Cocina parda en el fest¨ªn de los corruptos
La dictadura argentina respondi¨® a la valent¨ªa de Ricardo Walsh con el asesinato de tan inc¨®modo testigo
Un 25 de marzo de hace 35 a?os, al d¨ªa siguiente de difundir la carta abierta a la Junta Militar argentina con motivo del primer aniversario del golpe, el escritor y periodista Rodolfo Walsh fue abatido por un grupo de tareas. Le esperaban en una cita-trampa arrancada a un compa?ero en la mesa de tortura. Parece que su cad¨¢ver fue exhibido como un trofeo en la siniestra Escuela Mec¨¢nica de la Armada (ESMA) antes de entrar a formar parte de una categor¨ªa del horror reci¨¦n creada, la de los desaparecidos. Recordarlo es un imperativo desde la doble perspectiva de la v¨ªctima y del testigo. Primo Levi distingu¨ªa dos tipos de testigos: el an¨®malo de los supervivientes y el propio de quienes tocaron fondo, "los hundidos, los verdaderos testigos". Walsh figura entre estos y fue hundido y desaparecido precisamente por su valent¨ªa como testigo. Su figura ejemplar sirve para traer a colaci¨®n tres puntos de inter¨¦s.
1. El primero, en relaci¨®n al parentesco de las dictaduras del Cono Sur con el totalitarismo nacionalsocialista. He mencionado a Levi porque en el an¨¢lisis hist¨®rico predomina la desconexi¨®n entre los reg¨ªmenes militares latinoamericanos y la corriente general del totalitarismo. Con la preterici¨®n consiguiente de los testimonios de estas v¨ªctimas en los repertorios de la literatura de los campos. Sin embargo, en un trabajo imprescindible (A lexicon of terror. Argentina and the legacies of torture) Marguerite Feitlowitz asevera ¡ªcon fundamento de causa¡ª que la guerra sucia emprendida por la Junta fue el "primer exponente serio del resurgimiento de la ret¨®rica y la t¨¢ctica derivadas del nazismo desde la Segunda Guerra Mundial". La quema de libros, los retratos y discursos de Hitler en las salas de tortura, y la retorsi¨®n gramatical que en un trasunto de la doctrina nazi de la noche y la niebla hace transitivo el verbo desaparecer, son exponentes suficientes para avalar la filiaci¨®n.
Hay, por a?adidura, todo un l¨¦xico de la abyecci¨®n que lleva el sello inconfundible de la factor¨ªa ideol¨®gica de la que sali¨® la soluci¨®n final, y que incluye vocablos como trasladar, asado, chupadero, comida de pescado, grupo de tareas, parrilla, picana, quir¨®fano o submarino. Sin olvidar nombres propios para la geograf¨ªa de la infamia: La Perla, el Olimpo, la ESMA, el Vesubio¡; una topograf¨ªa responsable de torturas, secuestros, extorsiones, abusos y eliminaci¨®n de miles de seres humanos.
2. En segundo lugar, la dominante econ¨®mica. Tres flashes al respecto. 1/ Cuenta Graciela Daleo, presa utilizada como mecan¨®grafa en la ESMA, que uno de los trabajos que se le encarg¨® fue pasar un informe sobre c¨®mo invertir en para¨ªsos fiscales. 2/ Un n¨²mero considerable de empresas proporcion¨® a los militares listas de sindicalistas, con el desenlace esperado. 3/ Los obreros son la primera categor¨ªa profesional entre los desaparecidos, el 30,2%. Estos datos confirman una estrategia directriz encaminada a disciplinar a los trabajadores con vistas a una redistribuci¨®n de la riqueza en provecho de las multinacionales extranjeras y de la oligarqu¨ªa financiera nacional. "En un a?o", escribe Walsh en su carta abierta, "han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participaci¨®n en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar [¡] Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas".
Las pol¨ªticas de exclusi¨®n abren las puertas al atropello general de los derechos humanos
El nuevo ministro, Mart¨ªnez de Hoz, aplic¨® con el mismo rigor que los criminales del apartado anterior el recetario neoliberal de las medidas creativas en su doble flanco: liberalizaci¨®n de los mercados (desregulaci¨®n) y suspensi¨®n de organizaciones (disoluci¨®n de la CGT) y derechos laborales, como el de huelga o de negociaci¨®n colectiva (represi¨®n). El resultado fue un pronunciado aumento de la desigualdad, con la concentraci¨®n de riqueza en un peque?o sector, y la depauperaci¨®n generalizada de los obreros y las clases medias.
3. Por ¨²ltimo, las complicidades y connivencias internacionales. Est¨¢ fehacientemente documentada la colaboraci¨®n activa o pasiva de las potencias occidentales, especialmente de Estados Unidos. La Operaci¨®n C¨®ndor, en la que participaron Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile y Bolivia para perseguir y hacer desaparecer a disidentes, recibi¨® el visto bueno del vigilante del patio trasero. Y es conocida la acci¨®n de Aznar y Blair para impedir la entrega de Pinochet. Pero aqu¨ª quiero mencionar a una instituci¨®n sin parang¨®n en la socializaci¨®n del terror. Los dictadores Viola y Galtieri se formaron, como muchos de los torturadores y responsables de violaciones a gran escala de derechos humanos, en la Escuela de las Am¨¦ricas (Lesley Gill, The School of the Americas. Military Training and Political Violence in the Americas).
La contrapartida de esta oscura ejecutoria la encontramos en el tes¨®n y el arrojo de los grupos de derechos humanos para reabrir los procesos de la dictadura y derogar las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Ellos tomaron la antorcha de Walsh, "el compromiso que asum¨ª hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos dif¨ªciles". Un compromiso que le cost¨® la vida al denunciar las pr¨¢cticas criminales de quienes se sumaron al fest¨ªn de los corruptos, como parte inseparable de la pol¨ªtica del terror. La voz del testigo nos recuerda ¨Cuna vez m¨¢s¨C que las pol¨ªticas de exclusi¨®n abren las puertas al atropello generalizado de los derechos humanos, y constituye el legado m¨¢s valioso de la experiencia del horror pardo.
Mart¨ªn Alonso, autor de Universales del odio. Creencias, emociones y violencia (Bilbao, Bakeaz, 2004), es doctor en Ciencias Pol¨ªticas y miembro de Bakeaz.
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