Cuando los ni?os dan al traste con un fiest¨®n

Era una de las citas del a?o. La Jamonada. Sagrada. El ¨²ltimo s¨¢bado antes de Navidad a mediod¨ªa. A un amigo vegetariano le regalan cada a?o un jam¨®n y en un acto que le ha honrado durante a?os lo pon¨ªa a disposici¨®n de los colegas. Enterito. Adem¨¢s pon¨ªa la casa. Nosotros aport¨¢bamos el resto: bebida, ensaladas, tartas, empanadillas y una siempre muy celebrada macedonia. Ha habido jamonadas muy grandes. Se llegaron a prolongar de media ma?ana hasta entrada la noche. Ha habido jamonadas que han superado las fiestas de fin de a?o.

Hasta que llegaron los ni?os. Primero uno, luego dos¡­ hasta perder la cuenta y convertir la jamonada en un chiquipark. Ni bueno ni malo. Pero ya no era la jamonada. Los ni?os juegan, hacen barullo, reclaman la atenci¨®n, invaden mucho espacio y lo hacen pegaditos a los mayores. El intento de habilitar un cuarto de juegos fracas¨® estrepitosamente.

Total, que cuando al sonrojo de los propios padres se sumaron las voces cr¨ªticas de algunos asistentes que no tienen ni?os, la jamonada muri¨® sin que la enterrara nadie en concreto. El luto fue inmenso, pero la cita original llevaba tiempo de parranda.

Pues eso, que cuando procreamos, por mucho que sea lo mejor que nos ha pasado, que queramos a los enanos m¨¢s que a nada en el mundo y que no lo cambiar¨ªamos por nada¡­ por mucho que toda la sarta de t¨®picos sea verdad, tambi¨¦n lo es que los ni?os pueden dar al traste con una de las mejores citas festivas del a?o.

Por suerte a la jamonada le ha salido una parienta. Todav¨ªa no tiene nombre. Se celebra de noche. Sin jam¨®n. Y sin ni?os. La primera, la semana pasada, fue todo un ¨¦xito. ?Gracias Andre!