15-O: #cambioglobal
Foto: Nathalie Paco
Ma?ana s¨¢bado, 15 de octubre, 800 ciudades en 70 pa¨ªses han sido convocadasa salir a la calle y exigir una respuesta digna al caos en el que estamos atrapados desde hace m¨¢s de dos a?os. Es la contestaci¨®n global a un sistema cuyos dirigentes han sustituido la codicia por la incompetencia, arrastrando a sociedades enteras a una crisis econ¨®mica y moral sin precedentes recientes. Aunque la diversidad de un movimiento tan complejo como el 15M ha mostrado en ocasiones las caras del utopismo de litrona o incluso de la violencia, los espa?oles har¨ªamos mal en despreciar una oportunidad poco com¨²n en nuestra democracia: la de una sociedad harta y movilizada.
Bajo la espuma de las asambleas interminables, el Movimiento ha martilleado durante meses un ¨²nico mensaje incontestable: las reglas, las instituciones y los l¨ªderes con los que nos hemos dotado han sido incapaces de poner la econom¨ªa y la pol¨ªtica al servicio del inter¨¦s p¨²blico. La crisis financiera, la esclerosis de los l¨ªderes europeos y el modo en el que los responsables de este desaguisado imponen ahora un ajuste intolerable no son m¨¢s que el pen¨²ltimo ejemplo, por relevante que sea. Las clases medias de Grecia, Espa?a y otros pa¨ªses est¨¢n experimentando en este momento la misma receta que otras regiones del mundo experimentaron en el pasado con consecuencias incluso m¨¢s tr¨¢gicas. ?O creen ustedes que la crisis alimentaria que padecen mil millones de seres humanos no est¨¢ relacionada con el desmantelamiento de las instituciones y las reglas del juego que deben embridar el mercado mundial de alimentos?
Esta campa?a electoral -o lo que sea que estamos presenciando cada d¨ªa- deber¨ªa ser suficiente para sacar a la calle a un ej¨¦rcito de caceroleros. Ayer mismo, mientras C¨¢ritas hac¨ªa p¨²blicas las cifras sobre el escalofriante aumento de personas atendidas en sus centros (muchas de ellas rebotadas directamente de las instituciones p¨²blicas), los equipos de Rajoy y Rubalcaba se cruzaban insultos por Twitter en un intercambio que refleja el nivel de la campa?a. Naturalmente, los insultos y los arrebatos patrioteros (nacionales o nacionalistas) son un modo tosco de esconder a los imputados, a la pi?ata en la que han convertido las cajas de ahorro o a las injerencias en los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos o en el poder judicial.
Es intolerable. No debemos aceptar esta mediocridad criminal. No estamos obligados a presenciar el recorte de la atenci¨®n de nuestros mayores y dependientes, las esperas interminables de una cirug¨ªa o el fin de la solidaridad con quienes sufren la pobreza fuera de nuestras fronteras. Necesitamos con urgencia l¨ªderes verdaderos e instituciones que nos unan y nos inspiren.Pero no sirve de mucho que lo repitamos amargados frente al telediario o en la barra de un bar. Ma?ana dejemos a un lado los prejuicios ideol¨®gicos y salgamos a la calle. Aqu¨ª no hay izquierdas ni derechas, solo ciudadanos informados y movilizados. Durante unas horas al menos tendremos la certeza de que no estamos solos.
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