El gran juego sirio
Mientras Bachar el Asad intenta someter a sangre y fuego la revuelta y ataca a la poblaci¨®n civil, Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n y Turqu¨ªa libran un pulso para ganar peso en el nuevo Oriente Pr¨®ximo
La revuelta siria ha entrado en un callej¨®n sin salida. Cuando est¨¢ a punto de cumplirse el primer aniversario del levantamiento popular, el r¨¦gimen ha decidido jugarse el todo por el todo y emplear su artiller¨ªa pesada para tratar de aplastar las protestas que tienen su epicentro en la ciudad de Homs. Su prop¨®sito no es otro que someter la revuelta de manera definitiva y dar una lecci¨®n que quede grabada a sangre y fuego en la poblaci¨®n, tal y como hiciera hace 30 a?os en Hama.
Sin embargo, el presidente Bachar el Asad yerra tanto en el diagn¨®stico como en el tratamiento de la crisis siria, ya que si algo ha quedado meridianamente claro en este ¨²ltimo a?o es que a m¨¢s represi¨®n m¨¢s movilizaci¨®n de la calle. Ante el dilema de abandonar el poder? motu proprio o morir matando, parece haber optado por la peor de las opciones. En este sentido est¨¢ siguiendo, a pies juntillas, el gui¨®n escrito en Libia por Muamar el Gadafi a pesar de su fatal desenlace.
Una vez fracasado su intento de poner fin a las manifestaciones pac¨ªficas mediante el uso de francotiradores, las tropas sirias han optado por el bombardeo de ¨¢reas densamente pobladas con artiller¨ªa pesada. Esta decisi¨®n ha incrementado de manera notable el n¨²mero de v¨ªctimas civiles en las ¨²ltimas semanas. Eso s¨ª: el r¨¦gimen se ha guardado de emplear la aviaci¨®n para evitar dar argumentos a la comunidad internacional para que imponga zonas de exclusi¨®n a¨¦rea. Estos actos constituyen cr¨ªmenes de lesa humanidad que deber¨ªan ser inmediatamente investigados y perseguidos.
De lo anteriormente dicho cabe deducir que las estrategias de supervivencia adoptadas por Bachar el Asad hasta el momento han resultado fallidas, ya que ni han conseguido desmovilizar a la poblaci¨®n ni tampoco han fortalecido al r¨¦gimen, que cada d¨ªa que pasa es m¨¢s d¨¦bil. Sus promesas en torno a una eventual liberalizaci¨®n pol¨ªtica mediante la enmienda de la Constituci¨®n o una nueva ley de partidos resultan obscenas, ya que tienen como tel¨®n de fondo un escenario preb¨¦lico. El r¨¦gimen parece ignorar que la coerci¨®n s¨®lo funciona si es empleada con cuentagotas en circunstancias excepcionales, pero no puede convertirse en un recurso cotidiano para perpetuarse en el poder.
Asad est¨¢ siguiendo, a pies juntillas, el gui¨®n escrito en Libia por Muamar el Gadafi a pesar de su fatal desenlace
Esta peligrosa escalada de la violencia ha tenido al menos un efecto positivo, ya que ha despertado a la comunidad internacional del profundo letargo en el que se hallaba sumida. Durante los primeros meses de la revuelta popular, EE UU y la UE dieron un voto de confianza a Bachar el Asad, a quien ve¨ªan como un reformista maniatado por los halcones del r¨¦gimen. Esta lectura, a todas luces err¨®nea, dio un bal¨®n de ox¨ªgeno a las autoridades sirias, que consideraron que dispon¨ªan de un tiempo extra y, en consecuencia, apostaron por la v¨ªa coercitiva para aplacar las movilizaciones. La sangrienta represi¨®n, que ya ha provocado m¨¢s de 6.000 muertes, ha convencido finalmente a los pa¨ªses occidentales de que no pueden permanecer de brazos cruzados mientras Siria se despe?a hacia la guerra civil.
Ante la inmovilidad de la comunidad internacional ha sido la Liga ?rabe la que ha asumido el protagonismo estableciendo una hoja de ruta para la era post-Asad. Una vez constatado el fracaso de su misi¨®n de observadores, el organismo regional adopt¨® un plan que preve¨ªa el establecimiento de un gobierno de coalici¨®n nacional con la presencia de los grupos de oposici¨®n y la celebraci¨®n de elecciones parlamentarias y presidenciales para elegir un Parlamento plenamente representativo. Este plan goz¨® de un amplio consenso inter¨¢rabe, no s¨®lo por parte de los pa¨ªses m¨¢s beligerantes hacia el r¨¦gimen sirio (con Catar y Arabia Saud¨ª a la cabeza), sino tambi¨¦n de los gobiernos post-revolucionarios (T¨²nez, Libia y Egipto). Todos ellos han retirado sus embajadores en Damasco y han congelado las relaciones bilaterales.
S¨®lo tras el planteamiento de dicho plan, la comunidad internacional ha movido ficha, debatiendo un proyecto de resoluci¨®n destinado a condenar a las autoridades sirias por sus reiteradas violaciones de los derechos humanos y exigirle un completo cese de los ataques contra la poblaci¨®n civil. Adem¨¢s, la propuesta de resoluci¨®n conminaba al Consejo de Seguridad a revaluar la situaci¨®n cada 15 d¨ªas y adoptar medidas m¨¢s contundentes si no se apreciaba cambios sobre el terreno. Esta amenaza nada velada fue interpretada por Rusia y China como un primer paso para establecer una coalici¨®n de voluntades que, tal y como ocurri¨® previamente en Libia, podr¨ªa intervenir militarmente bajo la doctrina de la Responsabilidad de Proteger. El consiguiente veto ruso-chino no puede entenderse plenamente sin aludir a los intereses estrat¨¦gicos y comerciales que ambos pa¨ªses tienen en Siria. Adem¨¢s, a ninguno le conviene sentar precedentes que podr¨ªan ser empleados en el futuro inmediato contra otros pa¨ªses (l¨¦ase Ir¨¢n) ni allanar el camino para que EE UU refuerce su posici¨®n en la regi¨®n.
Pero quiz¨¢s lo m¨¢s determinante en el gran juego que unos y otros est¨¢n librando en torno al futuro de Siria sea el pulso de las potencias regionales para ganar peso en el Nuevo Oriente Pr¨®ximo post-revolucionario. No es ning¨²n secreto que Arabia Saud¨ª pretende exportar su modelo ultraortodoxo wahhab¨ª al resto del mundo ¨¢rabe y que ha puesto sus petrod¨®lares al servicio de esta causa. Lo verdaderamente novedoso es que los saud¨ªes est¨¢n aprovechando la actual coyuntura, te¨®ricamente adversa para sus intereses, para recuperar el terreno perdido en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas y para tratar de condicionar la labor de los gobiernos islamistas reci¨¦n electos. Su prop¨®sito no ser¨ªa otro que frenar las reformas democratizadoras y obligarles a adoptar un programa maximalista. Pese a su empe?o, es poco factible que Riad consiga salirse con la suya, puesto que su rancio proyecto pol¨ªtico representa un ataque contra la l¨ªnea de flotaci¨®n de la Primavera ?rabe.
Cabe preguntarse cu¨¢nto tiempo ser¨¢ capaz de sobrevivir el r¨¦gimen sirio en unas condiciones cada d¨ªa m¨¢s adversas
De otra parte nos encontramos con Ir¨¢n, que intenta preservar a toda costa el arco chi¨ª que va desde Ir¨¢n hasta L¨ªbano pasando por Irak y Siria e, incluso, extenderlo a otros pa¨ªses del golfo P¨¦rsico con poblaci¨®n chi¨ª como Bahr¨¦in. De ah¨ª su empe?o por desarrollar un programa nuclear que podr¨ªa consolidar su hegemon¨ªa regional y ser empleado como arma disuasoria contra sus enemigos tradicionales: EE UU, Israel y Arabia Saud¨ª. Por ¨²ltimo, nos encontramos con Turqu¨ªa, que parece haber sacrificado su pol¨ªtica de cero problemas con los vecinos para adaptarse al nuevo escenario regional tratando de convertir su modelo islamodem¨®crata en un referente para el conjunto de movimientos islamistas ¨¢rabes.
En el caso de que la comunidad internacional no d¨¦ con la f¨®rmula m¨¢gica para resolver la situaci¨®n, estos tres actores jugar¨¢n un papel central en el futuro de Siria. Lo que no est¨¢ nada claro es qu¨¦ precio est¨¢n dispuesto a pagar cada uno de ellos para mantener o extender su influencia. Si bien Ir¨¢n ha apostado todas sus cartas para apuntalar a su aliado estrat¨¦gico porque considera su supervivencia pr¨¢cticamente un asunto de seguridad nacional, no parece que Arabia Saud¨ª o Turqu¨ªa est¨¦n dispuestas a librar en territorio sirio una guerra contra Ir¨¢n a trav¨¦s de actores interpuestos. Adem¨¢s, es altamente improbable que la oposici¨®n siria se preste a entrar en dicho juego o que las diferentes comunidades ¨¦tnicas y confesionales que componen su heterog¨¦neo mosaico social se dejen manipular por las intrigas regionales.
As¨ª las cosas, cabe preguntarse cu¨¢nto tiempo ser¨¢ capaz de sobrevivir el r¨¦gimen sirio en unas condiciones cada d¨ªa m¨¢s adversas. Abandonado por el mundo ¨¢rabe, asfixiado por las sanciones internacionales y estrangulado por una profunda crisis econ¨®mica todo parece indicar que el apoyo iran¨ª y ruso ser¨¢ insuficiente para garantizar su supervivencia. El gran perdedor de esta angustiosa espera ser¨¢, una vez m¨¢s, la poblaci¨®n civil, que deber¨¢ derramar a¨²n m¨¢s sangre antes de que el r¨¦gimen se desmorone de manera definitiva.
Ignacio ?lvarez-Ossorio es profesor de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad de Alicante y autor de Siria Contempor¨¢nea
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