Fallece Marcelino Camacho, el padre del sindicalismo moderno espa?ol
El fundador de Comisiones Obreras, de 92 a?os, llevaba tiempo enfermo
Cerca de 6.000 trabajadores se agolpaban a las puertas del Ministerio de Trabajo en el verano de 1966. Quer¨ªan entregar un manifiesto firmado por 25.000 personas. Su t¨ªtulo era Ante el futuro del sindicalismo, un documento que se considera la g¨¦nesis de Comisiones Obreras. La polic¨ªa franquista disolvi¨® la concentraci¨®n a golpes y detuvo a cuatro hombres. Uno de ellos era el que luego se convertir¨ªa en el primer secretario general de CC OO, Marcelino Camacho, el padre del sindicalismo moderno espa?ol, el nacido tras la Guerra Civil. Volv¨ªa as¨ª a la c¨¢rcel un hombre que en su lucha por los derechos de los trabajadores estuvo en prisi¨®n varias veces y pas¨® 13 a?os en el exilio. A la una y media de la madrugada de este jueves, Marcelino Camacho muri¨®. Su capilla ardiente se ha instalado en el edificio de Comisiones Obreras en la calle de Lope de Vega de Madrid, y permanece abierta desde las diez de esta ma?ana. Cerrar¨¢ a las once y media del s¨¢bado. Ese d¨ªa a las doce el f¨¦retro se trasladar¨¢ a la Puerta de Alcal¨¢ para una despedida. A las dos de la tarde comenzar¨¢ el entierro en el Cementerio Civil.
Apenas hace ahora un a?o que Marcelino Camacho hab¨ªa dejado su casa, la de siempre en Carabanchel, para irse a vivir cerca de uno de sus dos hijos, su hija Yenia, en Majadahonda. Su piso de toda la vida, en donde vivi¨® m¨¢s de medio siglo, no ten¨ªa ascensor y el l¨ªder hist¨®rico del sindicalismo espa?ol necesitaba vivir en un piso sin barreras arquitect¨®nicas. Iba en silla de ruedas y estaba enfermo.
La vida de Marcelino Camacho, fundador de las Comisiones Obreras -como gustan de llamar al sindicato sus afiliados- comenz¨® un 21 de enero de 1918 en Osma La Rasa (Soria). Hijo de un ferroviario afiliado a UGT, llevaba inscrito en el ADN su car¨¢cter sindicalista. Un maestro y sacerdote, Feliciano Oliva Cobos, nombre que, pasados los 90 a?os, a¨²n recitaba de carrerilla, estuvo a punto de truncar la carrera que el destino le hab¨ªa preparado. "El cura me quiso llevar al seminario, pero yo quer¨ªa ser ferroviario como mi padre", y lo rechaz¨®.
Le esperaba su tarea de sindicalista. A los 16 a?os ya comenz¨® a organizar un sindicato, y el Partido Comunista de Espa?a, al que se afili¨® con 17 a?os. Y un a?o despu¨¦s lleg¨® la Guerra Civil, en la que entr¨®, junto a su padre y otros ferroviarios, ayudando a descarrilar en su pueblo la locomotora 531 para bloquear la comunicaci¨®n de las tropas franquistas. Finalizado el conflicto fue detenido en Madrid y comenz¨® un peregrinaje por la c¨¢rcel y grupos de trabajo forzados hasta que escap¨® en 1943 al Marruecos franc¨¦ss; y un a?o despu¨¦s, a Argelia.
No volvi¨® a Espa?a hasta 1957, ya casado con Josefina, su compa?era de toda la vida. El mismo a?o comenz¨® a trabajar de oficial fresador en Perkins Hispania y retom¨® su trabajo sindicalista desde el primer momento.
La historia es difusa. No se sabe si el embri¨®n de lo que hoy es Comisiones Obreras se fund¨® el mismo 1957 en la mina La Camocha o un poco antes en la siderurgia vizca¨ªna. Pero Camacho est¨¢ en esa historia desde el principio. Y como no pod¨ªa ser de otra forma, en un pa¨ªs sin libertades como la Espa?a franquista, la lucha sindicalista volvi¨® a llevar a Camacho a la c¨¢rcel, en 1966. Sali¨® pronto, aunque volvi¨® a ser detenido al a?o siguiente. Fue el tiempo justo para recoger el apabullante triunfo de CC OO en las elecciones sindicales de ese a?o. En la Perkins, Camacho recibi¨® el respaldo casi un¨¢nime de sus compa?eros.
De nuevo, volvi¨® a prisi¨®n en 1972, v¨ªctima del famoso proceso 1.001 que lo llev¨® a la c¨¢rcel junto al resto de la c¨²pula de CC OO (Nicol¨¢s Sartorius, Miguel ?ngel Zamora, Pedro Santiesteban, Eduardo Saborido, Francisco Garc¨ªa Salve, Luis Fern¨¢ndez, Francisco Acosta, Juan Mu?iz Zapico y Fernando Soto).
Para hacer menos fr¨ªas y duras esas estancias en la c¨¢rcel, su mujer tej¨ªa sus famosos jerseys de cuello vuelto, los marcelinos, que crearon un estilo en la transici¨®n.
La democracia le devolvi¨® la libertad y sac¨® de la clandestinidad a su sindicato, del que fue elegido secretario general en 1977. La pujanza de la socialdemocracia le llev¨® a pelear con UGT para hacerse con la hegemon¨ªa del movimiento obrero. En esa lucha, durante un debate televisivo, escuch¨® la frase c¨¦lebre del otro l¨ªder hist¨®rico del sindicalismo moderno espa?ol y antiguo secretario general de UGT, Nicol¨¢s Redondo: "Mientes Marcelino y t¨² lo sabes". Tambi¨¦n en 1977 fue elegido diputado de las cortes constituyentes por el PCE. Repiti¨® en 1979.
La enfermedad de Camacho le impidi¨® participar en la ¨²ltima huelga general de la democracia, la del pasado 29 de septiembre. En cambio, fue el principal art¨ªfice de la primera, la de 1985, la que convoc¨® CC OO solo por la reforma de pensiones contra el primer Gobierno socialista de Felipe Gonz¨¢lez. Dos a?os despu¨¦s dej¨® el liderazgo del sindicato en manos de Antonio Guti¨¦rrez y se convirti¨® en su presidente de honor.
No fue ajeno a las disputas internas que llegaron al sindicato con su marcha. Tampoco lo hab¨ªa sido antes. Se aline¨® con el sector cr¨ªtico de CC OO, el m¨¢s cercano al Partido Comunista. Esto le llev¨® a perder su cargo honor¨ªfico. Volvi¨® a comprometerse en la ¨²ltima batalla pese a su deterioro f¨ªsico. En la pelea entre Ignacio Fern¨¢ndez Toxo y Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo apost¨® por el primero, y esta vez venci¨®. Pese a ello, el respeto y la admiraci¨®n que le profesan los afiliados al sindicato son un¨¢nimes. Los aplausos a su entrada al auditorio, del brazo de Josefina, en el ¨²ltimo congreso del sindicato se situaron por encima de la tensi¨®n que rein¨® en un c¨®nclave decidido por un pu?ado de votos.
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