El peligro de la chispa incendiaria con Ir¨¢n
La pol¨ªtica nuclear de Teher¨¢n sigue generando riesgos de confrontaci¨®n militar
Ir¨¢n es una potencia nuclear. Al menos hasta ahora, no est¨¢ ni mucho menos dispuesta a renunciar a su pol¨ªtica de enriquecimiento de uranio ni, eventualmente, a fabricar la bomba. Desde hace a?os, y especialmente en los ¨²ltimos meses, el tono de las palabras y los gestos alcanzado contra el otro por iran¨ªes, israel¨ªes y estadounidenses no ha dejado de elevarse hasta extremos muy alarmantes, para advertir de lo que van a hacer o disimular a gritos su indecisi¨®n en hacerlo. Verdad o exageraci¨®n, no se excluyen operaciones a¨¦reas contra instalaciones en Arak, Kayale, Fordo, Isfahan, Darkhouvin o Busher, u otros lugares, incidentes en las aguas del estrecho de Ormuz, disparos de misiles, u operaciones anfibias, en un panorama de amenazas y desplantes que denota cada vez m¨¢s envalentonamiento, porque Ir¨¢n no muestra signos de achantarse ante sus enemigos, ni tampoco de plegarse a las exigencias de las Naciones Unidas, de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad m¨¢s Alemania, ni del Organismo Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA).
Que Ir¨¢n parece muy decidido a defenderse y a proseguir con sus designios nucleares lo demostrar¨ªan diversas declaraciones p¨²blicas y maniobras aeronavales, y lo sugieren los resultados de la ¨²ltima visita a las instalaciones nucleares de los inspectores del OIEA, decepcionante una vez m¨¢s, en febrero. En las filtraciones conocidas del informe que los inspectores han elaborado se afirma que Ir¨¢n est¨¢ acelerando de manera muy fuerte y llamativa el ritmo de producci¨®n de uranio enriquecido, a un ritmo de 14 kilos por mes. Ya dispone de unos 110 kilos de este material, enriquecido casi al 20%, lo que seg¨²n el OIEA le acerca a disponer de la cantidad necesaria para fabricar la bomba. El OIEA critica otra vez a Ir¨¢n por no colaborar debidamente con la inspecci¨®n, al no permitir el acceso a la instalaci¨®n militar de Parchin. Y afirma que no puede dar seguridades sobre la ausencia de materiales y actividades nucleares sin declarar en el pa¨ªs; tampoco puede concluir que todo el material nuclear en Ir¨¢n sirva para actividades pac¨ªficas.
El ambiente internacional que rodea la cuesti¨®n iran¨ª tiene tan alto nivel de electricidad pol¨ªtica que cualquier chispa por c¨¢lculo equivocado, provocaci¨®n o imprudencia puede generar una explosi¨®n de graves consecuencias para todos. Pese a la intensidad a que se habr¨ªa llegado en la tensi¨®n, nadie ha querido certificar de manera taxativa que el t¨¦rmino de la pol¨ªtica nuclear iran¨ª est¨¢ en la bomba, como no se ha reconocido que la mejor y casi la ¨²nica manera de doblegar la voluntad de Ir¨¢n residir¨ªa en la fuerza. Y no se ha querido hacer porque una actuaci¨®n as¨ª contra un pa¨ªs de tal categor¨ªa ¡ªestrat¨¦gica, cultural, demogr¨¢fica, econ¨®mica¡ª presenta innumerables dificultades y riesgos. Los objetivos est¨¢n dispersos, ocultos y defendidos, y algunos se sit¨²an cerca de poblaciones. No hay pruebas absolutas de culpabilidad. Y, hasta ahora, en Occidente se estim¨® que bastar¨ªan las presiones diplom¨¢ticas, las sanciones y acciones encubiertas. O no han bastado o tardan en producir efectos o no crean suficiente desencanto en la poblaci¨®n ni visible descr¨¦dito en su gobierno.
No hay pruebas absolutas de culpabilidad y hasta ahora Occidente estim¨® que bastar¨ªan las presiones diplom¨¢ticas, las sanciones y acciones encubiertas
Por exceso o defecto, hay lecturas para todos los gustos, menudean los arbitristas. La guerra secreta comenz¨® hace meses, quiz¨¢s como preparativo para la otra clase de guerra. Durante el trayecto entre ambas se ha aireado todo tipo de detalles, hip¨®tesis y planes, c¨®mo y d¨®nde atacar, de qu¨¦ manera m¨¢s apropiada se deben encajar las represalias iran¨ªes y las repercusiones en el alza de los precios de los productos energ¨¦ticos, articular el consenso internacional, incluso se han publicado recomendaciones sobre los aviones m¨¢s adecuados para el ataque, las bombas y los misiles; todo ello tal vez para contribuir al convencimiento de que es mejor detener por la fuerza lo que en definitiva se presenta como la involuci¨®n nuclear de un r¨¦gimen enloquecido, antes que hallarse ante el hecho consumado de un Ir¨¢n ya nuclear, mucho menos manejable, mucho m¨¢s peligroso. Ese es el Ir¨¢n que se encontrar¨ªa, seg¨²n palabras del ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, protegido por la ¡°zona de inmunidad¡±.
En cualquier caso, Ir¨¢n no parece ser un enemigo f¨¢cil, inconstante o huidizo. Golpeado militarmente no desaparecer¨ªa su voluntad nuclear. Sus planes nucleares se interrumpir¨ªan o retardar¨ªan, pero sin que Teher¨¢n renunciara por completo a reanudarlos. Es decir, que las eventuales operaciones en el teatro iran¨ª no tendr¨ªan los efectos contundentes de las realizadas por los cazabombarderos de Israel contra el reactor de Osirak (Irak, en junio de 1981), y contra el de Al Kibar (Siria, en septiembre de 2007). Adem¨¢s, Ir¨¢n no querr¨ªa sufrir la situaci¨®n de la Libia de Gaddafi ¡ªtan castigada, precisamente, seg¨²n estimaciones, por haber renunciado al arma nuclear¡ª, sino m¨¢s bien seguir el ejemplo de Pakist¨¢n e India, incluso y quiz¨¢s sobre todo, el de la Corea del Norte, cuya alt¨ªsima reputaci¨®n en armas nucleares, misiles, actuaciones terroristas y violaciones de los derechos humanos le integran en esa zona de inmunidad, con el privilegio de ser invulnerable, gozando de impunidad.
En esos cap¨ªtulos, y no s¨®lo en los relacionados con la amenaza que Ir¨¢n supondr¨ªa por su pol¨ªtica nuclear y sus misiles, es donde de manera progresiva se tiende a encuadrar al r¨¦gimen de Teher¨¢n, odioso desde cualquier perspectiva. Unos motivos que se manejan con intensidad y frecuencia crecientes, mediando sonoras acusaciones que proceden de Estados Unidos, Reino Unido e Israel, se solapan a los m¨¢s conocidos por su alta incidencia estrat¨¦gica, caracterizando por todos ellos al Ir¨¢n de la actualidad como un peligro que la sociedad internacional debe despejar. De esta manera, se estar¨ªan acumulando las pruebas ¡ªalgo parecido se hizo contra el Irak de Sadam Husein¡ª, para colmar y alargar el convencimiento de que la guerra era inevitable y necesaria, llegado el caso. No es descartable tampoco que de nuevo se demuestre en su d¨ªa que las pruebas no eran tan s¨®lidas, que la guerra s¨ª deber¨ªa haberse evitado, result¨® muy distinta a la prevista, con consecuencias terribles para atacados y atacantes.
El m¨ªnimo que Ir¨¢n pide no coincide con el m¨¢ximo que pide Occidente
Ya en el anterior informe del OIEA, de noviembre de 2011, los inspectores mostraron sus sospechas sobre la militarizaci¨®n de la pol¨ªtica nuclear de Ir¨¢n, pa¨ªs al que consideraron poseedor de la capacidad cient¨ªfica, t¨¦cnica e industrial necesarias para la fabricaci¨®n de armas nucleares, si se decide hacerlo. No es improbable que el arma nuclear llegue a manos iran¨ªes, como no lo es que el OIEA refuerce con tales argumentos su denuncia y que el Consejo de Seguridad se niegue por tanto a levantar las sanciones internacionales; fueron alargadas por los ministros de Asuntos Exteriores de la Uni¨®n Europea el pasado 23 de enero, y ratificadas por el Parlamento Europeo el 2 de febrero. Al hacerlo, el Parlamento Europeo pidi¨® que las sanciones tuvieran el menor impacto posible sobre la poblaci¨®n civil, reclam¨® a Teher¨¢n que pusiera t¨¦rmino a su programa nuclear y conden¨® las amenazas de cierre del estrecho de Ormuz.
Tras 10 a?os de negociaciones fracasadas, en especial las de Ginebra (en diciembre de 2010) y Estambul (enero de 2011), pese a las resoluciones del Consejo de Seguridad exigiendo el cese de los programas de misiles, y de los relacionados con el uranio y el plutonio, estar¨ªa claro que el m¨ªnimo que Ir¨¢n pide no coincide con el m¨¢ximo que pide Occidente. Ir¨¢n no encuentra garant¨ªas para disponer del suficiente combustible nuclear para sus centrales, a cambio de renunciar al enriquecimiento de ese uranio que tambi¨¦n sirve para fabricar la bomba. Adem¨¢s, siguiendo en toda su perversidad el conocido discurso de la respetabilidad nuclear, Teher¨¢n ha acabado por encerrarse en el temor al cambio pol¨ªtico que en realidad, y no ya el desarme nuclear, es lo que pretender¨ªa Occidente. Dif¨ªcil pero no imposible, que a estas alturas Teher¨¢n se convenza de los beneficios que obtendr¨ªa del desarme, y de la lealtad con el OIEA y el Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear del que el pa¨ªs es signatario; pero tampoco parece f¨¢cil que ciertos pa¨ªses de Occidente y Oriente Pr¨®ximo llegado a este punto renuncien a ahogar un r¨¦gimen tan acorralado y molesto, derrotado por s¨ª mismo.
Ignacio Rup¨¦rez, diplom¨¢tico, fue embajador de Espa?a en Irak (2005-2008)
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