Faberg¨¦, un capricho real hereditario
Una exposici¨®n en Buckingham Palace muestra este verano la colecci¨®n de piezas de Faberg¨¦, el joyero ruso cuyas obras han sido el capricho de seis generaciones de la Casa Real Brit¨¢nica
Los Bolcheviques expulsaron de Rusia al gran joyero Carl Faberg¨¦. Sus pomposas y alambicadas obras fueron el antojo de zares y reyes de toda Europa en los siglos XVIII y XIX y se convirtieron en tal s¨ªmbolo de poder que en 1917 el propio Faberg¨¦ tuvo que salir de Rusia para salvar la vida. Su taller, en el n¨²mero 24 de la calle Bolshaya Morskaya de San Petersburgo, fue tomado por los revolucionarios que se apropiaron de algunas piezas y destruyeron otras.
Hoy la mayor colecci¨®n del mundo est¨¢ en manos de la Casa de Windsor que conserva intactas alrededor de 900 piezas. Las cien mejores han sido rescatadas para ser expuestas en Buckingham Palace, del 23 de julio al 3 de octubre, durante la tradicional apertura de puertas que sucede cada verano cuando la Reina se marcha de vacaciones al castillo de Balmoral, Escocia. La familia Forbes tambi¨¦n tiene en su poder un buen n¨²mero de ejemplares y hoy las piezas que quedan en circulaci¨®n por el mundo se subastan por cantidades astron¨®micas.
Desde la Reina Victoria hasta el Pr¨ªncipe Carlos la pasi¨®n por la orfebrer¨ªa del ruso Faberg¨¦ ha pasado de padres a hijos, desde finales del siglo XIX, a lo largo de seis generaciones enla Familia RealBrit¨¢nica. La muestra explica c¨®mo los propietarios de estos objetos han ido dando forma a la colecci¨®n y de qu¨¦ manera su vida est¨¢ ligada a estas obras, hechas a menudo por encargo para satisfacer los caprichos de los monarcas. A lo largo del siglo XIX la dinast¨ªa Romanov y la familia Real Brit¨¢nica emparentaron varias veces, de ah¨ª la pasi¨®n heredada por el maestro ruso y la enorme colecci¨®n que poseen.
La muestra empieza con la Reina Victoria, que aunque no mostr¨® gran inter¨¦s por la obra de Faberg¨¦, recibi¨® muchos de estos regalos de su nieta Alejandra Feodorovna, casada con el Zar Nicol¨¢s II. Una de las piezas que m¨¢s valor¨® fue un cuaderno de notas que le regalaron el Zar y la Zarina en 1896 y que ella decidi¨® utilizar para recoger las firmas de todos los mandatarios que le felicitaron por los 60 a?os de su reinado, en 1897. El cuaderno, rubricado por los m¨¢s altos cargos de medio mundo en aquella ¨¦poca, es uno de los objetos estrella de la exposici¨®n.
"No es s¨®lo una pieza maravillosa sino que es ¨²til que es algo que Faberg¨¦ hac¨ªa muy a menudo" comenta su tataranieta, Tatiana Faberg¨¦, que ha colaborado en la organizaci¨®n de la exposici¨®n. Entre las obras de este ilustre orfebre hay ceniceros, juegos de t¨¦, marcos, dedales, bolsos etc.
Carl Faberg¨¦ relev¨® a su padre como due?o del negocio familiar en 1872. Gracias a su talento, para 1900 la casa ya contaba con m¨¢s de 500 empleados y su fama se extend¨ªa entre todas las familias bien del mundo. Eduardo VII yla Reina Alexandrafueron los grandes impulsores de la pasi¨®n por el joyero ruso en el Reino Unido. Tanto que en 1903 una sucursal de Faberg¨¦ abri¨® en Londres gracias a su influencia.
La exposici¨®n muestra un encargo personal de Eduardo VII de 1907. Es una escultura en miniatura de su perro favorito, llamado Ziza, que Faberg¨¦ tall¨® observando los movimientos del animal en directo. El Rey mand¨® retratar a muchos de sus animales pero este perro era especial para ¨¦l. "No solo es un retrato perfecto sino que capta su personalidad y tiene un gui?o al cari?o que le ten¨ªa el monarca: le puso un collar que dec¨ªa "yo pertenezco al rey"", comenta la comisaria de la exposici¨®n, Caroline de Guitaut.
Pero quiz¨¢ el objeto m¨¢s significativo del ¨¦xito y la fama mundial que obtuvo Faberg¨¦ dentro de la obra son sus huevos de pascua imperiales.La Casade Windsor conserva tres de los 50 que elabor¨® el ruso. Estos huevos fueron una tradici¨®n que inaugur¨® en 1883 el Zar Alejandro II, que encarg¨® a Faberg¨¦ la fabricaci¨®n de un huevo como regalo del d¨ªa de Pascua para su mujer. Ten¨ªa una c¨¢scara de platino y dentro conten¨ªa otro huevo m¨¢s peque?o de oro. Al abrirse este ¨²ltimo, conten¨ªa una gallina de oro en miniatura ataviada con una r¨¦plica de la corona imperial rusa. Le gust¨® tanto que a partir de entonces cada a?o le encargaba uno nuevo a Faberg¨¦. Su hijo, Nicol¨¢s II continu¨® con la tradici¨®n.
En concreto, el huevo sobre columnas, encargado en 1910 por Nicolas II es una pieza muy importante en la exposici¨®n por ser muy personal. En este caso el huevo funciona como reloj. En lo alto del la escultura un ni?o representa a su hijo Alexi, bajo el huevo est¨¢n los dos zares y en la base, cuatro ni?as representan a las cuatro hijas de los zares.
Isabel I, la Reina Madre, continu¨® el entusiasmo por las obras de Faberg¨¦, adquiri¨® muchas piezas de fantas¨ªa, entre las cuales una miniatura de una mesa en estilo Luis XV. Por ¨²ltimo, un gran n¨²mero de piezas han sido compradas por La Reina Isabel II y el duque de Edimburgo. Un tintero y un abanico de seda son dos de las que se muestran en Buckingham a partir del d¨ªa 23.
La parte final de la exposici¨®n incluye algunas piezas propiedad del Pr¨ªncipe de Gales. Cierran la muestra un portarretratos con una foto de Carlos cuando era ni?o y un sello real a cuyo mango se abraza una rana que fue un regalo para el pr¨ªncipe por su boda con Diana de Gales en 1981.
"Incluso gente que sabe muy poco de la grandeza de Faberg¨¦ reconoce la belleza imperial de su arte. Su mito ha crecido por el final tr¨¢gico de la dinast¨ªa Romanov, una combinaci¨®n de factores que hace la exposici¨®n irresistible. Hay algo m¨ªstico en estos objetos", comenta la comisaria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.