La persistencia de las desigualdades de g¨¦nero (2): Discriminaci¨®n y anonimato
El Servicio Diplom¨¢tico es uno de los ¨¢mbitos m¨¢s sexistas dentro de la administraci¨®n p¨²blica de cualquier pa¨ªs del mundo. Las tradiciones corporativas y el esp¨ªritu aristocr¨¢tico se combinan haciendo de ¨¦ste uno de los espacios menos permeables a la igualdad de g¨¦nero dentro de los Estados democr¨¢ticos.
En Argentina, como en muchos otros sitios, el ingreso a la carrera diplom¨¢tica se realiza mediante un complejo proceso selectivo. Desde los a?os ¡¯60, esta tarea es ejecutada por el Instituto del Servicio Exterior de la Naci¨®n (ISEN), dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Adem¨¢s de la selecci¨®n de los nuevos diplom¨¢ticos, el ISEN tiene por funci¨®n capacitarlos de manera permanente. El competitivo proceso de selecci¨®n se lleva a cabo mediante un conjunto de pruebas de conocimiento en diversos campos acad¨¦micos: Derecho Constitucional e Internacional P¨²blico, Historia Pol¨ªtica y Econ¨®mica Argentina, Historia de las Relaciones Pol¨ªticas y Econ¨®micas Internacionales, Econom¨ªa y Comercio Internacional, Teor¨ªa Pol¨ªtica, Cultura General y temas de actualidad econ¨®mica internacional. Adem¨¢s, se realizan pruebas de aptitud diplom¨¢tica y ex¨¢menes psicol¨®gicos, entre otros.
Desde la creaci¨®n del ISEN, hasta casi mediados de los ¡®90, s¨®lo un 15% de las 50 vacantes disponibles para el acceso a la carrera diplom¨¢tica eran ocupadas por mujeres. La ¡°cuota¡±, aunque no ten¨ªa car¨¢cter oficial, funcionaba de manera efectiva. Las pruebas no eran superadas por m¨¢s de 5 o 6 mujeres en cada proceso selectivo. Sin embargo, hace casi 20 a?os, los ex¨¢menes de ingreso al servicio exterior argentino dejaron de ser nominales y pasaron a ser an¨®nimos. Desde entonces, el acceso a la carrera diplom¨¢tica se produce de forma casi equilibrada entre hombres y mujeres. De los 50 seleccionados en 2010, 23 postulantes eran de sexo femenino, mientras que en el 2011, 24.
Es evidente que el motivo que explica que antes del anonimato s¨®lo 15% de las vacantes fueran cubiertas por mujeres, no ten¨ªa nada que ver con la capacidad acad¨¦mica de las aspirantes ni, mucho menos, con la ¡°vocaci¨®n¡± diferenciada entre hombres y mujeres para el ejercicio de la funci¨®n diplom¨¢tica. La selecci¨®n nominal operaba como un eficiente mecanismo de discriminaci¨®n en uno de los primeros pa¨ªses latinoamericanos en que las mujeres consiguieron transponer las puertas de las universidades.(1)
Entraban menos mujeres al servicio diplom¨¢tico porque los encargados de corregir las pruebas sab¨ªan que eran eso: mujeres. Imagino que algunas razones de peso deber¨ªan tener para considerar que las candidatas de sexo femenino no tendr¨ªan las condiciones suficientes para ejercer el cargo al que aspiraban. Cuando dejaron de saberlo, algunos arist¨®cratas de la diplomacia nacional quiz¨¢s descubrieron que no es la inteligencia lo que separa a los hombres de las mujeres en las sociedades democr¨¢ticas.
Siendo as¨ª, una vez superada la barrera de entrada, ?se supone que, en los ¨²ltimos 20 a?os, el servicio diplom¨¢tico argentino, ha vivido una primavera democr¨¢tica en lo que respecta a la igualdad de g¨¦nero? No tanto. Al asumir Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, apenas 5% de los embajadores a cargo de representaciones en el exterior eran mujeres. Algo m¨¢s que las que hab¨ªa a comienzos del siglo XX, es verdad, aunque bastante poco si se consideran los avances que, en materia democr¨¢tica, experiment¨® la sociedad argentina en los ¨²ltimos 100 a?os. De hecho, desde inicios del siglo XIX hasta la actualidad, s¨®lo una mujer ha ejercido el cargo de Ministra de Relaciones Exteriores de la Argentina. Y lo ha hecho por menos de dos meses. Se trat¨® de Susana Ruiz Cerrutti, quien asumi¨® el cargo mientras conclu¨ªa el gobierno de Ra¨²l Alfons¨ªn en medio de una grav¨ªsima crisis institucional. Actualmente, de las 30 embajadas m¨¢s importantes de la Argentina, s¨®lo dos son ocupadas por mujeres: la de M¨¦xico y la de Gran Breta?a. Ninguno de los m¨¢s de 70 embajadores que tuvo la Argentina en su principal representaci¨®n diplom¨¢tica, la de Estados Unidos, ha sido mujer.
Las desigualdades, dec¨ªamos, siempre buscan hacia delante su v¨ªa de escape. Es all¨ª donde se instalan, para permanecer.
Las dificultades para que una mujer llegue a ocupar el cargo de embajadora por las v¨ªas corrientes de la promoci¨®n en la carrera diplom¨¢tica, son enormes en la Argentina, como en casi todo el mundo. Superado el escollo del proceso selectivo, las mujeres del servicio diplom¨¢tico argentino deben abrirse camino con un monumental esfuerzo en un universo sexista y discriminador. Algunas llegan, claro est¨¢. Y lo hacen gracias a su sacrificio y a su extraordinaria capacidad de trabajo. Muchas, con iguales m¨¦ritos, sin embargo, van quedando por el camino, en un pa¨ªs en el que parece ser m¨¢s f¨¢cil que una mujer llegue a la Presidencia de la Rep¨²blica que a la Canciller¨ªa.
Las mujeres argentinas han conseguido superar muchas de las barreras que les imped¨ªan ejercer los principales puestos de comando y de direcci¨®n dentro de la sociedad. Lo han hecho, entre otras razones, gracias a la democratizaci¨®n del sistema educativo. Falta, sin embargo, un largo camino por recorrer.
Las desigualdades de g¨¦nero persisten. La lucha por superarlas, tambi¨¦n.
(Desde R¨ªo de Janeiro)
(1) Ver: Alicia Itat¨ª Palermo, El acceso de las mujeres a la educaci¨®n universitaria
La persistencia de la desigualdad de g¨¦nero es una serie de tres breves art¨ªculos que concluir¨¢ el d¨ªa 8 de marzo.
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