Una fil¨®sofa en Ajuria Enea
Bego?a Gil es m¨¢s que la mujer del 'lehendakari', lleva 15 a?os en la pol¨ªtica y no est¨¢ dispuesta a renunciar a su carrera
Los medios de comunicaci¨®n empezaron a hacer caso a Bego?a Gil (Bilbao, 1967), cuando su marido le dio un beso a espaldas del museo Guggenheim. Un beso que le ha dado m¨¢s notoriedad que 15 a?os de trabajo en el Ayuntamiento de Bilbao. Es la esposa de Patxi L¨®pez, el primer lehendakari no nacionalista de la democracia y aquella imagen se capt¨® en un acto de precampa?a del PSOE vasco. ?Un intento de obamizar la campa?a para ganar las elecciones de marzo? La prensa vasca as¨ª lo interpret¨®, pero ella se defiende, a los 23 a?os ya par¨ªa ideas para el partido y la campa?a que ha llevado a su marido a la Lehendakaritza lleva su sello.
Se conocieron en Juventudes Socalistas. L¨®pez era de la misma cuadrilla del ¨²nico hermano de Bego?a, Melchor, cuando ¨¦sta entr¨® en la cantera socialista. A ella ¨¦l no le cay¨® muy bien al principio, sin embargo, 15 a?os despu¨¦s, est¨¢n felizmente casados y sin hijos. Pero Bego?a no es s¨®lo la mujer del lehendakari. Ella es "sobre todo" una de las concejales m¨¢s veteranas del Ayuntamiento de Bilbao, la coordinadora del grupo municipal socialista y ha dise?ado y dirigido la campa?a que condujo a su marido al poder. "Aqu¨ª no hay Carla Bruni", zanj¨® en la primera entrevista que concedi¨® tras la elecci¨®n de su marido. Reivindicaba su espacio.
Aqu¨ª no hay Carla Bruni", zanj¨® en la primera entrevista que concedi¨® tras la elecci¨®n de su marido
Es una de las concejales con m¨¢s experiencia de Bilbao pero se contenta con la coordinaci¨®n y esquiva la portavoc¨ªa
Gil es una de las caras de una nueva generaci¨®n de primeras damas independientes, con carrera pol¨ªtica, voz propia e implicadas en la gesti¨®n de la imagen del poder. Ella ser¨¢ la primera mujer de un lehendakari que ejerza la pol¨ªtica activa mientras su marido presida el Pa¨ªs Vasco, aunque esto le cueste tres horas de coche diario entre Vitoria, sede del Gobierno, y Bilbao, su lugar de trabajo. Dice que no ha ca¨ªdo en la tentaci¨®n de investigar cu¨¢l fue el papel de sus predecesoras, pero confiesa que sinti¨® un "respeto pavoroso" por todas ellas cuando se baj¨® del coche aquel 7 de mayo en el que su marido prometi¨® su cargo ante el ¨¢rbol de Gernika. "Todav¨ªa tengo en la retina ese momento", recuerda. Entonces entendi¨® la atenci¨®n medi¨¢tica a la que iba a estar expuesta.
Primeros pasos en Otxarkoaga
Bilbao 1980. Bego?a y Melchor Gil, su madre, su t¨ªo soltero y su abuelo comunista comparten una vivienda en el bloque 100 del barrio de Otxarkoaga, por entonces, "uno de los focos de la droga de Euskadi", cuenta Melchor. El padre hab¨ªa muerto en un accidente laboral cuando Bego?a era un beb¨¦ y el hermano de su madre, "generoso y un referente", tom¨® su lugar. Otxarkoaga es un barrio de obreros e inmigrantes, una soluci¨®n para acabar con el chabolismo descontrolado que descos¨ªa el callejero bilba¨ªno. All¨ª llegan los padres de Bego?a procedentes de Extremadura en los 70. Edificios feos y baratos en la ladera de uno de los cerros que envuelve la capital de Vizcaya. Bego?a iba al colegio Lope de Vega, enfrente de casa. Un centro s¨®lo para chicas en el que jugaba al voleibol. "Nos gustaba mucho el deporte -recuerda Bego?a- eso y callejear, coger los discos nuestros hermanos mayores y meternos en la habitaci¨®n de mi amiga Marian a so?ar c¨®mo ser¨ªa nuestra vida". Lo de acabar en Ajuria Enea ni se contemplaba en aquel cuarto donde com¨ªan pipas con Janis Joplin de fondo.
Ella quer¨ªa ser m¨¦dico, pero luego acab¨® estudiando Filosof¨ªa en Deusto y m¨¢s tarde se enganch¨® a la pol¨ªtica. "Me met¨ª en esto por mi familia, por los valores que recib¨ª; tambi¨¦n por mi barrio, porque ve¨ªa c¨®mo mucha gente ca¨ªa en la droga. Quer¨ªa cambiar las cosas". Su hermano ya estaba en Juventudes Socialistas y Bego?a reconoce que entr¨® en parte por eso. Quiz¨¢ su abuelo materno, comunista, tambi¨¦n tuvo algo que ver. Lo que supo m¨¢s tarde es que su otro abuelo hab¨ªa sido alcalde socialista del pueblo extreme?o de Cachorrilla durante la Rep¨²blica. "En mi casa -evoca Melchor- la pol¨ªtica era tema tab¨²". Bego?a rememora la reacci¨®n de su madre cuando le cont¨® que se afiliaba: "Me mir¨® y dijo, ?horror! Otra generaci¨®n m¨¢s con la misma historia...".
Su ascensi¨®n fue vertiginosa. Se afili¨® cuando cumpli¨® la veintena y tres a?os m¨¢s tarde Nicol¨¢s Redondo la fich¨® para su equipo. La pusieron en un despacho a pensar, a nutrir el ideario de la Ejecutiva del secretario general. Con 23 a?os, Bego?a Gil era el cerebro del PSOE vasco en la sombra.
El poder de la discreci¨®n
Siempre entre bambalinas, como dice su hermano. Es una de las concejales socialistas con m¨¢s experiencia de Bilbao pero se contenta con la coordinaci¨®n y esquiva la portavoc¨ªa. Por eso, la escena de aquel beso en el mitin socialista se sale del gui¨®n. Julia Madrazo, concejal por Ezker Batua y "harta ya del maketing que se ha organizado" alrededor de la pareja, cree que la debilidad de Gil es que "no se atreve a hablar en p¨²blico y asumir la portavoc¨ªa del grupo, cosa que har¨ªa muy bien". Antonio Basagoiti, presidente del PP vasco y antiguo compa?ero en el Ayuntamiento, recuerda su sorpresa cuando se dio cuenta de que "le encanta el aparato del partido. Me dec¨ªa que le gustaba la vida interna... Quiz¨¢ sea porque la ha vivido siempre y la conoce y domina muy bien".
Quiz¨¢ timidez, quiz¨¢ pasi¨®n por los hilos, tanto Bego?a como su hermano Melchor ejercen una forma sutil de poder en el PSOE vizca¨ªno. Bego?a es alma y cerebro de las ¨²ltimas campa?as electorales de los socialistas y controla el grupo municipal en el Ayuntamiento de Bilbao. Melchor tiene asiento en las principales instituciones provinciales, desde Petronor hasta las Juntas Generales de Vizcaya (parlamento regional). Adem¨¢s es vicesecretario general del PSOE vizca¨ªno. Detr¨¢s, en segundo plano.
En primera l¨ªnea a la fuerza
Bego?a tuvo la oportunidad de ser diputada nacional cuando L¨®pez hac¨ªa campa?a para lehendakari. Le tocaba por lista, pero dijo que no. "Soy una persona gregaria, de grupo; no me gusta llamar demasiado la atenci¨®n y, probablemente, asumir este puesto hubiese llevado a una mayor implicaci¨®n p¨²blica que no me apetec¨ªa".
Ahora no puede evitar que la reconozcan por la calle y cuando va con Patxi "olv¨ªdate" de la intimidad. De momento se acabaron los viernes de cine con su marido, aunque eso s¨ª no perdonan las comidas en Otxarkoaga, donde sigue viviendo Te¨®fila, su madre. Prohibido hablar de pol¨ªtica en la mesa "pero casi nunca" lo cumplen, reconoce Bego?a, que quita hierro al asunto de que los encuentros familiares de los Gil convoquen casi a tanta gente dentro como fuera de casa. "Si sumas a los escoltas que llevamos entre todos, sale un buen n¨²mero". Ha intentado llevarse a su madre a Vitoria, m¨¢s cerca de ella, "pero no quiere, prefiere el barrio", dice Teresa Mart¨ªn, una vecina que lleva 31 a?os viviendo en el bloque 100. "Bego?ita era una ni?a muy cari?osa y ahora sigue volviendo aqu¨ª muy a menudo con Patxi", se enorgullece. Nunca acaba de irse de este barrio de cuestas empinadas, mujeres en bata en la ventana y hormig¨®n desgastado por la lluvia. De ah¨ª nace su compromiso pol¨ªtico y es la cuna de sus ideas que nutren los discursos del primer lehendakari socialista.
Lo dice una compa?era de trabajo: "Si Patxi est¨¢ donde est¨¢ es porque quieren estos". Estos son los hermanos Bego?a y Melchor Gil Llanos.
Este reportaje forma parte del especial 'Entre bambalinas', proyecto final de digital los alumnos de la 23? promoci¨®n de la Escuela de Periodismo UAM / EL PA?S 2009
La timidez de una pol¨ªtica veterana
Los compa?eros de Bego?a Gil en otros grupos municipales creen que ser¨ªa una buena candidata a la alcald¨ªa de Bilbao. Quiz¨¢ ella lo haya pensado, incluso pueden hab¨¦rselo planteado, pero ante la pregunta, recogida en el video que acompa?a a este reportaje, calla.
- ?Ha tenido m¨¢s oportunidades de acceder a posiciones de mayor rango que la actual?
- ... S¨ª, pero esas son las que no contar¨¦ nunca.
Tras decir esto, sonr¨ªe. Pasan dos segundos, tres, cuatro, se da cuenta de que sonr¨ªe demasiado y, t¨ªmida, baja la vista, endereza los labios.
"Soy t¨ªmida" reconoce m¨¢s tarde "terriblemente t¨ªmida. Es algo con lo que tienes que enfrentarte todos los d¨ªas, aunque siempre lo he vencido. Me ha jugado malas pasadas... Estar antes de salir a un acto y pensar, ?horror! Me quiero morir. Cuando veo subir a la gente al escenario en los m¨ªtines me recuerda a la Marijaia [personaje ficticio, s¨ªmbolo de la semana grande de Bilbao que baila con los brazos en alto], y cuando me toca a m¨ª... Pienso que si me voy a tragar la escalera, que si no me va a salir la voz... Pero bueno, hasta ahora siempre me ha ido bien".
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