Honduras: bases para un acuerdo
El pasado 9 de julio dio inicio en Costa Rica, bajo el liderazgo del presidente Oscar Arias, un proceso de mediaci¨®n para encontrar una soluci¨®n pol¨ªtica a una crisis pol¨ªtica antes de que ¨¦sta se vaya de las manos, como pareci¨® ocurrir el pasado domingo 5 de julio.
La primera ronda de conversaciones entre las comisiones designadas por el depuesto gobernante, Manuel Zelaya, y su sucesor de facto, Roberto Micheletti, ha concluido el viernes 10 de julio con resultados modestos: la promesa de seguir dialogando, a nivel de las comisiones, pero sin que exista hasta ahora fecha, lugar y agenda. Zelaya y Micheletti estuvieron solo el primer d¨ªa. Ambos se reunieron bilateralmente con Arias pero no aceptaron hacerlo de manera tripartita. Por su parte, sus respectivas delegaciones mantuvieron a lo largo de los dos d¨ªas de negociaciones su intransigencia inicial. Del lado de Zelaya, insistiendo que en Honduras hubo un "golpe de estado" y que toda soluci¨®n debe pasar por la inmediata restituci¨®n del mismo al poder. Del lado de Micheletti, reafirmando que no hubo un golpe de estado sino una "sucesi¨®n constitucional", que nadie est¨¢ por encima de la ley y que el retorno de Zelaya no es negociable.
Despu¨¦s de esta primera ronda de reuniones, cada vez parece mas claro que la mediaci¨®n de Arias, para ser exitosa, depende en gran medida del nivel de presi¨®n que la comunidad internacional pueda seguir aplicando sobre el Gobierno de facto, pero sobre todo, la presi¨®n que la Administraci¨®n Obama est¨¦ dispuesta a ejercer sobre Micheletti. Mientras el Gobierno de facto y sus principales aliados (pol¨ªticos, empresarios y Fuerzas Armadas) no vean una acci¨®n en¨¦rgica y contundente de parte de la Casa Blanca (suspensi¨®n de visas, congelaci¨®n de dep¨®sitos, fuertes sanciones econ¨®micas, suspensi¨®n de toda colaboraci¨®n con las Fuerzas Armadas), no van a sentarse a negociar seriamente el regreso de Zelaya.
Dada la situaci¨®n actual de polarizaci¨®n e intransigencia ?sobre que bases se podr¨ªa llegar a un acuerdo que permita una soluci¨®n constitucional, pacifica y duradera a la actual crisis? Dicho acuerdo deber¨ªa girar en torno a los siguientes cinco puntos:
Primero: El presidente Zelaya debe ser restituido de inmediato. Este es el punto m¨¢s importante y por ende el m¨¢s controvertido. Sin embargo, cualquier arreglo que no incluya una restituci¨®n inmediata del presidente Zelaya al Gobierno, ir¨ªa en contra de las resoluciones de la OEA y de la Carta Democr¨¢tica Interamericana. Constituir¨ªa, al mismo tiempo, como claramente lo han expresado Obama, Lula e Insulza, entre muchos otros, un peligroso antecedente para las democracias del hemisferio americano.
Segundo: El presidente Zelaya debe garantizar que su regreso al Gobierno no vendr¨¢ acompa?ado de ning¨²n tipo de revancha. Debe, asimismo, comprometerse a no buscar modificar la Constituci¨®n y reiterar ?ya lo ha hecho de manera p¨²blica varias veces durante los ¨²ltimos d¨ªas? que no buscar¨¢ la reelecci¨®n.
Tercero: Es imprescindible reducir con urgencia la grave polarizaci¨®n de la sociedad hondure?a, iniciando de inmediato un proceso de di¨¢logo y reconciliaci¨®n nacional asistido, si fuere necesario, por la comunidad internacional. Para ello, ser¨ªa conveniente que el Congreso aprobara una amnist¨ªa general (para todas las partes) y que el presidente Zelaya decrete un indulto.
Cuarto: La soluci¨®n debe garantizar un nivel aceptable de gobernabilidad durante el periodo que a¨²n resta para que Zelaya concluya su mandato. Por ello, y dado que a¨²n faltan cuatro meses y medio para la celebraci¨®n de las elecciones generales (previstas para el 29 de noviembre de 2009) y casi siete para la entrega del poder al nuevo presidente electo (fijado para el 27 de enero de 2010), las partes podr¨ªan negociar (sujeto a la aprobaci¨®n de los candidatos de las elecciones de noviembre, del Tribunal Superior Electoral y del Congreso) un posible adelanto de las elecciones y de la transferencia del Gobierno. Si ello no fuera posible, entonces habr¨ªa que mantener la fecha de las elecciones y la transferencia del Gobierno en las ahora vigentes.
Quinto: Debe establecerse un mecanismo, con apoyo internacional, que garantice el seguimiento y cumplimiento de estos acuerdos. Por su parte, el proceso electoral de noviembre debe ser objeto de un proceso de acompa?amiento y observaci¨®n internacional (a cargo de la OEA, ONU y Uni¨®n Europea, entre otros), de modo de garantizar su absoluta pureza y credibilidad, con el objetivo de que quien resulte electo goce de un alt¨ªsimo grado de legitimidad.
Daniel Zovatto es director regional para Am¨¦rica Latina de International IDEA
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