La hora de la igualdad de derechos
Todas las personas deben contar con la posibilidad de cuidar a sus criaturas conservando su puesto de trabajo y su salario completo.
Esta recesi¨®n se encuentra con otro g¨¦nero de mercado de trabajo: las mujeres son ya el 45% del total de personas ¡®activas¡¯; y tienen mayor grado de formaci¨®n que los hombres. Adem¨¢s, mientras la tasa de actividad masculina est¨¢ en descenso, la femenina contin¨²a aumentando. En parte deseo y en parte necesidad, lo cierto es que las mujeres no est¨¢n dispuestas a irse a casa. Pero ?c¨®mo les va? En cierto modo podr¨ªamos decir que nos hemos igualado en el infortunio: la tasa de paro femenina tan solo est¨¢ ahora un escaso punto por encima de la masculina (23,32%, frente al 22,46% de los hombres).
Pero, mientras las mujeres son minor¨ªa entre las personas paradas con bajo nivel de formaci¨®n, con carrera universitaria son un 30% m¨¢s. Hay un 17% menos de mujeres ocupadas que de hombres ocupados; y muchas no salen de la precariedad (por ejemplo, en la treintena registran un 68% m¨¢s de contratos temporales de aprendizaje, formaci¨®n o pr¨¢cticas; en la cuarentena un 138% m¨¢s de temporales en periodo de prueba). Las mujeres son m¨¢s del triple que los hombres entre los contratos a tiempo parcial (30 veces m¨¢s entre los que se deben a razones de cuidados). El salario medio anual de los hombres supera en un 42% al de las mujeres; la pensi¨®n media en un 32%.
La cuesti¨®n es: ?c¨®mo influir¨¢ la Reforma Laboral de 2012 en esa especial tendencia de las mujeres a la precariedad? Por desgracia hay razones para pronosticar que la desigualdad aumentar¨¢. Ir¨®nicamente, lo que lastra al 45% femenino de la fuerza de trabajo es precisamente su rigidez diferencial. Y es que, mientras con los hombres las empresas ya adquieren muy pocas obligaciones, las mujeres presentan una probabilidad no despreciable (y magnificable por desconocida) de acogerse a las facilidades para ¡®conciliar¡¯; y en ese caso no podr¨¢n ser despedidas durante un periodo imprevisible que puede llegar hasta los 8 a?os. ?Qu¨¦ puede convencer a una empresa para contratar mujeres? ?nicamente que sean m¨¢s productivas y m¨¢s baratas, o sea que est¨¦n m¨¢s explotadas. He aqu¨ª una importante causa de discriminaci¨®n salarial y de precariedad femenina.
Este problema parece pasar desapercibido incluso para los abanderados de la flexibilidad a ultranza: ?c¨®mo es que no han reparado en esa ¡®rigidez¡¯ que afecta a una parte tan importante de la fuerza de trabajo? La ignorancia de la mitad femenina de la realidad trastoca todos los an¨¢lisis. Por ejemplo, ya que la eficiencia es la palabra m¨¢s invocada para justificar esta reforma, ?c¨®mo puede el Gobierno considerar que el tiempo parcial es ¡®una asignatura pendiente¡¯? No hay duda de que les vendr¨¢ bien a algunas empresas en particular; pero potencia la econom¨ªa sumergida y subemplea a muchas mujeres altamente formadas, lo que es ineficiente por definici¨®n. La posibilidad de realizar horas extraordinarias agrava todos los problemas del tiempo parcial; y ahora ya ni siquiera podemos afirmar que facilite la conciliaci¨®n.
Hay un 17% menos de mujeres ocupadas que de hombres ocupados; y muchas no salen de la precariedad
?Qu¨¦ hay de la conciliaci¨®n? En el Decreto parece que no existiera ese tema, salvo por la referencia a las supuestas ventajas del teletrabajo y por las limitaciones a la reducci¨®n de jornada, que ahora tendr¨¢ que ser ¡®diaria¡¯; pero la Reforma va a hacer mucho m¨¢s dif¨ªcil incluso la decisi¨®n de tener criaturas. La propia ignorancia del tema de la conciliaci¨®n contradice tambi¨¦n la pretendida preocupaci¨®n por la eficiencia. Ah¨ª tenemos a los pa¨ªses n¨®rdicos, con la mejor fecundidad de Europa y tambi¨¦n los m¨¢s competitivos; todo ello a base de poner en primer plano la integraci¨®n de las mujeres, los derechos laborales y la protecci¨®n social. Claro, que este es el concepto de eficiencia a medio y largo plazo.
A¨²n en el corto plazo, el ¨²nico horizonte que parece primar ahora, no parece muy eficiente que el 45% m¨¢s formado de la oferta laboral (las mujeres) tenga esa etiqueta de ¡®menos disponible¡¯ que le dificulta ocupar su lugar en el empleo. Y nadie ha alegado que vayan a compensar esta situaci¨®n generalizada los simb¨®licos y selectivos incrementos para mujeres en las subvenciones a determinados contratos (8,3 o 16, 7 euros/mes; y solo ¡®en sectores en los que este colectivo est¨¦ menos representado¡¯). Efectivamente, no ser¨ªa sensato pretender cambiar la asignaci¨®n del 45% de la oferta laboral a base de subvenciones; ergo la v¨ªa de la compensaci¨®n ya no es ni imaginable.
As¨ª que ha llegado la hora de la igualdad. Los derechos para el cuidado deben extenderse a todas las personas trabajadoras; y para ello esos derechos tienen que cambiar. Los hombres nunca se han acogido extensivamente a excedencias ni a reducciones de jornadas por cuidados; y cada vez menos mujeres est¨¢n dispuestas a hacerlo. Pero es que, aunque quisieran, cada vez menos pueden: ya antes de la reforma, solamente un 31% de las mujeres entre 20 y 39 a?os ten¨ªa un empleo fijo. As¨ª, estas medidas truncan la carrera de la exigua minor¨ªa de mujeres que se acoge, dificultan el acceso al empleo fijo de todas y no resuelven el problema de la conciliaci¨®n (?ni de la fecundidad!). Por consiguiente, la ¨²nica soluci¨®n es ofrecer a todas las personas, hombres mujeres, la posibilidad de cuidar a sus criaturas conservando su puesto de trabajo y su salario completo. Eso es posible con permisos de paternidad y maternidad iguales, intransferibles y pagados al 100%; reducci¨®n y racionalizaci¨®n de los horarios a tiempo completo; y universalizaci¨®n del derecho a plaza en la educaci¨®n infantil p¨²blica desde la finalizaci¨®n de los permisos.
En definitiva, tanto el corto como el largo plazo exigen una visi¨®n amplia e integradora. Sin estabilidad laboral y sin derechos no es posible ni siquiera la reproducci¨®n, la formaci¨®n ni el aprovechamiento optimo del capital humano. Por este camino solo habr¨¢ m¨¢s precariedad, m¨¢s desigualdades, menos competitividad y menos futuro.
Mar¨ªa Pazos Mor¨¢n es investigadora del Instituto de Estudios Fiscales. Su ¨²ltimo libro publicado es Econom¨ªa e Igualdad de G¨¦nero: Retos de la Hacienda P¨²blica en el Siglo XXI.
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