"Com¨ªamos la basura del vertedero. Lo llam¨¢bamos 'el supermercado"
Los subsaharianos llegados a nado a Ceuta se refugian en un bosque cercano a la ciudad hasta que consiguen dar el salto
Le petit bois (el bosque peque?o), la antesala a la llegada a Ceuta de los 300 inmigrantes que han logrado burlar la frontera del Tarajal a nado en los meses de junio y julio, tiene todo el aspecto de un basurero. Los restos de presencia humana en esta arboleda de pinos, eucaliptos y montebajo en la que las chicharras no dejan de cantar, son evidentes. Sus zonas m¨¢s frondosas est¨¢n trufadas de hogueras apagadas y circundadas de ropa y suciedad, c¨¢maras neum¨¢ticas y ba?eras inflables pinchadas. Entre las latas de comida abiertas y los cartones de leche, incluso se puede encontrar alg¨²n traje de neopreno ya inservible.
Es el rastro que dejan las decenas de subsaharianos que, casi a diario, intentan dar el salto a la ciudad aut¨®noma. A solo 300 metros de este bosque de las afueras de Castillejos -la primera poblaci¨®n de Marruecos tras el puesto fronterizo- se encuentra la ¨²ltima playa de la costa mediterr¨¢nea de ese pa¨ªs. Llegar a sus aguas con juguetes de playa es, para ellos, como alcanzar Espa?a. Porque una vez all¨ª, la polic¨ªa marroqu¨ª deja de perseguirlos. Unos metros m¨¢s al norte, una patrullera de la Guardia Civil los espera para llevarlos a la ciudad aut¨®noma donde se alojar¨¢n en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Muchas veces son ellos mismos los que avisan a sus rescatadores.
En la madrugada de ayer, otros 12 inquilinos de esa zona boscosa lograron su objetivo recurriendo a ese m¨¦todo. Roger, un chadiano de 33 a?os que ha vagado por el norte de ?frica durante los ¨²ltimos siete, consigui¨® dejar ese lugar y llegar a Ceuta hace una semana. "Tras a?os en Rabat, donde sobreviv¨ªa como alba?il, decid¨ª que era el momento de pasar a Europa", explica. Junto a siete compa?eros viaj¨® a Castillejos y, para huir de la polic¨ªa, se instal¨® en la monta?a. "Los ocho meses que pas¨¦ all¨ª fueron dur¨ªsimos", cuenta. "Dorm¨ªamos al raso y solo baj¨¢bamos al petit bois cuando cre¨ªamos que podr¨ªamos pasar". "La comida la consegu¨ªamos rebuscando en el vertedero. Lo llam¨¢bamos 'el supermercado". "Beb¨ªamos del r¨ªo", un arroyo inmundo que parte el bosque en dos.
"Lo peor eran las pulgas. Ten¨ªamos el cuerpo lleno de granos", le apunta Louis, un estudiante de qu¨ªmica marfile?o que lo acompa?¨® durante esos d¨ªas. Su trayecto hacia Espa?a fue mucho m¨¢s r¨¢pido. Parti¨® de Abidjan a finales de 2010. Asegura que formaba parte de una organizaci¨®n universitaria partidaria del presidente depuesto, Laurent Gbagbo. Sali¨® huyendo de las tropas leales al electo, Alassane Ouattara. "Destruyeron nuestra casa y mataron a mi t¨ªo y a mi hermano mayor", dice. "El siguiente era yo". As¨ª que parti¨® a Ghana, de all¨ª a Burkina Faso, despu¨¦s a Mal¨ª y Mauritania. Hasta que aterriz¨® en el petit bois. La antesala a Ceuta.
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