Atisbo de justicia
La Corte Penal de La Haya despega con la condena de un caudillo congole?o de ni?os soldado
Han tenido que transcurrir 10 a?os desde la constituci¨®n del tribunal y seis desde la detenci¨®n del acusado para que la Corte Penal Internacional de La Haya (CPI) alumbre su primer fallo. Thomas Lubanga, un se?or de la guerra congole?o que podr¨ªa ser condenado a cadena perpetua, ha sido declarado culpable por tres jueces de secuestrar a miles de ni?os y utilizarlos como soldados en luchas tribales en las que fueron asesinadas m¨¢s de 60.000 personas. Solo un fragmento de los terribles conflictos ¨¦tnicos y religiosos, casi siempre con trasfondo econ¨®mico, que en las ¨²ltimas d¨¦cadas se han cobrado en el centro de ?frica varios millones de vidas, ante la indiferencia exterior.
Lubanga no es una pieza mayor en el punto de mira de un tribunal ¡ªpara sus cr¨ªticos demasiado centrado en ?frica¡ª nacido para perseguir a culpables de genocidio y cr¨ªmenes de guerra y contra la humanidad. Ha estado a punto de ser absuelto por tecnicismos legales, y su proceso refleja en buena medida la falta de medios, la exasperante lentitud y las limitaciones pol¨ªticas y policiales de una instituci¨®n entre cuyos 120 signatarios no figuran pa¨ªses tan decisivos como Estados Unidos, China o Rusia. Esas carencias explican, por ejemplo, que sigan estando fuera de su alcance personajes de la catadura del presidente sudan¨¦s, Al Bachir, verdugo de Darfur, que se pasea por las naciones vecinas con la complicidad de la Uni¨®n Africana pese a estar en busca y captura desde 2009.
Con todo y pese a su modestia, el fallo de La Haya representa una victoria de la justicia internacional contra la impunidad y una reparaci¨®n, siquiera simb¨®lica, para las miles de v¨ªctimas del sanguinario caudillo tribal congole?o. La sentencia, adem¨¢s de recordar a la opini¨®n p¨²blica otros prominentes casos de atrocidades masivas en manos del tribunal (en Costa de Marfil, Libia, Uganda o Kenia), sienta un imprescindible precedente contra la esclavizaci¨®n sexual y militar de ni?os. Una lacra repugnante, no exclusiva de ?frica, expuesta planetariamente estos d¨ªas a prop¨®sito del criminal de guerra ugand¨¦s Joseph Kony, a la cabeza de los m¨¢s buscados por la CPI. El impacto del v¨ªdeo divulgado por una ONG estadounidense sobre el jefe del lun¨¢tico Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or, que ensangrent¨® su pa¨ªs y cuyo rescoldo todav¨ªa opera en el Congo, ha forzado a Kampala a proclamar con ins¨®lita urgencia y solemnidad que mantiene su persecuci¨®n.
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