Condenados a desaparecer
El Ayuntamiento de Murcia recurre para derribar la casa de los dos huertanos octogenarios.- Alega que ese tipo de viviendas "est¨¢n condenadas a desaparecer" y que retrasar el desalojo es malo para la salud de los octogenarios
El Ayuntamiento de Murcia ha recurrido el auto del juez que paralizaba de forma cautelar una gran avenida en medio de la huerta hasta que no realojara a dos ancianos en una casa de la huerta como la que ahora tienen, en lugar de mandarles a un piso. El juez hab¨ªa razonado que la salud de la pareja, Pedro y Violante, de 89 y 84 a?os, se ver¨ªa agravada por el traslado, pero el ayuntamiento afirma: "Esta parte comprende todos los problemas que supone a unas personas mayores salir de su entorno, pero llegado el momento toda dilaci¨®n en salir no hace m¨¢s que empeorar su situaci¨®n".
A la exigencia del juez de encontrar una casa similar en la zona para Pedro y Violante, el consistorio responde: "Entendemos que no puede adoptarse la medida provisional que se nos ha impuesto, ya que en realidad se nos est¨¢ condenando a buscar una casa en la zona, cosa dif¨ªcil puesto que es una zona de crecimiento de la ciudad, donde las viviendas de similares caracter¨ªsticas est¨¢n llamadas a desaparecer".
El escrito, de 12 folios y fechado el 19 de noviembre, incluye un informe de la jefa de expropiaci¨®n en el que insiste en la idea: "Resulta evidente que si en la zona o entorno de la expropiada est¨¢ previsto el gran desarrollo urban¨ªstico que el plan general de ordenaci¨®n urbana de Murcia marcado desde que se aprob¨®, no puede entender se que esa desarrollo sea compatible con el mantenimeinto de viviendas en la huerta de Murcia de similares condiciones o caracter¨ªsticas a la de los afectados y mucho menos en el entorno de la expropiada, ya que ser¨ªa un contrasentido".
El escrito del ayuntamiento apunta dos aspectos: que el auto del juez paraliza no s¨®lo una gran avenida de seis carriles que debe ser un nuevo eje de la ciudad, sino que afecta indirectamente al desarrollo de miles de viviendas y por otra parte deja claro que el consistorio no quiere este tipo de precedentes con los huertanos. La ciudad est¨¢ creciendo a diario a costa de la huerta y todos aceptan de buen grado un piso m¨¢s el aprovechamiento urban¨ªstico, el equivalente a lo que se construye en sus tierras y que los due?os venden a los promotores. Como las naranjas ya no son rentables, la mayor¨ªa acepta encantado y el que no quiere no pelea porque no ve otra opci¨®n.
El ayuntamiento tambi¨¦n razona que la pareja ya ha cobrado 163.034 euros. Con ese dinero, deber¨ªan pagar un alquiler durante los 18 meses en los que la empresa Vallehermosos tiene que construir el edificio para los expropiados por el plan parcial Zarandona 2. Con el resto del dinero podr¨ªan optar a un piso de protecci¨®n oficial. El edificio de los realojados ser¨ªa s¨®lo uno de los muchos de este nuevo gran crecimiento de la ciudad. El auto del juez paraliza el realojo temporal, el periodo de 18 meses hasta que est¨¦ construido el edifcio.
El asunto legal se ha vuelto muy complejo, en parte porque Pedro y Violante no alegaron contra el trazado de la avenida, que pasa sobre su casa y cuyas obras llegan ya hasta el huerto. Pero al ver las m¨¢quinas y las rayas marcadas que acaban al borde de su sal¨®n, Pedro, que no comprende todo el procedimiento, se rebela: "Yo no puedo estar en un piso. No puedo. yo me levanto, voy por el carril, limpio el huerto", y recurre a la memoria. Alrededor de 1973 fue operado en Barcelona de un angioma y no lo pas¨® bien: "Estuve en un ascensor pero como no sab¨ªa darle al bot¨®n, sub¨ªa y bajaba. No he vuelto a montar en uno".
El 14 de septiembre pasado, con el tr¨¢mite de expropiaci¨®n muy avanzado, su abogado, Eduardo Salazar, intent¨® una maniobra a la desesperada: pedir la paralizaci¨®n de la expropiaci¨®n por motivos de salud. Aportaron un informe psicol¨®gico que destaca que el d¨ªa que recibieron la notificaci¨®n comenzaron a padecer "una clara sintomatolog¨ªa ansioso-depresiva: pensamientos recurrentes e intrusos sobre la notificaci¨®n y sus consecuencias, falta de apetuto y alteraciones del sue?o, oscilaciones an¨ªmicas, se muestran asustadizos, sensaci¨®n de irrealidad..." Todo esto supuso "el agravamiento de la diabetes de Violante y la hipertensi¨®n de ambos". "Todas las dolencias f¨ªsicas han experimentado un agravamiento" y los dos ancianos sufr¨ªan "un estado casi constante de ansiedad". El m¨¦dico de cabecera ratific¨® el retroceso en la salud.
En un auto fechado el pasado 2 de noviembre y notificado el 13, el juez impidi¨® de forma cautelar el derribo "hasta tanto tenga lugar su realojo provisional en vivienda de similares condiciones en el entorno de la expropiada". El magistrado justificaba la medida en "paliar las graves consecuencias que para la salud" del matrimonio de ancianos "podr¨ªa conllevar su desalojo y no realojo en condiciones similares".
"Ellos no se oponen a perder su casa, pero por motivos de salud no puedes meter en un piso a una persona de 80 a?os que lleva toda su vida en la huerta. Con el dinero que le dan no hay forma de comprar una casa en la huerta similar", explica Salazar, el abogado de la pareja. Pedro construy¨® la casa en 1946. Para ello recuerda que le dio "500 pesetas al amo, Don Ricardo", el due?o de la tierra que todos ellos labraban.
Pedro toma la azada -"si esta azada hablara...- y concluye: "Si yo no quiero perras, a m¨ª qu¨¦ m¨¢s me da a mi edad. S¨®lo quiero una casica para vivir con mi mujer, mis conejos y mis gatos cerca de la parroquia de Mar¨ªa Auxiliadora. Si es un poco peor la casa que tengo me parece bien, pero que no me metan en un piso". El matrimonio duerme mejor desde que conoci¨® la decisi¨®n del juez, pero que a¨²n no las tienen todas consigo. Saben que el ladrillo siempre contraataca y que los indios acabaron en una reserva. As¨ª es la vida. Casi siempre.
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