, se inhiben quienes tienen el deber constitucional de defenderla.
Hoy vemos c¨®mo los quieren acabar con Espa?a han decidido acabar primero con todos sus s¨ªmbolos. Y vemos c¨®mo quienes deb¨ªan defenderlos, porque es su primera obligaci¨®n, ofrecen di¨¢logo y comprensi¨®n a secesionistas de toda ¨ªndole y condici¨®n.
En estos d¨ªas, sobran los motivos para agradecer a su Majestad el Rey la tarea realizada durante estos a?os en pro de la convivencia en libertad de los espa?oles y de la proyecci¨®n de Espa?a en el mundo.
Y sobran tambi¨¦n motivos para desear, y para confiar en ello, que la Corona pueda seguir desempe?ando en el futuro el mejor papel de garante de estabilidad, progreso y convivencia de la sociedad espa?ola. Estos a?os de ¨¦xito compartido demuestran, sin atisbo de duda, que a Espa?a le conviene la Monarqu¨ªa Constitucional.
Queridos amigos, cuando los espa?oles nos confiaron la responsabilidad de gobernar Espa?a, lo primero que hicimos fue marcarnos un gran objetivo nacional: que Espa?a se incorporara desde el primer momento a la moneda ¨²nica europea, al euro. Lo logramos entre todos, con el esfuerzo de todos los espa?oles.
Cre¨ªamos que Espa?a lo pod¨ªa lograr y que los espa?oles merec¨ªan jugar en la primera divisi¨®n europea. Aunque algunos pretendan ahora contarnos otra historia, la econom¨ªa espa?ola no cumpl¨ªa, en 1996, ninguna de las condiciones necesarias para ingresar en el euro.
Adaptar las maltrechas cuentas p¨²blicas que nos encontramos para cumplir las condiciones de ingreso en la moneda ¨²nica europea fue lo primero que tuvimos que hacer.
Nos dejaron una econom¨ªa que no cumpl¨ªa ninguno de los requisitos de Maastricht: el d¨¦ficit p¨²blico era del 6,7% del PIB; la deuda p¨²blica, del 64% del PIB; los tipos de inter¨¦s, del 15%. Dejaron facturas sin pagar en los cajones de los ministerios por importe de casi un 1% del PIB.
Dejaron algo m¨¢s, esos que presumen de ser tan sociales: pusieron en grav¨ªsima amenaza las pensiones de nuestros mayores. El sistema de pensiones estaba en situaci¨®n de suspensi¨®n de pagos en 1996, hasta el punto de que tuvimos que pedir un pr¨¦stamo a la banca privada para poder pagar la pensi¨®n de diciembre.
Recuerdo que la tasa de desempleo era del 23%. La tasa de paro de los j¨®venes, del 50%; la tasa de paro femenina, del 35%.
La catadura moral de los mismos que nos dejaron esa dram¨¢tica situaci¨®n econ¨®mica es la que les permite hoy hablar de "despensas".
Ellos recibieron una econom¨ªa creciendo por encima del 3%, con super¨¢vit presupuestario, con mucha menos deuda p¨²blica, con cinco millones de empleos m¨¢s, con una inflaci¨®n del 2%, con tipos de inter¨¦s del 2%, con super¨¢vit en la Seguridad Social y con una hucha de las pensiones llena de euros. Les dejamos una buena despensa.
Ellos, en algunos ministerios, no es que dejaran la despensa vac¨ªa. Es que se llevaron hasta la despensa.
Esto los espa?oles lo saben.
Saben, porque lo demostramos, que hay otra forma de hacer las cosas.
Saben que es posible crecer y reducir el d¨¦ficit y la deuda p¨²blica.
Saben que es posible bajar los impuestos.
Comprobaron que es posible privatizar empresas, liberalizar la econom¨ªa, eliminar monopolios y fomentar la competencia, y que as¨ª mejora la calidad de los servicios a la vez que se pueden reducir las tarifas y los precios.
Nosotros demostramos que la mejor pol¨ªtica social es la creaci¨®n de empleo, y que confiar en la responsabilidad de las personas da mejores resultados que la demagogia.
Y gracias a esta pol¨ªtica seria y respetable Espa?a recuper¨® el cr¨¦dito en Europa y en el mundo. Porque siempre hay que recordar que no hay mejor pol¨ªtica exterior que una buena pol¨ªtica nacional, y ¨¦sta es la que impulsa la confianza, la unidad, la fortaleza, la cohesi¨®n y el progreso real.
Nosotros demostramos que cuando se da confianza a los espa?oles, la sociedad espa?ola responde. Pero cuando no se cree en la naci¨®n espa?ola, y no se tiene una pol¨ªtica nacional, es imposible trazar una pol¨ªtica exterior que sea algo m¨¢s que la personificaci¨®n de la nada.
Queridos amigos, nuestra pol¨ªtica exterior arranc¨® con el gran objetivo de entrar en el euro. Y el euro es hoy el primer pilar que garantiza la fortaleza, la credibilidad, la confianza y la solvencia de la econom¨ªa espa?ola en Europa y en el mundo.
Entramos en el euro y dejamos de ser ese simp¨¢tico pa¨ªs sure?o que, en Europa, actuaba s¨®lo de figurante.
Un ministro socialista resum¨ªa, con innegable gracejo, que la pol¨ªtica exterior que ¨¦l dirig¨ªa consist¨ªa en "hablar los quintos". Despu¨¦s de o¨ªr las decisiones de los pa¨ªses grandes de la Uni¨®n, Espa?a adoptaba una posici¨®n equidistante y tibia.
Optaba por una pol¨ªtica acomodaticia que algunos hoy a?oran cuando ven a lo que hemos llegado. La actual, para sonrojo general, es una pol¨ªtica exterior cuyos ¨¦xitos pueden medirse cronometrando el tiempo de los saludos protocolarios. Es lo que ocurre cuando en vez de pensar en los intereses de Espa?a se ocupa el tiempo en revolver en los cajones de la Historia -o, m¨¢s bien, en los cajones de alg¨²n despacho- en un intento de justificar injurias y calumnias.
El resultado de todo eso es que en lugar de estar junto a las democracias m¨¢s antiguas del mundo se est¨¢ con los tiranos m¨¢s viejos del planeta y con los que aspiran a seguir su camino.
S¨¦ que una de las cosas que algunos me critican es que diera tanta importancia a la pol¨ªtica exterior. Se la di y se la doy porque creo en Espa?a, y porque est¨¢ demostrado que los mejores momentos de la Historia de Espa?a se han producido cuando nuestra naci¨®n se ha comportado como un pa¨ªs abierto, con s¨®lidos aliados, como un pa¨ªs en el que se pod¨ªa confiar. Y con nosotros en el Gobierno, en Espa?a se pod¨ªa confiar.
Esa apuesta de futuro, por ser una Espa?a previsible y fiable, arranc¨® en la Transici¨®n y se mantuvo en lo fundamental hasta 2004.
Cuando llegamos al Gobierno, la posici¨®n de Espa?a en el mundo no s¨®lo nos permit¨ªa estar, sino tambi¨¦n nos permit¨ªa tener la ambici¨®n de avanzar y de contribuir a las decisiones.
Respondimos a esa ambici¨®n para que Espa?a pasara de ser testigo a ser actor; para que Espa?a fuera una referencia de cambio econ¨®mico, para que Espa?a jugara en la primera divisi¨®n de Europa.
Todo eso exige asumir responsabilidades internacionales. Las asumimos y Espa?a se situ¨® en el mismo plano de decisi¨®n internacional que las principales democracias occidentales.
Y quiero decir que tengo una fundada convicci¨®n de que Espa?a recuperar¨¢ muy pronto ese rumbo de naci¨®n seria y fiable con la victoria del Partido Popular en las pr¨®ximas elecciones.
Nuestra apuesta fue muy clara.
Ten¨ªamos, y tenemos, una idea de Europa cuyo norte es la libertad. Y cre¨ªamos que Espa?a deb¨ªa defenderla con firmeza: en la econom¨ªa, en la garant¨ªa de seguridad y justicia, y en el papel de Europa en el mundo.
Cre¨ªamos y creemos en una Europa para la que el fortalecimiento del v¨ªnculo trasatl¨¢ntico ha sido, y sigue siendo, vital para nuestros intereses como pa¨ªs. El v¨ªnculo atl¨¢ntico es importante para toda Europa, pero para Espa?a lo es muy especialmente.
Queridos amigos, cuando llegamos al Gobierno decidimos sacudirnos de encima ese victimismo que oculta el miedo a la apertura econ¨®mica y a la competencia. Nosotros sabemos que son las econom¨ªas abiertas las que hacen a las sociedades pr¨®speras.
Decidimos tambi¨¦n superar ese europe¨ªsmo hueco de declaraciones ret¨®ricas que buscan en la bandera de Europa lo que no se es capaz de reivindicar en la bandera de Espa?a, en nuestra bandera. Que buscan esconder bajo la bandera de Europa una injustificada falta de confianza en nuestro pa¨ªs.
Creemos en la apertura econ¨®mica y en la competencia como motores de prosperidad y progreso real. Por eso fuimos promotores de la Agenda de Lisboa: para revitalizar la econom¨ªa europea y para intentar convertir a Europa en la econom¨ªa m¨¢s pr¨®spera del mundo.
Quer¨ªamos una Europa de ciudadanos que pudieran disfrutar de su libertad con seguridad. Quer¨ªamos que los terroristas y todos los que les amparan fueran se?alados y perseguidos, y dejaran de aprovecharse de las ventajas del espacio com¨²n europeo. Por eso impulsamos con toda determinaci¨®n en muchos consejos europeos la creaci¨®n de un verdadero espacio de Libertad, Seguridad y Justicia en Europa.
Porque creemos en la Europa de naciones democr¨¢ticas defendimos el derecho de los pa¨ªses del Centro y del Este de Europa, que durante tantos a?os soportaron la opresi¨®n del totalitarismo comunista, a unirse al club de democracias libres que es la Uni¨®n Europea. Y a garantizar la seguridad de todos en el seno de la OTAN.
Por eso apostamos por la reunificaci¨®n en libertad de Europa, uno de los acontecimientos de los que m¨¢s satisfecho me siento. Es de justicia decir que tuvimos que vencer reticencias de quienes ve¨ªan una amenaza para nuestro bienestar en lo que se ha demostrado que era una gran oportunidad de libertad y de progreso.
Queridos amigos, Europa protagoniz¨® innumerables espect¨¢culos bochornosos durante el siglo XX, y tambi¨¦n un pu?ado de memorables episodios ¨¦picos. Uno de los m¨¢s gratificantes entre estos ¨²ltimos fue el derribo del Muro de la Verg¨¹enza.
Aquella victoria de la libertad frente a la tiran¨ªa, del coraje frente a la opresi¨®n, de la democracia frente al comunismo nos obliga a todos, como europeos, como espa?oles y, sobre todo, como dem¨®cratas a estar muy alerta para plantar cara desde el primer momento a los enemigos de la libertad.
Esa determinaci¨®n a favor de la libertad nos anim¨®, nada m¨¢s llegar al Gobierno, a integrarnos plenamente en la estructura militar de la Alianza Atl¨¢ntica. No dejaba de ser chocante que fu¨¦ramos miembros de una alianza de naturaleza militar sin participar en su estructura militar.
La OTAN, quiero decirlo muy claro, es una alianza de democracias conscientes de que la libertad exige constante vigilancia y voluntad de defenderla.
Queridos amigos, la Geograf¨ªa y la Historia cuentan. Espa?a no puede entenderse sin Am¨¦rica. Uno de los grandes logros de la pol¨ªtica exterior de la Transici¨®n fue hacer una apuesta decidida por Iberoam¨¦rica.
Con ese legado, nuestra tarea consisti¨® en defender para los pa¨ªses de Iberoam¨¦rica lo mismo que queremos para nosotros: un Estado de Derecho, una democracia liberal s¨®lida, naciones de ciudadanos libres e iguales, apertura econ¨®mica como motor de desarrollo, econom¨ªa de libre mercado, libertad de prensa, justicia independiente; en definitiva, instituciones s¨®lidas y cre¨ªbles.
Nuestra pol¨ªtica hacia Iberoam¨¦rica tuvo tres focos: asentar la libertad y la democracia en todas sus naciones; promover la apertura de la regi¨®n a la econom¨ªa global porque ¨¦se es el mejor m¨¦todo de crear prosperidad, bienestar y luchar contra la pobreza; e impulsar una comunidad de naciones que es una fuente de oportunidades inmensas.
Tambi¨¦n quisimos la libertad y la apertura para Cuba. El ejemplo m¨¢s anacr¨®nico del comunismo en el mundo pervive a¨²n hoy en Cuba; un pa¨ªs que a todos los espa?oles nos es especialmente querido.
Los cubanos desean y merecen vivir en libertad. Espero y deseo que ese anhelo de libertad pueda llevarse adelante, y ver muy pronto una Transici¨®n hacia la democracia en Cuba.
Los cubanos tienen el mismo derecho que nosotros a la democracia y a la libertad, tal como el formidable ejemplo de los disidentes nos muestra cada d¨ªa. Frente a ese ejemplo de coraje, es muy triste ver c¨®mo hoy el Gobierno de Espa?a simpatiza con los dictadores e ignora a los disidentes.
Cuando Cuba recupere muy pronto su libertad, que la recuperar¨¢, habr¨¢ algunos a los que los cubanos no les deber¨¢n nada.
Es un insulto a todos los que han luchado por la libertad que en el d¨ªa de la Fiesta Nacional espa?ola la embajada de Espa?a en Cuba no invite a los disidentes. Es un insulto que produce sonrojo. Cuba, estoy seguro, recuperar¨¢ muy pronto la libertad. Y entonces nada les deber¨¢ a algunos.
Queridos amigos, porque la Geograf¨ªa y la Historia cuentan quisimos hacer la pol¨ªtica m¨¢s responsable hacia el Magreb. Una pol¨ªtica basada en el respeto mutuo y en la reciprocidad.
Logramos mantener, pese a desencuentros que nadie puede negar, una relaci¨®n de cooperaci¨®n con nuestros vecinos del sur. Y ¨¦sa era la mejor pol¨ªtica para lograr la estabilidad y el progreso de la zona, bas¨¢ndonos en la legalidad internacional. Esta pol¨ªtica se hab¨ªa mantenido desde la Transici¨®n.
Hoy vemos que el cambio en la tradicional posici¨®n espa?ola sobre el Sahara est¨¢ alimentando la inestabilidad en la regi¨®n. Y vemos c¨®mo el mismo que se jact¨® de que iba a resolver en seis meses el problema del Sahara, no s¨®lo asiste a su fracaso sino que incumple con la responsabilidad hist¨®rica de Espa?a contra¨ªda con el pueblo saharaui.
Queridos amigos, debo reconocer que ni yo, ni los Gobiernos que tuve el honor de presidir, ni el partido pol¨ªtico del que soy un disciplinado militante, tuvimos nunca esa curiosa habilidad malabar que permite defender a la vez una cosa y la contraria.
Esa supuesta habilidad que permite, por ejemplo, oponerse primero -frontal y demag¨®gicamente- a la decisi¨®n del Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo para que Espa?a se integrara en la OTAN; pasar justo despu¨¦s a enarbolar la pancarta de "OTAN, de entrada, no"; defender luego que el mejor inter¨¦s de Espa?a era quedarse en la OTAN, pero quedarse con un pie fuera, y culminar el n¨²mero de equilibrista circense con uno de sus m¨¢s relevantes ex ministros ascendido a secretario general de la OTAN.
Por cierto, ¨¦se fue el secretario general de la OTAN que orden¨® el bombardeo de Belgrado. Cumpli¨® con la responsabilidad que le fue asignada, y su partido entonces, eludiendo en aquel momento la demagogia a la que nos tienen acostumbrados, le apoy¨®, incluyendo quien hoy ocupa otra secretar¨ªa general, la del partido que ambos comparten, que apoy¨® aquel bombardeo. Y eso que -por cierto- aquel fue un bombardeo realizado sin el mandato expl¨ªcito y previo de la ONU que -tambi¨¦n por cierto- poco despu¨¦s se reclamar¨ªa como imprescindible para cualquier intervenci¨®n internacional.
No. Nosotros no somos manipuladores de la pol¨ªtica. S¨®lo somos gente previsible, con principios s¨®lidos y convicciones. Defendimos, nada m¨¢s llegar al Gobierno, la plena integraci¨®n de Espa?a en la estructura militar de la OTAN; buscamos -y logramos- una estrecha relaci¨®n de amistad y cooperaci¨®n con los Estados Unidos, tanto durante el mandato de Bill Clinton como durante el mandato de George Bush.
Admito que una de mis convicciones m¨¢s firmes -avalada por los hechos, adem¨¢s- es que el terrorismo es hoy la principal amenaza a la libertad en el mundo.
Humildemente, pero con toda determinaci¨®n, pedimos ayuda y comprensi¨®n a nuestros socios y aliados para hacer frente a la lacra del terrorismo que sufrimos en Espa?a desde hace tantos a?os. Y con la misma humildad, y con la misma determinaci¨®n, aceptamos la responsabilidad de ayudar a nuestros socios y aliados cuando nos pidieron apoyo en la lucha contra el terrorismo global.
S¨¦ que hay otras formas de hacer pol¨ªtica.
Por ejemplo, se puede -para asombro general del mundo- decir que para luchar contra el terrorismo no hay nada tan eficaz como la igualdad de g¨¦nero. Y decir algo as¨ª justo antes de comparecer, nada menos, que ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde luego, el asombro general del mundo se logra.
Tambi¨¦n se puede, por ejemplo, ser un candidato a presidente del Gobierno que dijo solemnemente a principios de 2004 que si no se aprobaba antes del verano una resoluci¨®n de la ONU amparando la presencia de tropas en Irak, ¨¦l retirar¨ªa esas tropas.
Se puede, justo al ser elegido, olvidar esa condici¨®n auto impuesta para la retirada y, al comprobar que esa resoluci¨®n estaba a punto de ser aprobada, ordenar salir a nuestros soldados a toda velocidad, casi en huida, antes incluso de que los nuevos ministros juren sus cargos.
Se puede viajar luego a T¨²nez para recomendar hacer lo mismo a todos los aliados de un pa¨ªs amigo, y dejarle solo y vulnerable ante el terrorismo.
Y se puede, en un "no va m¨¢s" de la manipulaci¨®n pol¨ªtica, votar en junio, es decir, antes del verano, en el Consejo de Seguridad de la ONU, a favor de esa resoluci¨®n que no s¨®lo ampara la presencia de tropas para estabilizar Irak sino que, adem¨¢s, pide a todos los pa¨ªses el m¨¢ximo esfuerzo para ayudar a la democratizaci¨®n y a la seguridad de ese pa¨ªs. A todos los pa¨ªses menos al propio, faltar¨ªa m¨¢s.
El colof¨®n de juegos malabares tan sofisticados es que, despu¨¦s, las ¨²nicas referencias internacionales que pueden mostrarse son caducas dictaduras o dirigentes populistas con tics totalitarios.
Al final, son Espa?a y su prestigio quienes pagan los platos rotos.
El coste de demostrar que se es cualquier cosa menos previsible lo han sufrido todos los espa?oles. La proclamada vuelta al coraz¨®n de Europa, ya como miembros del euro, se ha traducido, entre otras cosas, en la p¨¦rdida de fondos estructurales para Espa?a.
Espa?a ha perdido 40.000 millones de euros, que se dice pronto. Quien negoci¨® los fondos europeos 2007-2013 perdi¨® el 90% de lo que nosotros conseguimos en Berl¨ªn. Se ha perdido el equivalente a toda la inversi¨®n en infraestructuras del Estado en toda Espa?a durante cuatro a?os. Un "brillant¨ªsimo resultado", sin duda, del que igual hasta se sienten "muy orgullosos". Lo "mejor" de todo, entre comillas, es que ese dinero no ha ido a parar a los pa¨ªses pobres de la Uni¨®n. No. Se lo han ahorrado los m¨¢s ricos.
Todo el mundo sabe que negociar en Europa es un ejercicio duro, que cuesta horas, que no es especialmente agradable. Pero merece la pena cuando se tienen claros los intereses nacionales. Pero cuando esto no ocurre, vemos c¨®mo se anulan cumbres con Alemania -nada menos que con Alemania- porque no se tiene de qu¨¦ hablar. O con Polonia? porque se est¨¢ muy cansado.
Queridos amigos, he de reconocer que nosotros no ofrecemos tanto espect¨¢culo. Somos previsibles. Defendemos valores como el trabajo duro, el esfuerzo, el m¨¦rito, la iniciativa, la capacidad y la responsabilidad individual.
Como pol¨ªticos, decimos lo que queremos hacer y, como tenemos palabra, cumplimos. Lo admito, con nosotros son dif¨ªciles las aventuras locas y muy f¨¢ciles las certezas.
Quer¨ªamos tener voz propia en Europa y la tuvimos.
Defend¨ªamos el atlantismo y fuimos consecuentes.
Est¨¢bamos comprometidos en la lucha contra el terrorismo y actuamos en consecuencia.
Quer¨ªamos abrir la econom¨ªa espa?ola al mundo, y Espa?a es ya (o a¨²n sigue siendo) la octava potencia econ¨®mica del mundo.
Ofrecimos nuestra ayuda a todos los pa¨ªses de Iberoam¨¦rica para convencer al mundo de que son parte de Occidente -que no deben ser tratados como algo ex¨®tico o exc¨¦ntrico- y lo cumplimos.
Queridos amigos, Alejandro Mu?oz-Alonso nos cuenta en su libro, con el detalle y la minuciosidad del profesor universitario que es, lo que hicimos y c¨®mo lo hicimos.
Ahora queda lo m¨¢s dif¨ªcil, y esto ya no lo cuenta Alejandro en su libro. Queda recomponer los platos rotos, recuperar la confianza de nuestros aliados, volver a ser ante el mundo un pa¨ªs del que uno se puede fiar.
Queda recuperar, tambi¨¦n en pol¨ªtica exterior, la senda que Espa?a tom¨® con la Transici¨®n y que se ha quebrado por la irresponsabilidad de los actuales gobernantes.
Los espa?oles saben para esa dif¨ªcil tarea de volver a poner a Espa?a en primer plano pueden contar con Mariano Rajoy y con el Partido Popular.
?sta es la condici¨®n necesaria y est¨¢ ya al alcance de la mano. Pero no ser¨¢ suficiente. Porque un pa¨ªs serio es el que mantiene una pol¨ªtica exterior coherente y sostenida en el tiempo. Y para eso se necesita un Partido Socialista que vuelva a creer en Espa?a y a defender sus intereses como la gran naci¨®n que es.
Defender esta gran naci¨®n que es Espa?a era, y es, nuestra ambici¨®n. Si nos quieren criticar, que nos critiquen. Aunque mejor ser¨ªa que lo hagan por otras cosas, y no por intentar convertir a Espa?a en una de las mejores democracias del mundo.
Muchas gracias.
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