La ambici¨®n que casi quiebra a Adele
La maquinaria que rodea a la cantante es perfecta. Salvo, quiz¨¢, su propio motor: ella misma Insaciable en lo profesional, su ¨¦xito no est¨¢ exento de divismo, tensi¨®n y riesgos para la salud ?Qu¨¦ queda de la chica sencilla de voz desgarrada que enamor¨® al mundo?
Reconoce que fueron tres avisos a lo largo de 10 meses. El primero en Par¨ªs, en enero de 2011. El ¨²ltimo, en la boda de un amigo el 1 de octubre. A Adele le hizo falta perder la voz dram¨¢ticamente tres veces para acudir al mejor especialista del mundo.
Antes de que el doctor Zeitels le diagnosticara un p¨®lipo, ella hab¨ªa experimentado con f¨®rmulas dom¨¦sticas. El d¨ªa de su 22? cumplea?os dej¨® la bebida. Un esfuerzo para quien dice haber compuesto sus mejores temas con algunas copas encima. Pero al final se rindi¨®. La incombustible Adele suspend¨ªa en octubre su gira. Cirug¨ªa y una convalecencia de cuatro meses. Con todo, su presencia ya no era necesaria. 21, su segundo disco, ya hab¨ªa pulverizado todos los r¨¦cords de ventas de la ¨²ltima d¨¦cada.
Su reaparici¨®n en los Grammy, el 12 de febrero, era esperada con m¨¢xima expectaci¨®n. Y volvi¨® a su manera, modelo apisonadora. Interpretando Rolling in the deep con su poderosa voz de contralto apabullando a su propia banda. La demostraci¨®n de fuerza habitual en ella. Esa que sobrecoge a su p¨²blico a la vez que causa desaz¨®n. ¡°Me sabe mal cuando veo c¨®mo canta siempre a tope de sus posibilidades¡¡±, dijo la vocalista estadounidense Lizz Wright, prototipo de voz educada acad¨¦micamente. Tanto da, esa noche la artista se llev¨® seis grammys.
¡°Siempre a tope¡± parece ser el modo vital de Adele desde que se lo jug¨® a una carta con 21, su segundo disco. El primero, 19, en 2008, no fue tan popular. Adele era la oferta de Sony para los cinco millones de personas que hab¨ªan comprado Back to black, de Amy Winehouse. Sin embargo, esos prefirieron hacerse con Rockferry, el debut de Duffy, la apuesta de Universal. La derrota no fue por goleada, pero siendo Duffy una delicada rubia de largas piernas, hay incluso quienes la atribuyeron a lo que el extempor¨¢neo Karl Lagerfeld verbaliz¨® hace unas semanas: ¡°Es un poco demasiado gorda, pero tiene una cara preciosa y una voz divina¡±.
Diez d¨ªas despu¨¦s de estas declaraciones y su correspondiente disculpa, Adele se llevaba dos brits, los Grammy de su pa¨ªs. La mujer se alarg¨® dando las gracias por los galardones. Cuando el presentador le cort¨®, le dedic¨® una peineta. Todo en Adele Laurie Blue Adkins, nacida el 5 de mayo de 1988 en Tottenham, es siempre a tope.
El ¨¦xito le sonr¨ªe. Ha recuperado la voz, vendido 17 millones de discos y comprado una mansi¨®n de 11 millones de d¨®lares. Tie?ne nuevo novio, Simon Konecki, de 36 a?os, un exinversor que dirige una ONG. Pero el precio es que Adele y su entorno parecen haberse asentado en un estado de crispaci¨®n constante. ¡°Tengo algunos cambios de humor muy repentinos¡±, cont¨® a Vogue USA. ¡°No es que sea bipolar, pero puedo pasar de decir ¡®Dios m¨ªo, te amo¡¯ a ¡®Fuera de mi casa¡±.
Algo que se evidenci¨® en Madrid. Ni Adele ni su troupe hicieron muchos amigos en la ciudad cuando vinieron a actuar el pasado abril a la sala La Riviera. Llegaron con leoninas condiciones para los fot¨®grafos (solo dos consiguieron acreditaci¨®n para el foso). Retiraron el permiso para la retransmisi¨®n en directo del concierto por Radio 3 (RNE), ya autorizada y anunciada. La causa, un peque?o retraso de los t¨¦cnicos de la emisora (la versi¨®n oficial de RTVE fue: ¡°Suspendido por problemas log¨ªsticos¡±). Nadie trat¨® personalmente con ella en su visita. O al menos eso esgrimen los consultados para no contestar a la pregunta ¡°?c¨®mo es Adele de cerca?¡±. Todos menos uno, que no quiere identificarse: ¡°Se comport¨® de forma engre¨ªda y distante. Como una hooligan¡±.
En diciembre, una filtraci¨®n revel¨® que las exigencias de la artista para los locales que acoger¨ªan su gira estadounidense alcanzaban las tres p¨¢ginas. Entre otras instrucciones, obligaba a todos los invitados a cualquiera de sus directos a donar al menos 20 d¨®lares a la ONG brit¨¢nica Sands, que ayuda a padres que han perdido a alguno de sus hijos. ¡°Sin excepciones¡±, recalcaba, para luego a?adir que todas las listas de dichos invitados, ¡°claramente se?aladas para indicar qui¨¦n ha pagado y quien no ha recogido los billetes¡±, fueran ¡°entregadas al tour manager al final del concierto¡±.
Todo lo que afecta a la estrella pasa por un control exhaustivo. Hasta el detalle y el estilo de las notas informativas que sobre ella se escriben. A este mismo peri¨®dico lleg¨® un correo electr¨®nico de su sello espa?ol subrayando un error (se hab¨ªa escrito equivocadamente que Espa?a era uno de los 17 pa¨ªses en los que Adele hab¨ªa llegado al n¨²mero uno de ventas; ¡°ojal¨¢¡±, a?ad¨ªa) y lamentando la opini¨®n negativa que interpretaban que el autor de la nota, este periodista, ten¨ªa del ¨¢lbum de su representada, 21.
Es de suponer que la presi¨®n es grande desde la central brit¨¢nica. Que Espa?a fuera el ¨²nico pa¨ªs de la zona en el que el disco no llegaba a lo m¨¢s alto no era aceptable. Tres meses tardaron aqu¨ª la mayor¨ªa de las cadenas comerciales que tratan a Adele como a un talento indiscutible en empezar a programar con asiduidad su primer sencillo. Finalmente, tras colocar 60.000 copias en 2011 y permanecer 58 semanas en listas, ha llegado este a?o a la posici¨®n m¨¢xima que nunca ha alcanzado en Espa?a: el segundo puesto de la lista de ventas.
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