?Cu¨¢ndo termina una guerra?
Hace poco le¨ª que, tras ser declarado culpable por el jurado de un tribunal de Estados Unidos, Viktor Bout se encuentra a la espera de que el juez dicte sentencia. La noticia me ha producido alegr¨ªa, pero el hecho de que se le haya juzgado solo por intentar vender armas a las FARC colombianas, me ha dejado un sabor agridulce. Esto, evidentemente, necesita una explicaci¨®n.
Dale una oportunidad a la paz, Freetown, Sierra Leona. Foto: The Love Foundation.Partimos de un tema al que llevo a?os d¨¢ndole vueltas, del que no soy un experto, y en el que, por tanto, no voy a entrar a fondo; solo quiero compartir una reflexi¨®n en voz alta, esperando encontrar respuestas alg¨²n d¨ªa.
?Cu¨¢ndo se puede decir que una guerra ha terminado? Se habla de que muchos de los conflictos africanos que caracterizaron el final del siglo XX, han tenido un final feliz... ?Es eso verdad? La comunidad internacional, y la mayor¨ªa de los ciudadanos, suelen tomar como punto de referencia la firma de un tratado de paz o la victoria de uno de los bandos. Sabemos que eso solo significa el fin de los enfrentamientos armados, no de la violencia, ni de las injusticias, ni de las violaciones de los Derechos humanos¡ ?ltimamente lo hemos visto en Costa de Marfil o en Libia, por citar dos ejemplos recientes.
Los grandes olvidados, tras el final de un conflicto, son las v¨ªctimas. Los l¨ªderes pol¨ªticos y militares de ambos bandos se hacen fotos y festejan juntos, los jefes y jefecillos reciben ayudas e incentivos¡ ?Pero qu¨¦ pasa con el dolor de las mujeres violadas, el de las ni?as y los ni?os a los que se les ha robado la infancia, con la impotencia y la desesperaci¨®n de los desplazados y los refugiados, con la frustraci¨®n de los que han perdido sus casas, sus amigos, sus seres queridos...? ?Pueden las compensaciones econ¨®micas, si alguna vez se reciben, paliar el sufrimiento o se necesita algo m¨¢s?
La implementaci¨®n de la paz y la consecuci¨®n de la justicia en ?frica dependen de las aportaciones econ¨®micas y la voluntad pol¨ªtica de los pa¨ªses occidentales, los llamados donantes, cuyas prioridades suelen diferir de las de la poblaci¨®n local, que es la que m¨¢s sufre los efectos de la guerra. Es f¨¢cil que se ignore el dolor y la desolaci¨®n de tantas personas en aras del mantenimiento de la paz, de la recuperaci¨®n econ¨®mica, de la reconciliaci¨®n nacional, del mirar hacia el futuro¡ Los expertos internacionales y los pol¨ªticos locales deciden, la mayor¨ªa de las veces sin consultar a los ciudadanos, qu¨¦ es lo mejor para el pa¨ªs y c¨®mo consolidar la paz.
Puente de la Paz, Freetown, Sierra Leona. Foto Devetacon
Esta reflexi¨®n me surge a partir de la experiencia vivida en Sierra Leona, donde, tras diez a?os de guerra, el 12 de enero de 2002 tuvo lugar una gran ceremonia en la que se quemaron armas y municiones para simbolizar el final de la contienda. [Curiosamente, entre tantas noticias como hay sobre esa guerra, en muchos idiomas, cuesta encontrar alguna referencia a este acto; parece que la paz no vende]. El entonces presidente del pa¨ªs, Ahmad Tejan Kabbah, declar¨®: ¡°La guerra ha terminado, ve y disfruta de la vida¡±. War don don, como se dice en krio, se convirti¨® en el estribillo de canciones y pancartas por todo el pa¨ªs. La gente lo celebr¨® en las calles y aldeas: canto, bail¨®... Y tras la fiesta, la vuelta a la realidad: las casas destruidas, los campos arrasados, los que nunca volver¨ªan, la violencia sufrida¡ Se establecieron instituciones con el prop¨®sito de hacer justicia, como el Tribunal Especial para Sierra Leona y la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n, que no se atrevieron a enfrenarse a los que realmente est¨¢n detr¨¢s de cualquier conflicto. Los verdaderos responsables de la guerra: los gobiernos, las empresas y los poderosos que se beneficiaron de ella nunca fueron cuestionados. Llevo a?os deseando que, especialmente, dos de esas personas sientan el peso de la justicia en sus vidas.
Una de ellas es Viktor Bout. Este se?or, nacido en 1967, en Dushanbe, antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica (hoy Tajikistan), fue uno de los mayores traficantes de armas del mundo hasta su captura y extradici¨®n a Estado Unidos en 2008. Durante la ¨²ltima d¨¦cada del siglo pasado y la primera del presente, Bout se especializ¨® en burlar los embargos de armas impuestos por la ONU a varios pa¨ªses africanos: Angola, Ruanda, Liberia, Sierra Leona¡ Peri¨®dicos, informes de Naciones Unidas y estudios de instituciones internacionales lo relacionaban continuamente con las distintas guerras que asolaban el continente, pero ning¨²n pa¨ªs lo persegu¨ªa. Posiblemente los gobiernos occidentales utilizaban sus servicios para hacer negocios en ?frica. No olvidemos que en el caso de Sierra Leona, hasta el gobierno ingl¨¦s viol¨® el embargo de armas. Los aviones Antonov y los helic¨®pteros, propiedad de Bout, en los que se transportaban las armas, se hicieron habituales a lo largo de la geograf¨ªa africana. Parece que siempre cobraba en diamantes por sus servicios. Los famosos diamantes de sangre.
Tr¨¢iler en castellano de la pel¨ªcula Diamante de sangre (2006), de Edward Zwick.
Sus aviones son, casi seguramente, los que aparecen en la pel¨ªcula/documental La pesadilla de Darwin. Su negoci¨® sigui¨® expandi¨¦ndose a medida que se trasladaban las guerras, hacia Pakist¨¢n o Afganist¨¢n, por ejemplo. Posiblemente, el personaje que Nicolas Cage interpreta en la pel¨ªcula El Se?or de la guerra, est¨¦ basado en su vida.
Tr¨¢iler en castellano de la pel¨ªcula El se?or de la guerra (2005), de Andrew Niccol.
Siempre so?¨¦ con ver a Bout ante el Tribunal Penal Internacional acusado de cr¨ªmenes contra la Humanidad. Pero no, se le juzga en Estados Unidos por una trampa tendida por la CIA, cuando, seguramente, ya no lo necesitaba.
La otra persona que me hubiese gustado ver ante la Justicia era Gadafi. El informe final de la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n, reconoce la responsabilidad del presidente libio en el conflicto que asol¨® Sierra Leona. Prueba que cre¨® un programa para entrenar a grupos revolucionarios, entre ellos a algunos sierraleoneses encabezados por Foday Sankoh, l¨ªder del RUF, como parte de su proyecto de ayuda a los movimientos de ¡°liberaci¨®n¡± de ?frica. Tambi¨¦n hab¨ªa guerrilleros liberianos, guiados por el ahora ex presidente del pa¨ªs, Charles Taylor, que, en la acualidad, se encuentra en La Haya a la espera de que el Tribunal Especial para Sierra Leona dicte sentencia.
El presidente libio no solo entren¨® y asesor¨® a estos ¡°guerrilleros¡±, sino que tambi¨¦n los financi¨® y se benefici¨® de los diamantes y otros recursos naturales de sus aliados. Ahora Gadafi ha muerto de forma cruel e inhumana; una muerte que no se merece nadie, como tampoco se la merec¨ªan los miles de mujeres y de hombres que en toda ?frica han sufrido a causa de sus ¡°programas¡±. La venganza no es justicia. Tambi¨¦n cay¨® cuando ya no era ¨²til a sus ¡°amigos¡± de Occidente. Pero su final no ha tra¨ªdo la paz a las v¨ªctimas de tantos conflictos africanos, m¨¢s bien ha provocado que nunca sepamos toda la verdad sobre los intereses en juego en estas guerras.
Esta entrada no ten¨ªa mayor pretensi¨®n que expresar la sensaci¨®n agridulce que me ha producido una noticia. No hay paz sin justicia, las v¨ªctimas siguen sufriendo a pesar de los a?os pasados¡ Tengo la sensaci¨®n de que siempre ganan los mismos: los poderosos, los intereses econ¨®micos o pol¨ªticos, que no hay esperanza para el pobre, que a ?frica no le queda otra que sufrir¡, y, sin embargo, el d¨ªa a d¨ªa deja entrever cierta esperanza.
Sigo d¨¢ndole vueltas al tema. No s¨¦ si existe una respuesta.
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