En M¨¦xico, ni con Lula estar¨ªamos mejor
Si de algo se jactan los nost¨¢lgicos del Partido Revolucionario Institucional, es de haber mantenido una exitosa pol¨ªtica exterior durante las m¨¢s de siete d¨¦cadas que mantuvieron en el poder. Su evocaci¨®n se llena de im¨¢genes ¨¦picas como la del General L¨¢zaro C¨¢rdenas recibiendo solidario a los ni?os de la guerra civil espa?ola, o la de L¨®pez Mateos con el Tratado de Tlatelolco para el desarme nuclear, o recuerdan al presidente Luis Echeverr¨ªa con su Carta de los derechos y obligaciones de los pueblos. Sab¨ªan, dicen, compensar la fuerza constrictora del poderoso vecino del norte con una posici¨®n de liderazgo entre las naciones de la Am¨¦rica Latina.
Hay que reconocer a los hijos de la Revoluci¨®n Mexicana que supieron sacar buen provecho de la bipolaridad de la Guerra Fr¨ªa anteponiendo al problema que don Isidro Favela describiera como estar "...tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos", con una pol¨ªtica de contrapesos en la que siempre fue prioridad mantenerse como interlocutor insustituible entre el poderoso del norte y los "hermanos" del sur.
M¨¦xico fue el pa¨ªs cuya bandera cubri¨® el f¨¦retro del ¨²ltimo presidente de la Rep¨²blica Espa?ola, el primero y casi ¨²nico que protest¨® ante la Sociedad de Naciones cuando Alemania invadi¨® Austria y el territorio donde encontraron refugio lo mismo Indalecio Prieto que Le¨®n Trosky, Castro y el Che Guevara, y sin embargo supimos mantenernos al margen de la suspicacia norteamericana que, dicen, estuvo detr¨¢s de muchos de los innumerables golpes de Estado que durante el siglo XX asolaron pr¨¢cticamente a todas las otras naciones latinoamericanas.
Pero los tiempos cambiaron y con la ca¨ªa el Muro de Berl¨ªn empez¨® a desdibujarse tambi¨¦n la importancia de los contrapesos de la pol¨ªtica exterior mexicana, que cedi¨® ante el peso del neocapitalismo yanqui y con ello tambi¨¦n a su posici¨®n de liderazgo latinoamericano.
Los mexicanos de hoy no tenemos claro si manten¨ªamos o no ese liderazgo antes de que iniciara la crisis que est¨¢ viviendo el mundo, pero para m¨¢s del sesenta por ciento es evidente que, despu¨¦s de la crisis ser¨¢ Brasil y no M¨¦xico quien se alce como l¨ªder entre las naciones de Am¨¦rica Latina, y lo piensan as¨ª porque perciben que el gobierno brasile?o est¨¢ enfrentando mejor que el mexicano la emergencia econ¨®mica.
Desde principios de siglo en M¨¦xico se empez¨® a hablar cada vez con mayor frecuencia de las ventajas de las pol¨ªticas econ¨®micas instrumentadas en Brasil, poni¨¦ndolas como ejemplo de lo que deber¨ªamos estar haciendo. Cuando lleg¨® la crisis econ¨®mica, los comentarios se hicieron no s¨®lo m¨¢s frecuentes sino m¨¢s radicales, y al saber que el Presidente Lula hab¨ªa conseguido la sede de los Juegos Ol¨ªmpicos del 2016 y casi simult¨¢neamente ratificarse la inminente recuperaci¨®n econ¨®mica en el pa¨ªs del sur, no fueron pocas las voces en el c¨ªrculo rojo que se lamentaron de que en M¨¦xico no tuvi¨¦ramos un presidente como Lula, argumentando que con ello nos ir¨ªa mucho mejor. Pero como en muchas otras ocasiones la opini¨®n publicada no parece coincidir con la opini¨®n p¨²blica: el 50% de los mexicanos no piensan que estar¨ªamos mejor si gobernara Lula Da Silva en vez de Calder¨®n en contraste con 33% que opinan lo contrario. Claro que, tomando en cuenta el exacerbado patriotismo que tradicionalmente nos caracteriza, esa tercera parte de las opiniones pueden ser demasiadas e indicar que en M¨¦xico est¨¢ a punto de perderse la creencia de que, a¨²n sin trono ni reina, se puede seguir siendo el rey.
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