Un tren conmemorativo del exilio viaja a la frontera francesa con 300 personas
La Generalitat erige un monumento en el cerro por el que huyeron miles de republicanos
Soplaba una c¨¢lida tramontana ayer por la ma?ana en el cerro de Belitres, donde ya se huelen los aromas mediterr¨¢neos de los matorrales que florecen. Hace setenta a?os, en cambio, en esa misma collada, que tiene unas vistas al mar espl¨¦ndidas y separa Francia de Espa?a, "hac¨ªa un fr¨ªo tremendo". Lo recuerda una mujer que entonces era una ni?a y subi¨® a pie hasta all¨ª. La guerra hab¨ªa terminado y ella segu¨ªa a sus padres, republicanos, hacia el exilio.
Este s¨¢bado esta mujer ha subido a ese mismo cerro en autocar desde la estaci¨®n de Portbou. Ven¨ªa de Barcelona, y ha llegado hasta la ¨²ltima poblaci¨®n espa?ola antes de llegar a la frontera en un tren que la Generalitat de Catalu?a ha fletado para recordar el setenta aniversario del exilio republicano. A las alrededor de dos decenas de testigos del exilio les han acompa?ado otros dos centenares de excursionistas. Y si en 1939 los que ascend¨ªan al cerro formaban una cola de pesarosos derrotados que hu¨ªan de las tropas franquistas, ahora volv¨ªan al lugar agasajados por autoridades como Joan Saura, consejero de Interior, el departamento del que depende el Memorial Democr¨¤tic, o los alcaldes de Portbou y la francesa y colindante Cerb¨¨re, adem¨¢s de diputados catalanes.
"La vivencia del exilio es tan variada como las personas que lo sufrieron", comentaba en el convoy una mujer que lo vivi¨®
La mayor¨ªa de estos testigos eran ni?os que hu¨ªan con sus padres cuando termin¨® la guerra. Es el caso de Amadeo Gracia, que cruz¨® la frontera con cuatro a?os y sin un pie. Lo hab¨ªa perdido durante un bombardeo franquista. Alguien inmortaliz¨® su escapada en una foto que se ha hecho c¨¦lebre por retratar las penurias del ¨¦xodo. EL PA?S rescat¨® su historia hace un lustro, y ahora Amadeo ha vuelto a la zona.
La mayor¨ªa de los testigos que ayer estaban en Belitres eran ni?os en 1939, pero tambi¨¦n hab¨ªa alguno que escapaba como un soldado derrotado. Otros viajeros del tren ya nacieron en Francia. "La vivencia del exilio es tan variada como las personas que lo sufrieron", comentaban en el convoy dos mujeres mayores que cruzaron la frontera en 1939.
La Generalitat calcula que m¨¢s de medio mill¨®n de personas lo hizo. Y el alcalde de Portbou ha asegurado que por Belitres pasaron 149.336 mujeres, hombres y ni?os. Para conmemorar lo que Saura ha calificado del "peor ¨¦xodo que ha sufrido Catalu?a", el Memorial Democr¨¢tico del Gobierno catal¨¢n ha erigido cuatro monolitos con fotos de la ¨¦poca, cerca de la carretera.
Acompa?aban a los viejos exiliados miembros de entidades como los Marxaires de Matar¨®-Canig¨®, una asociaci¨®n excursionista que ya recuper¨® la ruta del exilio por los Pirineos catalanes hace a?os, la Asociaci¨®n de Expresos Pol¨ªticos o el Amical de Mauthausen, que re¨²ne a espa?oles que estuvieron presos en ese campo de concentraci¨®n nazi.
Personas de todas la edades, muchas ataviadas con banderas catalanas y republicanas, han subido hasta ese l¨ªmite con Francia, donde la Generalitat ha erigido un monumento que recuerda los hechos del 1939 con im¨¢genes de la ¨¦poca. Saura ha subrayado la importancia que tiene recordar ese ¨¦xodo, cuando hay, ha dicho, 13 millones de desplazados en el globo: "Cuando atacan la democracia y las libertades en cualquier parte del mundo, nos atacan a nosotros", ha dicho. David, un chaval de 13 a?os que ha ido al lugar con su familia, confirmaba: "Me ilusiona poder recordar para evitar que cosas as¨ª vuelvan a pasar", dec¨ªa.
Hijo del exilio
Antoni Pou (Elne, 1943). Antoni Pou no vivi¨® el exilio. Naci¨® durante el destierro de sus padres. "Fui uno de los ¨²ltimos beb¨¦s que nacieron en la maternidad de Elna", asegura. Esta instituci¨®n fue clausurada por la Gestapo poco despu¨¦s de que ¨¦l naciera, en 1943. Fundada por una suiza que sirvi¨® como enfermera voluntaria durante la Guerra Civil, se calcula en este centro sanitario del sur de Francia m¨¢s de medio millar de mujeres exiliadas pudieron parir a sus hijos en unas condiciones aceptables, lejos de los campos de refugiados. "Cuando mis padres huyeron a Francia ya ten¨ªan un hijo y mi madre estaba embarazada de seis meses. Tuvo a mi hermano en condiciones muy dif¨ªciles". A ¨¦l ya lo pudo tener en Elna. Estuvo poco all¨ª, porque su madre se lo llev¨® de vuelta a su pueblo, Matar¨®, en 1944. Su padre, que hab¨ªa sido redactor del peri¨®dico catalanista La Publicidad, se neg¨® a retornar mientras viviese Franco. Tampoco lo hizo tras la muerte del dictador, y muri¨® en Francia en 1984. Audio: "Fui uno de los ¨²ltimos beb¨¦s que nacieron en la maternidad de Elna"
Hacia la frontera recordando a sus dos hermanos muertos
Benita Moreno Garc¨ªa (Madrid, 1925) "Ten¨ªa pena. He ido muchas veces a Francia, a actos en memoria del exilio, pero hace muchas a?os que estaba esperando un acto en Espa?a", dice Benita Moreno, de 84 a?os de edad. Va en el tren hacia Portbou, "muy satisfecha", y lleva en la memoria a dos hermanos suyos, muertos ya. Uno no sobrevivi¨® la Guerra Civil. El otro s¨ª, pero sufri¨® siempre los dolores que le caus¨® la metralla que llevaba en el cuerpo desde la conflagraci¨®n. No le quisieron aliviar las molestias en el Madrid de 1940 "por rojo", cuenta Benita, y tuvo que ser un cirujano del Hospital Cl¨ªnico de Barcelona el que trat¨® de curarle. Mientras todo eso ocurr¨ªa, Benita y sus otros ocho hermanos hu¨ªan de los bombardeos fascistas que padec¨ªa Madrid, hacia Barcelona. "Nos dieron una casa en Horta despu¨¦s de refugiarnos en el Estadio de Montju?ch", nos trataron muy bien", agradece. Pero tambi¨¦n acabaron llegando a esa ciudad los bombardeos, y entonces se exiliaron. Vivi¨® tres a?os en campos franceses de refugiados. Hoy, esta mujer que tiene siete nietos y un biznieto vuelve a residir en Horta. Audio: "Me quito una espina muy grande del coraz¨®n. Se lo dedico a mis dos hermanos"
El adolescente que busca su memoria
David Igual (Matar¨®, 1995). Descontando algunos ni?os, David es de los m¨¢s j¨®venes entre aquellos que han subido al cerro de Belitres para recordar el exilio de hace 70 a?os. La ¨²ltima abuela de este chaval, que tiene "casi 14 a?os", muri¨® con casi 90 a?os hace poco. Y David no lleg¨® a conocer a su abuelo materno. Ni de ellos ni de los otros dos sabe demasiadas cosas, aunque le suena que alguno "hizo la mili bajo el franquismo". El novio de su hermana mayor, sin embargo, le despierta a David el inter¨¦s por el pasado m¨¢s reciente. Le acompa?a a museos y exposiciones, le llev¨® hace poco de excursi¨®n por los escenarios de la batalla del Ebro, y se han acercado con toda la familia a Portbou, donde piensan pasar un par de d¨ªas visitando los escenarios del exilio. En la frontera sopla una c¨¢lida tramontana y ya se huelen los matorrales mediterr¨¢neos, y a David le parecen muy lejanas las fotos del exilio en el g¨¦lido invierno de 1939. "Pero est¨¢ cerca al fin y al cabo, sigue pasando en otros lugares del mundo y forma parte de la historia de nuestro pa¨ªs", opina. "Por eso quiero seguir conoci¨¦ndolo". Audio: "Es la historia de nuestro pa¨ªs"
La chiquilla vencida que gan¨® su ¨²ltima batalla
Josefina Piquet Ib¨¢?ez (Barcelona, 1934. "Iba hacia la frontera como una ni?a vencida y ahora vuelvo habiendo ganado la mayor batalla de mi vida: Romper el silencio", proclama Josefina Piquet en el tren que le lleva a Portbou. Sigue una ruta parecida a la que cubri¨® cuando ten¨ªa cinco a?os y marchaba con sus padres, de la CNT, a Francia "por culpa de una guerra que no era la suya", "sin saber lo que estaba pasando". Era ajena a las causas del conflicto, pero lo vivi¨® de cerca: Estaba entre las filas de republicanos que marchaban a la frontera que ametrallaron los aviones alemanes, oy¨® el silencio de esas colas de exiliados, que ella s¨®lo romp¨ªa cuando "ten¨ªa hambre, angustia o fr¨ªo" y sobrevivi¨® al derrumbe de una casa en Figueras a causa de un bombazo. "Los ni?os no entienden nada, pero tienen sentimiento de culpa", advierte. Un sentimiento que, explica, se le agudiz¨® en Francia, donde asegura que los republicanos "levantaban sospechas" incluso despu¨¦s de colaborar en la resistencia. Volvi¨® a Barcelona a?os m¨¢s tarde. Y sufri¨® claustrofobia e insomnio durante mucho tiempo. Hasta que se enfrent¨® a sus "traumas" y decidi¨® contar sus vivencias. Lo hizo en escuelas e institutos con la organizaci¨®n Dones del 36 hasta que ¨¦sta se disolvi¨® en 2006. "La de los ni?os exiliados es la ¨²ltima generaci¨®n que puede contar la guerra y sus consecuencias en primera persona", constata. Y se muestra tranquila, porque cree que su testimonio, tambi¨¦n tras su muerte, servir¨¢ para cambiar "la historia manipulada de los vencedores".
El m¨¢s viejo del lugar acab¨® sali¨¦ndose con la suya
Josep Prats (Barcelona, 1920). A los 12 a?os, Josep Prats ya sab¨ªa que quer¨ªa ser electricista. A los 18, hu¨ªa de su pa¨ªs, hundido, y derrotado tras luchar con el ej¨¦rcito republicano. Cerca de cumplir los 89, es el m¨¢s viejo en el acto en recuerdo al exilio del cerro de Belitres. Seguramente es tambi¨¦n el ¨²nico que decidi¨® huir, ya adulto, por iniciativa propia. En 1939 llevaba un a?o en las filas republicanas. Luch¨® en Balaguer, y dice que tuvo suerte de hacerlo all¨ª: "Los que fueron a la batalla del Ebro no lo pueden contar", se lamenta. Su guerra consisti¨® en una retirada constante hasta los Pirineos. Luego pas¨® a Francia, donde recuerda que a los exiliados les soltaban los perros cuando se acercaban a algunas casas a pedir sal. Volvi¨® a Barcelona poco despu¨¦s, cuando crey¨® que "los ¨¢nimos ya se hab¨ªan calmado algo" y a ¨¦l ya le consideraban "s¨®lo medio rojo". Entonces no ten¨ªa "ni oficio ni beneficio", recuerda. "Antes de la Guerra nos daban muy buena formaci¨®n en la Escuela Industrial, donde estuve tres a?os", rememora, pero a?ade que a los franquistas "no les interesaba que estudi¨¢semos". Sin embargo, se acab¨® saliendo con la suya: Se gan¨® la vida gracias a la empresa de electricistas que mont¨®. "Y ahora disfruto mientras pueda", remata. Audio: "Cuando m¨¢s aprend¨ª fue durante la Rep¨²blica".
Una ni?a que Neruda ayud¨® en la huida
Montserrat Julio Nonell (Barcelona, 1929). "He tenido mucha suerte en la vida", dice esta vieja actriz que acaba de cumplir 80 a?os. Estaba a punto de cumplir los 10 cuando cruz¨® la frontera con sus padres. "Yo no sufr¨ªa, era una ni?a", rememora, pero sus padres chocaron de lleno con una realidad del exilio que era m¨¢s dura de lo que hab¨ªan supuesto: Estos militantes del PSUC marcharon de su pueblo, Matar¨®, con varios amigos, un cami¨®n, un coche y un ba¨²l lleno. "Iban muy a lo gauche divine", opina Montserrat, que a?ade: "Al final, las cosas materiales valen muy poco en la huida". Narra que acabaron tir¨¢ndolo todo por un barranco para poder cruzar la frontera sin problemas. Estallaba la Guerra Mundial en Europa cuando Montserrat lleg¨® con su familia, en septiembre de 1939, a Santiago de Chile a bordo del Winnipeg, el barco que Pablo Neruda organiz¨® para socorrer al ¨¦xodo republicano. Antes, en Francia, esta chiquilla hab¨ªa perdido de vista a su padre durante varios meses, hab¨ªa vivido "el paisaje de juicio final" de los campos de refugiados y hab¨ªa acabado alojada en un castillo "precioso" cerca de Cognac "con un jard¨ªn enorme donde jugar", rememora. Tras esta infancia, narra que fue feliz en el Nuevo Mundo, se convirti¨® en actriz, y volvi¨® en la d¨¦cada de 1960 a Espa?a. Hoy reside en Madrid. Audio: "Embarcamos para Chile en el barco que flet¨® Pablo Neruda"
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