Inactual
El peri¨®dico que el ciudadano compra en el quiosco es un gesto ideol¨®gico que lo delata. No sucede as¨ª con la tableta digital
Cualquiera que lleve hoy un peri¨®dico bajo el brazo no es que est¨¦ mal informado, pero da la sensaci¨®n de estar viviendo la realidad del d¨ªa anterior. Simplemente se trata de un ciudadano que parece andar fuera tiempo, como si usara un reloj de marca, un poco anticuado, que se retrasa varias horas cada noche. Aparte de eso, el peri¨®dico que uno lleva bajo el brazo define ideol¨®gicamente al lector. Uno se delata en el quiosco cada ma?ana. As¨ª suced¨ªa tambi¨¦n cuando en la Rep¨²blica cada diario era el estandarte de una bander¨ªa pol¨ªtica, de la lucha de clases, incluso de un pensamiento religioso o anticlerical. Durante la larga ceniza de la postguerra el peri¨®dico llegaba al pueblo en el renqueante autob¨²s de l¨ªnea o en el correo ordinario, solo unos pocos ejemplares, que le¨ªa gente muy significada, el farmac¨¦utico, el m¨¦dico, alg¨²n se?or propietario, el cl¨¢sico liberal autodidacta represaliado, un empleado de banco, el secretario del ayuntamiento. Sobre un velador del caf¨¦ y en la barber¨ªa quedaba el diario deportivo un poco grasiento despu¨¦s de haber pasado de mano en mano. Durante el franquismo no se le¨ªa el peri¨®dico para enterarse de algo. Con el acto reflejo de pasar las hojas mojando con saliva la yema del ¨ªndice, se echaba la vista encima de una consigna patri¨®tica, de la inauguraci¨®n de un pantano, del discurso de cualquier jerarca del Movimiento, de los baches del municipio, todo molido por la censura, uniforme, tedioso y empastado de tinta. Al llegar la democracia la prensa escrita se adapt¨® a la libertad y cada diario de acomod¨® de nuevo a la manera de ser y de pensar de sus lectores. Pero con la revoluci¨®n digital hoy la prensa de papel siempre es la de ayer y encima el peri¨®dico progresista, conservador, reaccionario o amarillo que el ciudadano compra en el quiosco es un gesto ideol¨®gico que lo delata. No sucede as¨ª con la tableta digital. Picoteando en el teclado del port¨¢til con los dedos en el metro, en el tren, en una terraza al sol, nadie a tu lado puede saber si eres de derechas o de izquierdas. Leer el peri¨®dico de papel se va a convertir en el futuro en una exquisitez para estetas. Mientras todas las noticias en el digital son ya las de ma?ana, tampoco est¨¢ tan mal ser un ciudadano elegantemente inactual.
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