Compungimiento
Nada consigue borrar la percepci¨®n de un desnortamiento monumental de la izquierda ideol¨®gica
Ha ido cayendo como una lluvia mansa la sensaci¨®n de vivir un interminable par¨¦ntesis de retrocesos o de par¨¢lisis. La tormenta temida ha ido acerc¨¢ndose y una suerte de sortilegio de pasividad ha atacado a la izquierda intelectual, o esa es mi impresi¨®n. Es verdad que algunos articulistas mantienen su mismo tono y su misma l¨ªnea, y es verdad tambi¨¦n que est¨¢ en marcha una movilizaci¨®n sindical m¨¢s o menos convincente (pero, sobre todo, atrapada en la l¨®gica fatal de hacer algo para mostrar su rechazo a las medidas del Gobierno). Y, sin embargo, nada consigue borrar la percepci¨®n de un desnortamiento monumental de la izquierda ideol¨®gica. Quiz¨¢ la victoria de Rubalcaba en las primarias socialistas fue un resultado esperable para los m¨¢s veteranos de la tribu; quiz¨¢ era un desprop¨®sito dejar en manos de una mujer catalana y joven al PSOE; quiz¨¢ incluso ante la debacle electoral de las Generales era preferible un voto conservador que reafirmase las posiciones del partido aunque fuese para no acentuar la ca¨ªda todav¨ªa un poco m¨¢s. Pero el efecto difuso o inmaterial de ese resultado ¡ªy al margen de las elecciones andaluzas¡ª es una aton¨ªa perfectamente descriptible: la moral de una resignaci¨®n casi biol¨®gica se ha instalado en la izquierda, que, adem¨¢s, ha encadenado noticias destructivas en su propio campo, como la desaparici¨®n de P¨²blico. Incluso mereci¨® un llamativo editorial de este peri¨®dico.
La renovaci¨®n ideol¨®gica de la izquierda ya no es una urgencia porque en realidad ya da igual si se renueva o no: ahora es un esfuerzo in¨²til, como lo es el intento de arbitrar un frente ideol¨®gico fuerte para limitar el poder del dinero y fortalecer el poder del Estado. La ilusi¨®n difusa de la alternativa Chac¨®n estuvo fundada para muchos precisamente en callar a quienes la daban por inimaginable: introducir un liderazgo de ruptura con el pasado, aunque en su candidatura hubiese titulares del poder reciente, empezando por ella misma. Pero de forma ic¨®nica y simb¨®lica, en la candidatura hab¨ªa varias rupturas juntas que al menos pod¨ªan atraer la curiosidad de gentes nuevas y hasta entonces ausentes. Ser catalana y ser mujer son razones pueriles para votar un candidato pero eran razones suficientes para que en la tribu informada a nadie se le pasase por la cabeza que pod¨ªa ganar. Y, sin embargo, buena parte de las razones para apoyar su victoria era precisamente que a nadie se le pasaba por la cabeza que ganase.
Quiz¨¢ los a?os futuros detecten en esa derrota de Chac¨®n un quiebro fundamental del ¨¢nimo de la socialdemocracia
La desmotivaci¨®n en esas filas ha sido grande, pero el efecto secundario ha sido mucho peor al desactivar la menor esperanza de renovaci¨®n pr¨®xima del socialismo de acuerdo con una sociedad que lleva casi 40 a?os sin franquismo. Quiz¨¢ ha sido una irresponsabilidad de los m¨¢s veteranos del lugar porque la desmovilizaci¨®n de la izquierda intelectual o de clases medias ilustradas es el efecto inmediato de la desmotivaci¨®n, es decir, de la ausencia de horizonte alguno, de plan de ruta o de arco de triunfo al que llegar. No hay nada a la vista ni queda rastro alguno de expectativa de poder pero tampoco de confianza en la circulaci¨®n de nuevas ideas o de abandonar la respiraci¨®n asistida. La impunidad judicial de un pu?ado de pol¨ªticos mangantes, el zepo reaccionario que atrapa a la derecha en el poder, la bochornosa complicidad del fiscal cin¨¦filo con la derecha medi¨¢tica y chantajista, la obediencia irrestricta e incondicional al poder bancario, la rebaja de derechos sociales y la indulgencia con el pasado franquista como nueva ley hist¨®rica han desempe?ado el papel de los rayos y truenos en medio del calabobos de una derecha invasiva y peligrosamente segura de s¨ª misma.
Esa retah¨ªla de retrocesos y alguna indecencia m¨¢s s¨®lo confirma en la depresi¨®n a la izquierda, que ya no est¨¢ melanc¨®lica siquiera, sino directamente hu¨¦rfana y exp¨®sita. Quiz¨¢ los a?os futuros detecten en esa derrota de Chac¨®n un quiebro fundamental del ¨¢nimo de la socialdemocracia y de la izquierda de la socialdemocracia espa?ola (contra lo que aparenta hoy IU), como si el miedo al cambio lo hayan encarnado precisamente quienes abanderaron el cambio en los a?os ochenta. Ser¨ªa una perturbadora met¨¢fora sobre la aclimataci¨®n cobarde de los socialdem¨®cratas al uso de la democracia. No s¨¦ qu¨¦ dir¨ªa Javier Pradera, pero lo imagino levantando las cejas una vez m¨¢s, dejando caer las gafas sobre la punta de la nariz e iniciando el despliegue ralentizado y teatral de una vasta carcajada de piedad ante mi compungimiento.
Jordi Gracia es catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola en la Universidad de Barcelona.
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