El centrifugado del centro izquierda
Los socialdem¨®cratas en Europa no han sabido a¨²n dar respuesta a los cambios que han supuesto la crisis, la globalizaci¨®n, la integraci¨®n europea, la inmigraci¨®n y la creciente precariedad
Los partidos socialdem¨®cratas est¨¢n fallando a la hora de adaptarse a los grandes cambios que se han producido en los ¨²ltimos a?os con la globalizaci¨®n ¡ªque, entre otras cosas, ha incorporado a la econom¨ªa mundial a 2.000 millones de personas m¨¢s, como consumidores (oportunidad) y productores (competencia) con modelos socioecon¨®micos muy diferentes de los nuestros¡ª, e incluso con la integraci¨®n europea. La socialdemocracia europea no ha tenido un discurso propio sobre esta globalizaci¨®n , y con la crisis ha visto q uebrarse la idea de progreso y la agenda de la visi¨®n de un futuro mejor que le eran consustanciales. No ha sabido responder al reto de gestionar el Estado del Bienestar en un mundo m¨¢s complejo y en un contexto de creciente competencia, individualismo y diferenciaci¨®n. Los ciudadanos demandan a sus representantes p¨²blicos una respuesta a la inseguridad del mundo actual, pero la socialdemocracia no est¨¢ sabiendo hacer frente a esa demanda. No se percibe a estos partidos como agentes del cambio. Acomplejada por un supuesto pensamiento ¨²nico y falta de alternativas, su programa suele aparecer como una versi¨®n edulcorada pero insostenible de las pol¨ªticas de la derecha,
Si la crisis ha da?ado a gobiernos de todo signo en Europa, se ha cebado m¨¢s con los socialdem¨®cratas. Quiz¨¢s por que dos son los principales cambios sociales a los que no han sabido adaptarse los partidos de este signo. En primer lugar, el declive de la clase trabajadora y de los sindicatos en la era postindustrial. En segundo lugar, el crecimiento de la desigualdad entre generaciones, y la polarizaci¨®n entre ganadores y perdedores de la globalizaci¨®n con j¨®venes abocados a la precariedad laboral y clases medias que ven como su nivel de vida empeora. Todos ellos abandonan a los partidos socialdem¨®cratas porque no perciben a ¨¦stos como los defensores de sus intereses. Aunque en Francia, la sociedad europea m¨¢s pesimista y contraria a la globalizaci¨®n, podr¨ªa estar pasando justamente lo contrario.
Relacionado con lo anterior se ha producido un declive de las formas tradicionales de cohesi¨®n social. Pese a las pol¨ªticas destinadas a evitarlo, la desigualdad ha aumentado en casi todas las sociedades europeas y americanas, pero la socialdemocracia ha abandonado en parte el discurso sobre la redistribuci¨®n de ingresos en favor de la igualdad de g¨¦nero y la igualdad de oportunidades, en las que los conservadores insisten tambi¨¦n.
En mayo del 68 la revuelta en Francia fue para cambiar el mundo; en 2010, para conservar lo que hay
En mayo del 68 los j¨®venes franceses protagonizaron una revuelta para, dec¨ªan, cambiar el mundo. En 2010 lo hicieron, como otros en diversos pa¨ªses, para conservar lo que hay, para, al menos, vivir como sus padres. Como ha se?alado Tony Judt, ¡°hay mucho que conservar, preservar y defender. Pero en las actuales circunstancias hay mucho que cambiar para conservar los valores y pol¨ªticas nucleares progresistas". De hecho, el centro derecha le ha robado parte de su discurso social al centroizquierda. Ha asumido una parte del discurso sobre el Estado del Bienestar, si bien insistiendo en su modernizaci¨®n y redimensionamiento. El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, del Partido Moderado, ha sido el gran impulsor de los "conservadores sociales" que han crecido tambi¨¦n en otros pa¨ªses.
La socialdemocracia ha perdido identidad, mientras ha aumentado el voto flotante. El electorado se ha vuelto mucho m¨¢s diverso y con intereses dispares (religi¨®n, educaci¨®n, situaci¨®n laboral, etc¨¦tera). El voto de clase ha disminuido. Pero al tiempo emergen nuevos ejes de fractura social. Uno, no nuevo pero que se ha exacerbado con la crisis, es la gesti¨®n de la inmigraci¨®n, inc¨®moda para partidos de centro-izquierda que compiten por votos de sectores sociales que se sienten atra¨ªdos por la xenofobia de dirigentes populistas.
Por otra parte, la globalizaci¨®n ¡ªy los mercados¡ª han reducido el margen de acci¨®n de la pol¨ªtica. Y, afectando m¨¢s a la izquierda que a la derecha, la gente percibe que muchas cuestiones escapan del control de la pol¨ªtica de ¨¢mbito nacional, mientras no existe una verdadera gobernanza global, ni siquiera europea. La socialdemocracia junto con la democracia cristiana, han sido los pilares sobre los que se construy¨® Europa tras la Segunda Guerra Mundial, aunque Espa?a se sum¨® tard¨ªamente a este proyecto debido a la dictadura franquista. La globalizaci¨®n y los cambios internos en las sociedades han desplazado a la democracia cristiana, ganando peso en el centro derecha posiciones m¨¢s favorables a las fuerzas sociales e intelectuales que impulsan la globalizaci¨®n y un discurso m¨¢s radicalizado.
La l¨®gica de este discurso conduce a reducir el Estado del Bienestar a los aspectos meramente asistenciales, descarg¨¢ndolo de los que tienen m¨¢s que ver con el equilibrio de las fuerzas sociales y la movilidad social ascendente o la meritocracia. Estos diferentes acentos conllevan, de un lado, que el ascensor social que supone el Estado del Bienestar se pare. Se suele olvidar que este es, tambi¨¦n, un sistema de reequilibrio de los poderes sociales. El escenario privilegiado de esta faceta es el mercado de trabajo. El discurso conservador conlleva una deriva paulatina hacia la mercantilizaci¨®n del trabajo, bajo la idea de flexibilidad sin contrapartidas, no de flexiseguridad a la n¨®rdica. En Espa?a, el intento de combinar la flexibilidad con la seguridad puede haberse agotado incluso antes de haberse llegado a implantar.
En realidad, esto implica la ampliaci¨®n de la inseguridad a capas cada vez m¨¢s amplias de la sociedad, incluidas las clases medias. Como recuerda el fil¨®sofo esloveno Slavoj Zizek, si los empleados eran antes unos explotados, ahora se consideran unos privilegiados. La pr¨®xima d¨¦cada va a ser testigo de una renovada presi¨®n sobre el Estado y sus capacidades, de origen tanto ideol¨®gico como financiero, con la consolidaci¨®n fiscal como caballo de Troya del nuevo conservadurismo.
El PSOE se ha alejado de la sociedad. Su bajo nivel de apoyo entre los j¨®venes condensa esta idea
Hacen falta ideas transformadoras, que aspiren a renovar el modelo productivo de manera tal que la generaci¨®n de la riqueza sea m¨¢s eficaz e igualitaria y no fiarlo todo a una redistribuci¨®n expost que no ha funcionado y para la que es crecientemente m¨¢s dif¨ªcil lograr el apoyo pol¨ªtico en unas sociedades cada vez menos cohesionadas, y en las que los ciudadanos reclaman sus derechos individuales pero ignoran las responsabilidades colectivas que hacen aquellos posibles. En este cuadro general se tiene que enmarcar una nueva fase de la modernizaci¨®n de Espa?a, esta vez en un marco de integraci¨®n europea y de globalizaci¨®n m¨¢s avanzado.
En Espa?a, estos movimientos que pudi¨¦ramos calificar de tect¨®nicos se han traducido en la crisis del PSOE y la preminencia del Partido Popular en el centro derecha. El socialismo espa?ol, si quiere volver a contar, debe demostrar que tiene capacidad para atraer talento a sus equipos, diversidad, y coraje para tomar decisiones dif¨ªciles. Como decimos, la base electoral en la que el socialismo se ha apoyado tradicionalmente ¡ªla clase trabajadora¡ª est¨¢ disminuyendo demogr¨¢ficamente y, aunque el PSOE tuvo particular ¨¦xito en atraer los apoyos de las clases medias, en Espa?a a partir de los a?os noventa esos apoyos se fueron evaporando. Una mayor¨ªa progresista requiere un discurso que recoja y traduzca a propuestas pol¨ªticas operativas las preocupaciones y los sue?os de las clases trabajadoras, s¨ª, pero tambi¨¦n de las clases medias, que suture su incertidumbre ante el futuro y empodere a los individuos.
La dimensi¨®n cuantitativa de lo sucedido en 2011 al PSOE va acompa?ada de cambios cualitativos. Bajo el descenso en el apoyo electoral y social al PSOE hay procesos sociales y pol¨ªticos que van m¨¢s all¨¢ del descontento con el Gobierno de Zapatero. Su bajo nivel de apoyo entre los j¨®venes condensa esta idea. La coalici¨®n social que llev¨® a su victoria en 2004 y 2008 se ha roto en partes que se han diseminado en diversas direcciones. El PSOE se ha alejado del centro de gravedad de la sociedad espa?ola. Ha registrado un proceso de centrifugaci¨®n de su voto que, si no reacciona de una forma profunda e innovadora, puede alterar los equilibrios pol¨ªticos durante un largo periodo. Esperar a que el PP se la pegue no servir¨¢.
Este art¨ªculo est¨¢ basado en el libro de ambos autores ?Qu¨¦ nos ha pasado? El fallo de un pa¨ªs (Galaxia-Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores) que saldr¨¢ a la venta la pr¨®xima semana
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