Un paso vital para un gran pacto de Estado
El acuerdo ha supuesto un alivio en dos frentes: viene a calmar la crispaci¨®n de los ¨²ltimos meses por la reforma laboral y disipa el riesgo evidente que exit¨ªa de colapso del sistema
Fueron los secretarios generales de UGT, C¨¢ndido M¨¦ndez, y CC OO, Ignacio Fern¨¢ndez Toxo, los que aventuraron que el acuerdo era posible cuando primaba el pesimismo. Toxo subray¨® que no iba a haber huelga en enero, ante la posible convocatoria que su propio sindicato hab¨ªa admitido, y M¨¦ndez remat¨® diciendo que "todos nos tendremos que comer alg¨²n sapo". El ministro de Presidencia, Ram¨®n J¨¢uregui, se puso en la misma l¨ªnea ("habr¨¢ acuerdo a cualquier precio"). Y en esas estamos ahora. La fecha del 28 de enero, tan temida all¨¢ por el mes de diciembre cuando las partes estaban muy alejadas y se barruntaban conflictos, ya est¨¢ aqu¨ª y el alejamiento ya no existe.
El Gobierno y los dos sindicatos mayoritarios han superado el principal escollo de la negociaci¨®n: los a?os de cotizaci¨®n para jubilarse a los 65 a?os, que queda en los 38 y medio, cuando el Gobierno empez¨® en 41 frente a los 35 de la actualidad y que defend¨ªan los sindicatos, dispuestos desde el principio a ceder hasta 38. Al final, las diferencias se han solucionado como siempre, ni para ti ni para m¨ª.
Pero esto no es un juego. Lo que estaba sobre la mesa era la reforma de las pensiones y eso son palabras mayores. Y ante la necesidad de llevarla adelante, parece claro que era necesario hacerlo en el sentido que se ha dirigido, tanto en el fondo como en la forma, con un retraso paulatino de la edad de jubilaci¨®n, y esa cl¨¢usula de incorporar un m¨ªnimo de a?os trabajados para retirarse a los 65. Igual que entra en la l¨®gica que la jubilaci¨®n anticipada no sea antes de los 63 a?os.
Tambi¨¦n parece que han centrado el tiro en el otro punto importante, los a?os de c¨¢lculo de la pensi¨®n, en los ¨²ltimos 25 a?os trabajados que propon¨ªa el Gobierno. En la actualidad est¨¢n fijados en 15 a?os, lo cual era m¨¢s beneficioso para el trabajador. Luego vendr¨¢n los flecos y matices, como los plazos para alcanzar los 67 a?os; las excepciones, como por ejemplo por los periodos de excedencia de la mujer para cuidar a sus hijos; los casos de viudedad y orfandad; las penalizaciones...
Pero m¨¢s all¨¢ de esos detalles, que no dejan de ser importantes, el acuerdo ha supuesto un alivio en dos frentes. Por un lado, porque exist¨ªa un riesgo evidente de colapso del sistema. Es posible, como dicen los m¨¢s pesimistas, que se estuviese en una situaci¨®n de emergencia extrema; pero, que en un a?o de profunda crisis como 2010 el sistema se haya mantenido firme, demuestra que tiene una base fuerte. Tambi¨¦n se puede subrayar que el sistema es sostenible, y el hecho de que haya que ir cambi¨¢ndolo e introduciendo novedades cada cierto tiempo, estaba recogido en el Pacto de Toledo.
El alivio se refleja, por otro lado, porque el acuerdo viene a calmar la crispaci¨®n de los ¨²ltimos meses por la reforma laboral, que deriv¨® en la huelga general del 29 de septiembre, y el desacuerdo con la patronal. Por eso hay que resaltar, m¨¢s all¨¢ de los detalles o la letra peque?a que quedan por limar, el esp¨ªritu de consenso que ha primado en la negociaci¨®n y, sobre todo, que queda para el futuro. Gobierno y sindicatos eran conscientes de la necesidad de alcanzar un acuerdo. Es verdad que se han tragado alg¨²n sapo que otro, por utilizar la frase de M¨¦ndez, pero lo importante es que abre esa posibilidad de pacto de Estado que decidieron propulsar en sus primeras reuniones de enero y al que se tienen que incorporar los partidos de la oposici¨®n y la patronal.
Seguramente, en ese sentido, hay que rese?ar tambi¨¦n el giro que supuso el ¨²ltimo cambio de Gobierno, con la llegada al Ministerio de Trabajo de Valeriano G¨®mez, un hombre que habla el lenguaje de los sindicatos y conoce sus preocupaciones, as¨ª como la incorporaci¨®n a las negociaciones del vicepresidente primero, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, y de Ram¨®n J¨¢uregui. Los tres entraron en escena y las consecuencias, hay que reconocerlo, han sido muy positivas para el devenir de las negociaciones. Ahora toca que se cumpla el otro objetivo que pidieron los sindicatos y acept¨® el Gobierno de incorporar a la patronal y a la oposici¨®n para abrir la v¨ªa a otros acuerdos y en otras materias que van m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito laboral y alcanzar ese gran pacto de Estado.
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