Si te van a matar, no te suicides
De puro miedo a la muerte de los peri¨®dicos, los periodistas terminaremos peg¨¢ndole un tiro al periodismo. La peor manera de suicidarse es limitarse a vocear distintas versiones. Periodismo es indagar y buscar la verdad
Antes que nada querr¨ªa darle las gracias al patronato de la Escuela de Periodismo por invitarme hoy a estar aqu¨ª y a dar esta charla. La Escuela de Periodismo de EL PA?S-UAM tiene ya 26 a?os y en actos similares a este han intervenido periodistas a los que admiro mucho (algunos est¨¢n sentados en esta misma mesa) y de los que he aprendido lo bueno que s¨¦ de este oficio. Quiero darles las gracias aqu¨ª expresamente.
Dec¨ªa que, en total, antes que yo han hablado aqu¨ª 25 conferenciantes en 25 a?os¡ Y yo soy la primera mujer. Como hay ahora mucha pol¨¦mica con este asunto, dejen que empiece dici¨¦ndoles: se?oras y se?ores, queridos amigos y amigas, compa?eros y compa?eras, queridos profesores y profesoras.... me paro aqu¨ª. Podr¨ªa resumir diciendo: queridos alumnos y queridos periodistas, pero si he hecho esta larga enumeraci¨®n no es porque quiera discutir sobre gram¨¢tica, que tiene sus propios expertos, sino para que quede claro que pienso que las mujeres en este oficio seguimos siendo demasiado transparentes.
Pero este no es el tema de la charla.
Tengo una amiga que es un fen¨®meno en Internet y en todas las nuevas tecnolog¨ªas aplicadas a la comunicaci¨®n y que se esfuerza en evangelizarme en esta nueva fe. Yo me dejo evangelizar encantada porque estoy sinceramente deslumbrada y agradecida a estas tecnolog¨ªas. Lo estamos todos los que empezamos en este oficio cuando hab¨ªa que depender de una m¨¢quina infernal que, gracias a los dioses, ha quedado completamente obsoleta, que se llamaba t¨¦lex. Sufr¨ªamos como locos con aquellas cintas llenas de agujeritos y con las miles de maniobras que ten¨ªamos que hacer para llamar por tel¨¦fono o, peor a¨²n, para conseguir cualquier papel, conferencia, libro o documento que necesit¨¢bamos para el trabajo que tuvi¨¦ramos entre manos y que ahora logramos con un simple clic.
Todas aquellas angustias que entorpec¨ªan nuestro trabajo no serv¨ªan para nada, salvo, quiz¨¢s, para forjarnos el car¨¢cter en la adversidad y para alentar nuestra cultura del esfuerzo, de la que tanto se habla hoy en d¨ªa.
As¨ª que, ??c¨®mo no estar deslumbrada por todas las posibilidades que se han abierto gracias a esas nuevas tecnolog¨ªas!!
El descr¨¦dito del periodismo viene cada vez m¨¢s unido al de la democracia
Cuando miremos para atr¨¢s dentro de unos a?os, cuando miren ustedes para atr¨¢s, se dar¨¢n cuenta de que, antes que nada, esta fue una ¨¦poca apasionante para el periodismo. Una ¨¦poca de aut¨¦ntica conmoci¨®n, que ustedes tuvieron la oportunidad de presenciar en primera fila; mejor todav¨ªa, la oportunidad de ser los protagonistas. Los que acaban hoy el m¨¢ster, los que inician este a?o su formaci¨®n, ser¨¢n los protagonistas de una formidable transformaci¨®n y, si hay algo irresistible para un buen periodista, es estar ah¨ª, asistir a un cambio radical, ser testigo de una revoluci¨®n.
Obviamente, esta transformaci¨®n no se limita a la aparici¨®n de nuevas herramientas. Ser¨ªa demasiado simple. Es mucho m¨¢s. Lleva aparejada tambi¨¦n un profundo cambio del modelo de la empresa period¨ªstica, que es ya una empresa de comunicaci¨®n y, si me apuran, de telecomunicaci¨®n, un cambio del modelo de negocio, y, consecuentemente, de las formas de trabajar; una revoluci¨®n, incluso de conceptos que parec¨ªan inconmovibles y que han saltado por los aires. En algunos casos, ya se observan los fundamentos de la nueva obra que se est¨¢ levantando. Pero en otros, nadie sabe todav¨ªa como proseguir ni en que acabar¨¢ el nuevo edificio.
Lo que los periodistas hemos constatado siempre es que en todos los periodos de cambios radicales, en todas las transformaciones tan brutales como esta a la que estamos asistiendo, suele haber muertos. Decenas de muertos por el camino. Y la pregunta que nos hacemos no es cu¨¢ntos periodistas quedar¨¢n en el camino (que son muchos), sino si el propio periodismo ser¨¢ una de esas v¨ªctimas, porque las transformaciones le lleven a ser engullido por esa cosa mucho m¨¢s extensa, y muy diferente, que es la comunicaci¨®n.
Lo m¨¢s triste es que de puro miedo a que nos maten, los periodistas terminemos peg¨¢ndole un tiro al periodismo. De ah¨ª el t¨ªtulo de esta charla, que puede parecer un poco extra?o: si te van a matar, no te suicides.
Yo creo, he cre¨ªdo siempre, que no hay nada m¨¢s tonto que dejarse matar dando facilidades. Y eso es lo que nos puede pasar, si no reflexionamos, sin miedo, sobre lo que est¨¢ ocurriendo.
Esto va muy deprisa, evoluciona r¨¢pido y de manera impredecible (casi como la Uni¨®n Europea, dir¨ªa yo) y la capacidad de influir que tenemos los periodistas en esta vertiginosa transformaci¨®n parece estar cada d¨ªa, cada minuto, m¨¢s en declive. Nuestro papel en el debate es cada vez menor y ese es un dato relevante.
Como reconoce mi amiga, la evangelizadora, que tiene un gran sentido del humor: "Estos ser¨ªan unos momentos maravillosos para el periodismo, si no fueran tan terribles".
Les voy a explicar las muy variadas posibilidades que tenemos los periodistas de suicidarnos. Una especie de suicide, mode d?emploie que dir¨ªa un franc¨¦s, con la pretensi¨®n de que, si las identificamos, quiz¨¢s podamos huir de todas las oportunidades que se nos presentan, y se nos ofrecen, de abrirnos las venas.
a) Una manera de suicidarse es creer que el periodismo es "nuestro", de una generaci¨®n determinada de periodistas, que nos hemos convertido en sus guardianes, en los guardianes de sus esencias y que somos los ¨²nicos con derecho o autoridad para ejercer su control. Esa es una idea bastante letal y funesta, porque lleva a no aceptar cambios, a negarse a ver las nuevas realidades y, sobre todo, porque impide precisamente lo que m¨¢s necesitamos, un debate abierto entre periodistas de todas las generaciones y de todos los distintos medios, que nos permita recuperar influencia como profesionales.
Creer que hay un grupo que debe proteger al periodismo de los cambios o de nuevas influencias es absurdo. Nos suicidaremos si, entre todos, no favorecemos el debate y el an¨¢lisis de esas nuevas transformaciones, muchas de ellas imprescindibles, pero algunas de ellas absolutamente contraproducentes.
Hay que hablar sobre los beneficios de la rapidez, de la conectividad, de la interrelaci¨®n con los ciudadanos, pero tambi¨¦n de sus inconvenientes, de sus peligros, de lo que favorece y de lo que perjudica al trabajo period¨ªstico.
Las utop¨ªas regresivas no valen de nada. Pero tampoco hay que tener miedo a decir qu¨¦ cambios creemos que perjudican el trabajo period¨ªstico.
Por ejemplo, yo creo que uno de esos cambios que perjudica es creer que la conversaci¨®n con los lectores, la intercomunicaci¨®n, puede sustituir a la indagaci¨®n de los hechos; que, como veremos m¨¢s adelante, para m¨ª es la esencia de este oficio.
b) El problema no es si sigue existiendo el peri¨®dico en papel o en la tableta.
Uno de los mayores peligros es que la comunicaci¨®n asfixie al periodismo?
El problema es: qu¨¦ es el periodismo en esta nueva ¨¦poca, c¨®mo le afectan esas nuevas herramientas y si esas herramientas y nuevos procesos pueden deteriorar, o romper incluso, las reglas b¨¢sicas de nuestra profesi¨®n.
Y merece la pena tambi¨¦n plantearse si sigue existiendo el concepto mismo de peri¨®dico. Que como su nombre indica, no est¨¢ relacionado con la instantaneidad sino con la periodicidad, con la fijaci¨®n de agendas y con la valoraci¨®n propia, e interpretaci¨®n, de un momento fijo.
A m¨ª me da igual el papel o la tableta. Lo que no me da igual es si sigue existiendo el periodismo o no. Aunque, todo sea dicho, tengo una relaci¨®n de agradecimiento con los lectores del papel, una especie de historia de amor. Son seguramente pocos, en relaci¨®n con los millones que acceden a nuestro trabajo hoy d¨ªa a trav¨¦s de la web, pero han sido lectores fieles, durante decenas de a?os, y nosotros hemos procurado serles leales. Como comprender¨¢n, no quiero hacer nada que pueda acelerar el fallecimiento de ese grupo de personas, ni tan siquiera que les ponga en una situaci¨®n inc¨®moda. Yo, personalmente, les debo mucho, les estoy muy agradecida y les tengo un gran respeto.
c) Otro modo de suicidarse es confundir periodismo y comunicaci¨®n.
Cuanto m¨¢s s¨¦ del mundo de la comunicaci¨®n, m¨¢s exigente me vuelvo con el mundo del periodismo. ?Todo es periodismo? Desde luego que no. Quiz¨¢s todo es comunicaci¨®n, pero el periodismo tiene reglas, normas y objetivos determinados.
Uno de los mayores peligros de esta apasionante etapa es que se confunda las dos cosas, que la formidable fortaleza y expansi¨®n de la comunicaci¨®n asfixie al periodismo y a sus reglas, como algo antiguo e innecesario.
El peligro es que vayamos olvid¨¢ndonos de esas reglas, porque las nuevas herramientas presionen tan fuertemente sobre ellas que no seamos capaces de defenderlas. Tenemos que hablar de todo esto.
?Qu¨¦ reglas son esas? Las que elaboraron Kovach y Rosenstiel en su libro "Elementos del periodismo" son un buen resumen. Seguramente, los que acaban hoy el m¨¢ster ya las conocen. Pero no viene mal recordarlas de vez en cuando:
"La primera obligaci¨®n de un periodista es la verdad. Debe lealtad ante todo a los ciudadanos. Su esencia es la disciplina de la verificaci¨®n. Debe mantener la independencia con respecto a aquellos a quienes informa. (Y con respecto a sus fuentes, dir¨ªa yo). Debe ejercer un control independiente del poder..."
Tambi¨¦n puede ser una buena regla para los periodistas no pensar nunca en "usuarios", sino en lectores, oyentes, televidentes, que es algo m¨¢s personalizado. Es como cuando los m¨¦dicos hablan de "clientes" en lugar de "pacientes". La confianza en el m¨¦dico sufre un baj¨®n muy explicable.
Con "usuarios" se consigue, sin duda, mucha audiencia. Pero con "lectores, oyentes y televidentes"? se consigue influencia, que es algo a lo que debe aspirar el periodismo.
La influencia del periodismo en basa en su capacidad para imponer agendas p¨²blicas, agendas relacionadas con el inter¨¦s p¨²blico (del que hablar¨¦ m¨¢s adelante). Es algo que es realmente dif¨ªcil en la actualidad, debido a la enorme fragmentaci¨®n de los medios en los que los ciudadanos buscan su informaci¨®n, pero que debe seguir siendo uno de los grandes objetivos del periodismo. Influir es: decir expl¨ªcitamente las cosas sobre las que creemos que hay que hablar colectivamente.
Esas agendas p¨²blicas son tambi¨¦n las que marcan las diferencias con la prensa amarilla o sensacionalista, porque ese tipo de medios lo que quiere es imponer una propia como si fuera p¨²blica. El ejemplo m¨¢s claro son los sucesos puestos en primera p¨¢gina. Si aparecen en la secci¨®n de sucesos, invitan a la reflexi¨®n sobre la insondable condici¨®n del ser humano. Si aparecen en la primera p¨¢gina, exigen declaraciones sobre la pena capital, la cadena perpetua o la reforma de incontables leyes (sobre todo, si afectan a los menores).
Las agendas p¨²blicas que el periodismo quiere imponer tampoco tienen nada que ver con los Trending Topic, que son otra cosa.
De hecho, los trending topics que han batido r¨¦cords de cientos de millones de citas, como la muerte de Michel Jackson o los papeles de Wikileaks, no son consecuencia de una voluntad de fijar agendas.
La muerte de Jackson fue un hecho que marc¨® la agenda por s¨ª mismo. Y los wikileaks fueron una agenda marcada por otros medios de comunicaci¨®n, no en Twitter o Facebook, que se limitaron m¨¢s bien a rebotarlo o glosarlo.
Si para saber lo que pasa en Homs bastan Twitter o Facebook, ?por qu¨¦? muri¨® all¨ª Marie Colvin?
d)Ya he mencionado las reglas que enumeraron Kovach y Rosenstiel. Me gustar¨ªa tambi¨¦n recordar las recomendaciones de Albert Camus a los periodistas. Sus reglas. Eran estas:
"Reconocer el totalitarismo y denunciarlo. No mentir y saber confesar lo que se ignora Negarse a cualquier clase de despotismo, incluso provisional".
Si olvidamos estas recomendaciones estamos en peligro de perder el orgullo de esta profesi¨®n, que es algo m¨¢s importante de lo que les puede parecer.
No s¨¦ si se han dado cuenta de que en muchas de las pel¨ªculas de hoy d¨ªa los periodistas son unos canallas de tomo y lomo. Antes no era as¨ª. Incluso en pel¨ªculas tan cr¨ªticas como Primera Plana, el protagonista, Jack Lemmon, era un reportero decente que buscaba la verdad.
Precisamente, es muy f¨¢cil caer en ese descr¨¦dito si los periodistas no creemos que existe la verdad. Una verdad de los hechos que queremos y debemos contar. Quieren convencernos de que no existe la verdad. Pero existe, claro que existe. No se trata de verdades filos¨®ficas, ni religiosas, ni judiciales, sino de la verdad relacionada con los hechos.
Es esa verdad la que ayuda al sostenimiento de la democracia, porque le da al ciudadano instrumentos para llegar a sus propias conclusiones. Que les proporciona conocimientos necesarios para ser m¨¢s aut¨®nomos.
Los periodistas que no creen en esa verdad, no creen en ellos mismos y, adem¨¢s, han perdido algo fundamental: la lealtad al ciudadano, de la que hablaba Kovach.
El descr¨¦dito del periodismo viene cada vez m¨¢s unido del descr¨¦dito de la democracia y entra?a los mismos peligros. Los periodistas hemos sido, y somos, responsables de buena parte de ese descr¨¦dito, hemos ayudado a esa p¨¦rdida de reputaci¨®n, porque no cumplimos con nuestras obligaciones.
Somos responsables, porque nos falta independencia, porque no cumplimos con la obligada verificaci¨®n, ni con la obligaci¨®n de controlar los poderes. Porque no creamos los foros de discusi¨®n cr¨ªtica, que deber¨ªamos promover. Porque, como denunciaba Camus, ejercemos el despotismo, amig¨¢ndonos con las fuentes.
En momentos como estos, colaborar con ese descr¨¦dito es mortal para esta profesi¨®n. Alguien dijo que hacer funcionar lo p¨²blico es competencia de la izquierda. Pues bien, hacer funcionar el periodismo es competencia de los periodistas. No se retiren del debate. Participen. Y tengan autonom¨ªa en esa discusi¨®n. Seamos abiertos, pero no sean ingenuos.
Tenemos que hacer un mayor esfuerzo. Este oficio es m¨¢s dif¨ªcil de lo que creemos. Dif¨ªcil, porque esta vez la discusi¨®n se produce al mismo tiempo que una transformaci¨®n del modelo de negocio. Es inevitable que esas inc¨®gnitas afecten al modelo de periodismo que se practica.
Es verdad que las empresas necesitan ganar tiempo para definir el modelo de negocio. Los periodistas necesitamos tambi¨¦n ganar determinaci¨®n para defender un periodismo que merezca ese nombre y que no se convierta en un suced¨¢neo de comunicaci¨®n.
Si quieren que les diga la verdad, siempre me he sentido c¨®moda trabajando para una empresa period¨ªstica, en la que los espacios estaban muy bien definidos. Seguramente eso es algo que ya ha cambiado para siempre y no merece la pena ni discutirlo. Pero hay cosas inquietantes en la nueva situaci¨®n.
Por ejemplo, me preocupa que ahora el periodismo de investigaci¨®n, el periodismo de calidad, est¨¦ siendo financiado en Estados Unidos, sobre todo, por fundaciones sin ¨¢nimo de lucro, porque eso quiere decir que las grandes empresas period¨ªsticas norteamericanas ya no se lucran del periodismo de calidad y de investigaci¨®n. Y eso me parece peligroso.
Peligroso que desaparezca el papel de la empresa como impulsora del periodismo de calidad. Si el periodismo de investigaci¨®n tiene que depender de la filantrop¨ªa, malo. Malo tambi¨¦n que se conf¨ªe e impulse exclusivamente el periodismo p¨²blico, el periodismo amateur, como si pudiera sustituir al profesional.
Porque si para saber qu¨¦ sucede en Homs basta Twitter, Facebook o los blogs de quienes viven en la ciudad, ?por qu¨¦ fue all¨ª y por qu¨¦ muri¨® Marie Colvin?
Yo conoc¨ª a Marie Colvin. Ella era la jefe de la oficina de la agencia norteamericana UPI cuando yo era corresponsal de EL PA?S en Par¨ªs y ten¨ªa una oficina en la UPI. Muchos d¨ªas comimos juntas. Era un periodista magn¨ªfica.
Yo no creo que su trabajo en Homs pudiera haberse hecho mirando los twitters desde Par¨ªs o leyendo los blogs desde Nueva York. Colvin fue a Homs porque su testimonio era importante. Ella trabajaba con unas reglas y ella buscaba la verdad de los hechos. Indagaba la verdad de los hechos.
Es peligroso limitarse a atender lo que quiere la audiencia. Eso no es el centro del periodismo
e) Otra manera de suicidarnos es rendirse a la prisa. Siempre ha habido prisas en este oficio. Desde aquellos tiempos en que Reuters decidi¨® enviar una paloma mensajera para adelantar algunas informaciones econ¨®micas, siempre hemos tenido que trabajar bajo presi¨®n. Pero una cosa es trabajar con prisas y otra, suprimir completamente el contexto de los hechos para ganar tiempo. La instantaneidad es un fen¨®meno formidable, pero no debe suplir a la obligaci¨®n de proporcionar ese contexto.
Por eso creo que necesitamos los peri¨®dicos, sean en papel o en tabletas. Un peri¨®dico es una publicaci¨®n que transmite hechos, contextos, an¨¢lisis y opini¨®n al respecto de esos hechos en un momento concreto. Adem¨¢s genera un espacio p¨²blico de discusi¨®n, de discusi¨®n pol¨ªtica, no de comunicaci¨®n.
Para eso hace falta tiempo. Para hacer un periodismo molesto. El periodista brit¨¢nico John Wilson llam¨® la atenci¨®n sobre la obligaci¨®n de ejercer un periodismo "irrespetuoso", pero responsable. "Los periodistas", dijo, "cuestionan temas que mucha gente prefiere que se dejen en paz, amenazan valores que cohesionan una sociedad cuando creen que tienen motivos para ello, erosionan el respeto si tienen datos que revelan que ese respeto est¨¢ mal emplazado y agitan las instituciones en las que la sociedad conf¨ªa para su estabilidad si descubren que no cumplen su funci¨®n. En definitiva, iIuminan problemas intratables, sin tener en cuenta si eso hace m¨¢s y m¨¢s dif¨ªcil la posici¨®n de un Gobierno. Y destruyen la confianza en individuos que no se la merecen".
Reconocer¨¢n que para hacer todo eso hace falta un poco de tiempo. No se puede ni se debe hacer sin verificaci¨®n e indagaci¨®n. Hacen falta reglas. Normas conocidas y respetadas que merezcan la confianza de los ciudadanos.
Si tienen dudas sobre c¨®mo se hace todo eso, pueden leer el libro Ifigenia en Forest Hill, de la periodista Janet Malcolm, que acaba de salir y que es un reportaje magn¨ªfico sobre un juicio, ejemplo de todo lo que acabo de decir.
Si no hacemos todo eso de acuerdo con reglas, perderemos definitivamente la confianza de los ciudadanos. Una confianza que todav¨ªa hoy, pese a todos estos problemas, tenemos. Por lo menos, el ¨²ltimo informe del Pew Center asegura que cuando pasa algo importante, los ciudadanos siguen buscando masivamente su informaci¨®n en medios de comunicaci¨®n conocidos.
f) La peor manera de suicidarse es dejar de indagar los hechos y limitarse a vocear las distintas versiones. Eso no es periodismo. Volvemos a la comunicaci¨®n, que consiste en compartir mensajes, y no en averiguar qu¨¦ tienen de cierto.
Periodismo, insistamos, es indagar en hechos, acontecimientos que tienen inter¨¦s p¨²blico y hacerlo respetando unas reglas.
?Qu¨¦ es de inter¨¦s p¨²blico?, se preguntan algunos. Desde luego, no lo que m¨¢s interesa al p¨²blico, sino algo muy distinto.
La definici¨®n m¨¢s clara que he encontrado es la que proporciona el C¨®digo de Pr¨¢ctica de la Press Complain Commission, del Reino Unido. Dice as¨ª:
"Es de inter¨¦s p¨²blico detectar y exponer delitos o graves fechor¨ªas. Detectar o exponer una seria conducta antisocial. Proteger la seguridad y la salud p¨²blica. Evitar que los ciudadanos sean confundidos por declaraciones o hechos de un individuo". (Especialmente si su conducta no se ajusta a lo que predica)
Los periodistas deben creerse estas reglas y estos objetivos porque es lo que da sentido a su trabajo. El gran periodista polaco Kapuchinsky dec¨ªa que este no es un oficio para c¨ªnicos.
El periodismo de indagaci¨®n sigue siendo importante. Abandonarlo es suicidarse
?l se hubiera quedado fr¨ªo si le hubieran dicho, con la nueva terminolog¨ªa comunicacional, que era un smart aggregator o un sense maker. Son palabras nuevas para cosas antiguas. Como cuando se dice que la banca esta "apalancada" y los ciudadanos "endeudados". Significa simplemente que los dos tenemos un agujero. En este caso, igual. Los smart aggregator y los sense makers son periodistas que investigan y que proporcionan contexto, sentido y comprensi¨®n a lo que sucede.
Los periodistas mexicanos que arriesgan su vida analizando lo que sucede en su pa¨ªs, y que merecen toda nuestra admiraci¨®n, son sense makers. No importa como se les llame siempre que no se confunda qu¨¦ hacen. En el fondo, lo que importa es el emocionante texto que hicieron p¨²blico algunos periodistas guatemaltecos, quiz¨¢s los m¨¢s amenazados del mundo:
"Nadie dijo que fuera f¨¢cil para los periodistas perder el miedo ante los poderosos. Pero, ?para que sirve el periodismo, si no es para que el resto de la sociedad tenga informaci¨®n con la que enfrentar esos miedos?".
El periodismo de indagaci¨®n sigue siendo un trabajo importante para la sociedad. Exige contexto, credibilidad, testimonio, verificaci¨®n. Todas esas t¨¦cnicas exigen un cierto tiempo y no deben abandonarse por ninguna circunstancia. Eso es algo que debemos tener claro. Si lo abandonamos, nos suicidamos.
Es peligroso limitarse a escuchar lo que quiere la audiencia. Eso no es el centro del periodismo. No es eso lo que piensan los periodistas guatemaltecos. Ellos ofrecen a sus compatriotas instrumentos de conocimiento de su sociedad, los pidan o no, sepan que los necesitan o no.
g) Termino ya. Nadie sabe nada del futuro. Los periodistas, menos que nadie. Limitemos a describir lo que pasa en el presente y expliquemos por qu¨¦ pasa.
Las relaciones de los periodistas con el futuro son muy traicioneras. Solo despu¨¦s de analizar el presente y de explicarlo, podemos limitarnos, quiz¨¢s, a decir lo que queremos para el futuro, pero poco m¨¢s.
Las utop¨ªas regresivas no sirven de nada. Pero tampoco nos suicidemos con utop¨ªas venideras. Nosotros, a lo nuestro. Perdamos esta especie de cultura defensiva que nos atenaza y nos paraliza y empecemos a pensar y a discutir.
El periodismo ha servido a la democracia y a la sociedad y sigue siendo vital para su sostenimiento. Sobre todo en estas ¨¦pocas de incertidumbre.
Periodismo sigue siendo la indagaci¨®n de los hechos en busca de la verdad. Pero para saber indagar en los hechos, para saber preguntar por la verdad, hace falta tener entrenamiento y oficio. Y orgullo y determinaci¨®n.
Salud, compa?eros¡.. y compa?eras.
Este texto es la conferencia pronunciada por Soledad Gallego-D¨ªaz en la inauguraci¨®n del 26? curso de la Escuela de Periodismo EL PA?S-UAM, el 15 de marzo de 2012.
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