El vino por los ojos
FOTOS: EUGENI PONS
Tondeluna es una aldea en la Rioja Alta. Ahora tambi¨¦n un restaurante para dar de comer a ojos y est¨®mago en el coraz¨®n de Logro?o, muy cerca de la calle Laurel. Su due?o, Francis Paniego, representa a la quinta generaci¨®n de una familia de hosteleros de la ciudad, pero es adem¨¢s un tipo emprendedor que se lanz¨® a abrir establecimientos propios y llev¨® a Logro?o la primera estrella Michel¨ªn de la ciudad. Ahora ha decidido relacionar vino con vista, sabor con sobriedad y dise?o con placer. Para conseguirlo llam¨® a Rub¨¦n Picado y Mar¨ªa Jos¨¦ de Blas, una pareja de perfectos conocedores del espacio interior, capaces de caldear el minimalismo.
Forrado de tableros laminados de chopo terminado en haya para favorecer el aislamiento t¨¦rmico y la ac¨²stica y arropado por listones policromados, ideados por un fabricante de La Rioja (Garnica-Plywood) -que ha investigado con los arquitectos la incorporaci¨®n a los listones de l¨¢minas de caucho (para cuidar la ac¨²stica) o reciclado de recortes de tablero (para pavimentar el suelo)-, el restaurante Tondeluna a¨²na limpieza n¨®rdica y chispa sure?a. Y, a la vez, habla de la hoy tan en alza nueva verdad del lugar: nada que ver con la nostalgia pero s¨ª con la consideraci¨®n de la tradici¨®n y con trabajar el kil¨®metro cero de los productos y recursos cercanos para levantar los m¨¢s altos vuelos.
As¨ª, de la misma manera que los materiales del restaurante no ocultan c¨®mo ni de qu¨¦ est¨¢n hechos, la cocina est¨¢ a la vista. Tambi¨¦n la bodega, acristalada. Las seis mesas corridas se comparten porque el Tondeluna es un local con mundo, cosmopolita. Aboga por lo informal sin perder las formas, trata de hacer de la gastronom¨ªa un acto social en el que el compartir gane espacio al esnobismo. La naturalidad por encima de la etiqueta. El local busca llevar la alta cocina a un p¨²blico amplio. A la vez, resulta en un esmerado y vers¨¢til sentido del negocio que permite transformar las seis mesas corridas en un espacio capaz de acoger presentaciones o celebraciones con hasta 200 personas.
Una mesa alta, a modo de barra, sirve para que los comensales esperen su turno. El resto es elecci¨®n y organizaci¨®n: rigor en los materiales, visi¨®n en la capacidad de transformar el espacio, decisi¨®n a la hora de minimizar la decoraci¨®n y talento para transformar los elementos arquitect¨®nicos funcionales en recursos decorativos hacen de este restaurante un modelo de agilidad y frescura. Aire fresco y vino de altura en el casco viejo de Logro?o.
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