Los filtros de la moderaci¨®n
El diario debe borrar los comentarios inapropiados en la edici¨®n digital, pero se reciben quejas de internautas que afirman que han sido objeto de una injusta censura
La idea de que en los foros de Internet debe regir un c¨®digo de conducta que expulse l¨ªcitamente a los practicantes del insulto o la mentira no es nueva. Ya en 1994, Virginia Shea esboz¨® algunos principios de la netiqueta. No obstante, el problema persiste y las intromisiones de sujetos que irrumpen con intenci¨®n de sembrar la discordia, ofender, hacer publicidad¡ son habituales. El tema ya ha sido tratado en estas p¨¢ginas y suscribo totalmente la necesidad de combatir este tipo de conductas que alteran la conversaci¨®n. He recibido cartas de lectores que se sienten agredidos, particularmente en los blogs.
Sin embargo, tambi¨¦n he recibido quejas de lectores que, compartiendo la necesidad de que el diario retire los comentarios inapropiados, afirman que han sido objeto de una moderaci¨®n injusta que ha suprimido mensajes suyos que no vulneraban, a su juicio, ninguna norma de gentileza. Un lector, que se identifica como Giron Morejon, considera que el moderador no entiende la libertad de expresi¨®n. ¡°Comprendo que debe haber un moderador que no permita los insultos, pero pongan uno con un poco de profesionalidad¡±. Kadejo, a prop¨®sito de una noticia de tecnolog¨ªa, envi¨® un comentario sobre la manera de instalar un sistema operativo de c¨®digo abierto. Fue borrado, ¡°existiendo¡±, escribe en su carta, ¡°curiosamente otros posteriores de tono claramente malsonante que s¨ª estaban autorizados¡±. Seg¨²n el rastreo del caso realizado por este defensor, resulta que se bloque¨® inicialmente a las 14.28 horas y un moderador lo autoriz¨® a las 15.46 horas sin que, por un problema t¨¦cnico, reapareciera en el foro. Este episodio demuestra tanto que las decisiones de moderaci¨®n se revisan como que los criterios no son siempre los mismos. Estas situaciones despiertan en los internautas todo tipo de sospechas sobre las razones que ha tenido el encargado de la moderaci¨®n y es habitual que conduzcan a hip¨®tesis infundadas sobre censuras en funci¨®n de intereses ocultos. Los moderadores cometen errores. Un ejemplo de ello es el comentario a una cr¨ªtica de cine del filme El deseo vaciado por parte de M. E., que se limitaba a decir: ¡°?Ni una sola palabra de la tensi¨®n sexual entre los hermanos?¡±. Se borr¨®.
Otro caso que ha llegado al buz¨®n del Defensor del Lector es el de Keniano, que, en un debate entre los lectores sobre el gentilicio de los habitantes de Kenia, vio publicados dos mensajes de terceras personas en los que se atacaban sus opiniones y se bloque¨® su r¨¦plica. En su correo, este lector planteaba que la decisi¨®n l¨®gica habr¨ªa sido publicar el suyo o, en caso de no hacerlo, suprimir las otras dos alusiones.
?C¨®mo funciona la moderaci¨®n? Bajo el criterio editorial del diario, est¨¢ encomendada a una empresa externa, Interactora, cuya tecnolog¨ªa para foros es utilizada internacionalmente. Tambi¨¦n asume la moderaci¨®n de otros medios espa?oles. Seg¨²n explica Joan Llorach, fundador y m¨¢ximo directivo de la compa?¨ªa, el sistema en EL PA?S es de moderaci¨®n de las noticias a posteriori, se aplica una vez publicado el mensaje. Este, de entrada, es analizado por un programa inform¨¢tico que trabaja con 19 filtros de distinto tipo.?
En febrero, la edici¨®n digital recibi¨® 347.332 comentarios
Filtros que detectan contenidos vac¨ªos, mensajes duplicados, escritos en may¨²sculas (lo que se asocia a griter¨ªo), seud¨®nimos que tienen un largo historial de ofensas¡ Tambi¨¦n realizan un an¨¢lisis sem¨¢ntico de los contenidos. Para evitar el bloqueo de un mensaje en funci¨®n de una palabra (teta es un t¨¦rmino que puede figurar en un texto sobre lactancia infantil), el sistema analiza expresiones enteras. Los filtros pueden bloquear un comentario, aprobarlo o proponerlo al moderador para que decida ¨¦l. ¡°Se emplea la tecnolog¨ªa para optimizar la moderaci¨®n realizada por personas¡±, comenta Llorach.
Este proceso supone que, como m¨ªnimo, durante dos minutos el mensaje ser¨¢ visible en el foro. Los moderadores pasan una serie de pruebas para evaluar su capacidad de lectura r¨¢pida y cultura general, e intentar armonizar los criterios, algo muy dif¨ªcil de alcanzar plenamente. Tambi¨¦n reciben formaci¨®n continuada. Una decisi¨®n de borrado o aprobaci¨®n puede ser corregida. ¡°Varias de las quejas que recibimos son porque el internauta considera que el tono de su mensaje es cort¨¦s, sin insultos. Y ello es cierto, pero el problema muchas veces suele estar en el contenido. Por ejemplo, un educado mensaje xen¨®fobo¡±. Llorach afirma rotundamente que nunca han recibido del diario ninguna sugerencia para tratar de forma distinta a ninguna instituci¨®n o persona.
Las estad¨ªsticas dibujan claramente el alto volumen de trabajo y la permeabilidad de la moderaci¨®n. En febrero, se recibieron 347.332 comentarios. En porcentajes redondos, los sistemas autom¨¢ticos aprobaron el 64% y bloquearon el 8%. Los moderadores, por su parte, aceptaron el 18% y bloquearon el 9%.
La actual gesti¨®n de los comentarios en el sitio digital del diario presenta distintas f¨®rmulas. Los blogs, salvo tres que tienen moderaci¨®n previa por Interactora, o no admiten comentarios o deben ser moderados previamente o a posteriori por el titular del mismo. La secci¨®n de Opini¨®n no los alberga. Para publicar un comentario en el foro de una noticia, se pide un tr¨¢mite que no se solicitaba anteriormente: el registro en Eskup. Gumersindo Lafuente, adjunto a la direcci¨®n y responsable de desarrollos digitales, subraya que ello ¨²nicamente supone suministrar el nombre o seud¨®nimo y una direcci¨®n de correo electr¨®nico cuya autenticidad se comprueba. ¡°A partir de ah¨ª, ya pueden participar en los foros¡±. Se trata, argumenta, ¡°de un primer paso para mejorar la calidad de la conversaci¨®n¡±. Admite que la moderaci¨®n siempre resulta imperfecta y que el diario est¨¢ preocupado, aunque nunca suficientemente ocupado, por ello. Se descart¨® la moderaci¨®n previa para dar m¨¢s dinamismo a la charla. Cuando se anula un comentario, aparece vac¨ªo el espacio que ocupaba. No hay camuflaje.
Algunos medios introducen sistemas de evaluaci¨®n de los lectores que aportan comentarios habitualmente pertinentes etiquetando su condici¨®n de fiables, lo que va acompa?ado de determinados privilegios en la participaci¨®n. El equipo digital de este diario est¨¢ considerando la futura introducci¨®n de un sistema de este tipo que suponga un reconocimiento a la reputaci¨®n de internautas que intervienen de forma reiterada y ajust¨¢ndose a las normas de conducta, ¡°sin que ello implique la penalizaci¨®n de los reci¨¦n llegados¡±, comenta Lafuente
Distintos diarios internacionales publican extensos c¨®digos de conducta. The Washington Post anunciaba recientemente una pol¨ªtica ¡°m¨¢s agresiva¡±, prohibiendo el acceso a internautas que tienen un alto porcentaje de comentarios borrados. Tambi¨¦n se propon¨ªa incrementar la lista de palabras que disparan el borrado autom¨¢tico. Aunque la publicaci¨®n de los criterios que un medio aplica para regular la conducta en los comentarios no es una panacea, s¨ª es una referencia b¨¢sica que permite orientar al lector y al propio moderador. En este diario, figuran descritos en un aviso legal con una discret¨ªsima ubicaci¨®n en la web y de lectura inh¨®spita. En el proceso de registro deben aceptarse las condiciones de uso, donde se remite al citado aviso. En la p¨¢gina sobre Eskup hay otro aviso legal con una redacci¨®n m¨¢s clara. Creo que ser¨ªa beneficioso que en el ¨¢rea de comentarios figurase un enlace a un documento centrado en las normas de conducta. La ignorancia no exime del cumplimiento de las mismas, pero la redacci¨®n clara y en lugar visible ayudar¨ªa al lector a conocerlas y a analizar los criterios con que se aplican. The New York Times, por ejemplo, explica de manera di¨¢fana las cosas que no va ¡°a tolerar¡±. Al mismo tiempo, asume como irremediable que ¡°las decisiones de la moderaci¨®n son subjetivas¡±. Sin f¨®rmulas infalibles, promete: ¡°Vamos a hacerla lo m¨¢s cuidadosa y consistente posible¡±. Errores como los citados obligan a EL PA?S a no cejar en la compleja tarea de evitarlos sin bajar las barreras contra el incivismo.
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