Colombia emerge de la violencia
La narcoguerrilla ya no es el santo patrono del campesinado
Hace un par de d¨¦cadas, me reun¨ª en Londres con el promotor cultural Peter Florence. Hablamos de la necesidad de un festival que compitiese, al menos regionalmente, con el muy famoso y concurrido de Edimburgo, en Escocia. Pensamos en el pa¨ªs de Gales y su gran tradici¨®n. Como los escoceses hablan escoc¨¦s, los galeses hablan gal¨¦s y esto los distingue del mundo anglo-londinense. Se cre¨®, pues, el festival en el peque?o poblado de Hay-on-Wye. Su patriarca ser¨ªa un famoso residente local, Eric Hobsbawm. Su geograf¨ªa, el paisaje de colinas rodantes y bosques espor¨¢dicos.
Hay se expandi¨® de su primera localidad galesa a Belfast, Nairobi, Las Maldives, Kerala, Beirut y, en lengua castellana, a Segovia, Cartagena de Indias y Zacatecas. Patrocinado por la gobernadora Amalia Garc¨ªa, el festival se mud¨® cuando el siguiente gobierno no le dio el mismo apoyo que Amalia. Xalapa, en cambio, recibi¨® a Hay con entusiasmo. Hoy, Hay-Xalapa entra a su segundo a?o de vida, custodiado por el rector de la Universidad Veracruzana, Ra¨²l Arias Lovillo y animado por el muy atento y vivaz p¨²blico de la capital xalape?a.
A la reuni¨®n de Cartagena de Indias concurrieron escritores latinoamericanos de la nueva generaci¨®n. El boliviano Edmundo Paz Sold¨¢n, la argentina Claudia Pi?eiro, el mexicano Xavier Velasco, la brasile?a N¨¦lida Pi?¨®n, los peruanos Mario Bellatin y Gustavo Rodr¨ªguez, el nicarag¨¹ense Sergio Ram¨ªrez, los espa?oles Carmen Posadas y Javier Moreno, el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa y los colombianos Belisario Betancur, Santiago Gamboa, y Juan Gabriel V¨¢zquez. Am¨¦n del nigeriano Ben Okri, el italiano Bruno Arpaia y el norteamericano Jonathan Franzen, cuyo t¨ªtulo m¨¢s reciente, Libertad (Freedom) es una extraordinaria incursi¨®n en el mundo moderno de los EE UU. A los personajes y la trama, Franzen a?ade, con ¡°libertad¡±, historia y ¨¦tica, pol¨ªtica y noticia, psicoan¨¢lisis y ensayos fuera (s¨®lo en apariencia) del contexto.
Junto con Sergio Ram¨ªrez y Javier Moreno, particip¨¦ en un encuentro en el teatro Adolfo Mej¨ªa con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Abierta a un p¨²blico que llen¨® el recinto, la conversaci¨®n fue variada pero se ajust¨® al enunciado, ¡°ideas para un mundo en transici¨®n¡±. Subrayo que el presidente Santos se present¨® en un escenario p¨²blico, sin l¨ªmite de entrada, y lo subrayo porque dudo que muchos jefes de Estado latinoamericanos participen de manera tan libre en un evento abierto a todos. Ello s¨®lo subraya la popularidad y respeto que los colombianos otorgan a Santos, rechazado s¨®lo por los extremos de derecha e izquierda.
Santos ha negado a la guerrilla el apoyo de los campesinos a los que ha entregado tierras propias en lo que equivale a una reforma agraria colombiana
Es explicable. Santos ha negado a la guerrilla el apoyo de los campesinos a los que ha entregado tierras propias en lo que equivale a una reforma agraria colombiana. La narcoguerrilla ya no es el santo patrono del campesinado. Santos -como C¨¢rdenas en M¨¦xico- les ha dado la tierra, no los narcotraficantes que as¨ª pierden su clientela agraria. A los pueblos de Colombia, Santos ha enviado soldados originarios del lugar, que cuentan con la amistad y hasta el parentesco de los habitantes locales. El presidente ha continuado, en estas condiciones, la lucha contra los narcos de derecha e izquierda, rob¨¢ndoles apoyo e infligi¨¦ndoles las penas previstas por una legalidad en proceso de restauraci¨®n.
No todo es perfecto. Colombia emerge apenas (a duras penas) de largas d¨¦cadas de violencia. Santos ha optado por la ley como respuesta, aunque tambi¨¦n con la fuerza cuando es (y lo es mucho) necesario. A los gobiernos vecinos, sobre todo a los de Caracas y Quito, Santos les ha tendido la mano, despu¨¦s de a?os de rechazo y enemistad. Si ellos no la toman, la culpa no ser¨¢ de Santos. Si la toman, el presidente colombiano podr¨¢ llevar adelante su proyecto: respetar la ley y contar con la ciudadan¨ªa.
En la reuni¨®n de Cartagena, Santos se uni¨®, adem¨¢s, al proyecto esbozado por los ex-presidentes C¨¦sar Gaviria, Ernesto Zedillo y Fernando Henrique Cardoso. La legalizaci¨®n (o des-criminalizaci¨®n) de la droga. La pol¨ªtica represiva, dijo Santos, es ¡°una bicicleta est¨¢tica¡±. Para Colombia, a?adi¨® Santos, se trata de un asunto de seguridad nacional ¡°porque el narcotr¨¢fico alimenta y financia todos los grupos ilegales¡±. La pol¨ªtica actual ha fracasado. Hay que cambiarla, y s¨®lo se puede cambiar mediante un acuerdo internacional. Santos propone trascender las decisiones nacionales elevando el tema al ¨¢mbito global al cual pertenece.
Es notable que un presidente gobernante trate con tanto valor y claridad este tema. Las pol¨ªticas contra el narcotr¨¢fico han dejado miles de muertos (50.000 s¨®lo en M¨¦xico). Han desacreditado a las fuerzas oficiales que ganan una y pierden tres. Han fortalecido a las bandas criminales que al cabo operan con impunidad. Se ha desconocido el destino de las drogas -los EE UU- y no se ha identificado ni a los usuarios ni a los distribuidores en territorio norteamericano.
Adem¨¢s, los narcos financian la guerrilla colombiana. De manera que el asunto, ante todo, incumbe al presidente Santos internamente. En vez de quedarse plantado all¨ª, Santos ha tenido el valor y el buen sentido de elevar el tema a la comunidad y a las organizaciones internacionales. Veremos si, venciendo prejuicios y cegueras, prospera el desaf¨ªo de Santos.
Carlos Fuentes es escritor
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