La danza espa?ola desfila en el Guggenheim de Nueva York
Mar¨ªa Pag¨¦s y Roc¨ªo Molina bailan ataviadas con dise?os de Pablo Picasso y Salvador Dal¨ª
Si algo ha conseguido en sus diez a?os de andadura el Flamenco Festival de Estados Unidos es otorgarle por fin modernidad a esa imagen de la Espa?a del toro, la pandereta y la flamenca de lunares con la que demasiadas veces se sigue vendiendo la cultura espa?ola en el extranjero. Adem¨¢s, el festival celebr¨® este mi¨¦rcoles su d¨¦cimo cumplea?os poniendo una pica en Flandes al entrar en uno de los templos del arte contempor¨¢neo neoyorquino, el Museo Guggenheim.
Pese al temporal de nieve que arreciaba fuera, cuatro de los pisos de la espectacular espiral que protagoniza el dise?o del edificio de Frank Lloyd Wright se llenaron de neoyorquinos, que asistieron embelesados a un desfile de moda ¨²nico: unos 70 trajes hist¨®ricos relacionados con la danza espa?ola y dise?ados por artistas excepcionales como Dal¨ª o Picasso, por bailarines m¨ªticos como Miguel de Molina, por dise?adores especializados en ballet y Escuela Bolera como el cr¨ªtico de danza de EL PA?S Roger Salas o por aquellos que hoy marcan tendencias como Miguel Adrover, Giorgio Armani o Devota y Lomba.
Frente a los cuerpos entregados a la anorexia rampante y la m¨²sica de ritmos machacones que suelen protagonizar los desfiles de moda, las bellas siluetas de formas marcadas de bailaoras como Mar¨ªa Pag¨¦s, Roc¨ªo Molina o Selene Mu?oz y la veintena de artistas que este a?o integran el cartel del festival sirvieron de maniqu¨ªes para un espect¨¢culo titulado Dressed to Dance (Vestidos para bailar), coreografiado por Carlos Chamorro y envuelto en cantes flamencos y en cl¨¢sicos como ?lbeniz o Boccherini, a cuyo ritmo bailaron los ins¨®litos modelos sobre un peque?o escenario situado en el centro del museo.
El v¨ªnculo del flamenco con el arte de vanguardia
"Hab¨ªa que integrar la arquitectura del espacio en el desfile para conseguir que todo el p¨²blico, no s¨®lo el que se sentara frente al peque?o escenario de la rotonda, pudiera admirar los trajes. Por eso decidimos que bajaran por la espiral, de forma que desde cada piso se pudiera ver de cerca cada traje", explicaba tras el desfile Chamorro, cuyos dise?os propios tambi¨¦n desfilaron, al igual que los de Roc¨ªo Molina o Mar¨ªa Pag¨¦s, ambas espectaculares en sendas batas de cola -una en lycra negra con pinceladas de color, otra en terciopelo granate inspirada en la imagen de Nuestra se?ora de la Amargura- con las que bailaron sus solos. "En el mundo de la danza es com¨²n que los bailarines dise?en sus propios trajes. Pero para nosotros ha sido excepcional poder vestirnos, por ejemplo, con los trajes del montaje de Fuenteovejuna de Antonio Gades o ponernos una camisa de Miguel de Molina de primeros a?os cincuenta" dec¨ªa Chamorro.
El core¨®grafo y bailar¨ªn se aprovech¨® de la espectacularidad del espacio para que sirviera no solo de pasarela sino tambi¨¦n de escenograf¨ªa. Mientras en el escenario central iban haciendo su aparici¨®n los trajes que dise?¨® Picasso para el montaje de 1919 de El sombrero de tres picos que se estren¨® en el Alhambra Theater de Londres, -la aragonesa, el molinero, la asturiana...- desde diferentes pisos de la rampa otros bailaores agitaban las capas dise?adas por el pintor espa?ol para esa obra, creando un crisol de colores sobre el blanco impoluto del museo. En otro momento, mientras Israel Galv¨¢n bailaba un solo, varias bailarinas asomaban movi¨¦ndose elegantes por la rampa.
Margaret Jova, una estadounidense que lleva 18 a?os al frente del Certamen de Coreograf¨ªa y Danza Espa?ola de Madrid, tuvo la idea de reunir esta excepcional colecci¨®n de trajes y proponer a Miguel Mar¨ªn, director del Festival Flamenco de Nueva York, integrar el montaje en la d¨¦cima edici¨®n del certamen. La suerte adem¨¢s quiso que el Guggenheim no tuviera este mes ninguna gran exposici¨®n sino proyectos de performance por lo que en las paredes del museo no hab¨ªa obras de arte y el propio director les ofreci¨® utilizar todo el espacio en lugar del peque?o teatro en el que se realizan habitualmente las propuestas del Works and Process, el ciclo en el que se ha integrado el Dressed to Dance.
"Poder entrar en el Guggenheim con el Festival de Flamenco es un regalo porque adem¨¢s afianza nuestro voluntad de conectar el v¨ªnculo del flamenco con el arte de vanguardia", comentaba Mar¨ªn tras el espect¨¢culo, feliz de haber conseguido cumplir el decenio con un festival que empez¨® de forma modesta en Nueva York y hoy es referencia imprescindible en la agenda cultural de esa ciudad y de otras como Washington DC o Chicago.
Roger Salas, quien antes del desfile ofreci¨® una conferencia titulada Las formas de baile y formas de vestir: el traje espa?ol, se emocion¨® al ver varios de sus trajes desfilar en el Guggenheim pero se rindi¨® impert¨¦rrito a la vista de la reproducci¨®n del traje de Do?a In¨¦s dise?ado por Salvador Dal¨ª en 1949 para Don Juan Tenorio. "Es un lirio al rev¨¦s, delicad¨ªsimo" . Y zanjaba, modesto: "No se puede competir con los grandes de la historia".
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