Dos verdades cuestionables
Los recortes no son ni inevitables ni imprescindibles ni est¨¢n siendo equitativos
El pasado 3 de abril, Crist¨®bal Montoro entreg¨® los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso de los Diputados con un ajuste en los gastos (excluidas partidas comprometidas como intereses, financiaci¨®n de Administraciones Territoriales, pensiones de clases pasivas, etc.), del 1,7% del PIB, es decir, equivalente a 18.500 millones de euros. S¨®lo seis d¨ªas despu¨¦s, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien previamente hab¨ªa afirmado solemnemente aquello de le voy a meter la tijera a todo, salvo a pensiones, sanidad y educaci¨®n, anunciaba un recorte de nada menos que 10.000 millones en estas dos ¨²ltimas partidas, las cuales pasaban, de forma fulminante, de ser intocables a principales agraciadas en el triste premio gordo de la poda. ?C¨®mo calificarlo? ?Enga?o, improvisaci¨®n? Y Zapatero sin dimitir¡ Por cierto, nuestra prima de riesgo, lejos de moderarse, escal¨® al d¨ªa siguiente de los 402 a los 434 puntos, poniendo en duda, una vez m¨¢s, el supuesto efecto apaciguador que sobre la misma tiene este tipo de tratamiento.
Tras aprobar el Consejo de Ministros en su reuni¨®n del d¨ªa 20 las duras medidas en que se concretan tales recortes, la vicepresidenta, en rueda de prensa, las defendi¨® con dos argumentos principales que expuso con did¨¢ctica serenidad, como si se tratara de dos verdades irrefutables. La primera, que tales recortes son inevitables e imprescindibles, dada la situaci¨®n. La segunda que, siendo esto as¨ª, lo importante es que con estas decisiones el esfuerzo se reparte entre los ciudadanos equitativamente. Pues bien, perm¨ªtanme que cuestione tanto lo uno como lo otro. Y no me entiendan mal, soy tan consciente, como el que m¨¢s, de la imperiosa necesidad de reducir nuestro d¨¦ficit p¨²blico, y que habr¨ªa que hacerlo incluso aunque no se nos demandara desde Bruselas, Berl¨ªn o donde quiera que sea. Lo que es discutible, al menos, es la forma de reducirlo.
Parece haberse olvidado algo tan obvio como que el d¨¦ficit no es m¨¢s que el resultado de la diferencia entre dos magnitudes: los ingresos y los gastos. Tanto nuestro Gobierno como las instituciones comunitarias e internacionales, centran toda su atenci¨®n y sus dolorosas medidas en lo concerniente al gasto p¨²blico y, en especial, en la parte del mismo que realiza la funci¨®n redistributiva dentro de nuestra sociedad, como si en ¨¦l, y de forma exclusiva, radicar¨¢ el origen del problema y, por consiguiente, su soluci¨®n. Sin embargo, d¨¦jenme poner sobre la mesa algunos datos:
Seg¨²n los que acaba de publicar el 23 de abril la oficina estad¨ªstica de la Comisi¨®n Europea (EUROSTAT), referidos a 2011, el porcentaje que representaba el gasto p¨²blico sobre el PIB era por t¨¦rmino medio de un 49,1% (49,3 en la zona euro). Alemania, por ejemplo, presentaba un 45,6, Italia un 49,9 y Francia un 55,9. ?Dir¨ªan ustedes, entonces, que un pa¨ªs que presentara un porcentaje de gasto respecto a su PIB del 43,6 tendr¨ªa un grave problema con su nivel de gasto p¨²blico? ?O s¨®lo lo dir¨ªan si, como ocurre en este caso, se trata de Espa?a? Por cierto, el endeudamiento de nuestro pa¨ªs al final de ese mismo a?o, seg¨²n la misma fuente, era del 68,5%, frente al 87,2% de media en los pa¨ªses de la zona euro.
Veamos ahora el otro componente, es decir, los ingresos. Pues bien, resulta que, tambi¨¦n seg¨²n EUROSTAT, en 2011 el porcentaje que representaban los ingresos p¨²blicos respecto al PIB era, por t¨¦rmino medio, en la Uni¨®n Europea del 44,6% (45,7% en la zona euro), mientras que en Espa?a, y sin que ello signifique en absoluto que nuestros tipos impositivos y cotizaciones sociales sean m¨¢s bajos, se reduc¨ªa al 35,1%. Esta diferencia a¨²n era mayor si la comparaci¨®n se hac¨ªa con los tres pa¨ªses citados anteriormente (Alemania 44,7, Italia 46,1 y Francia 50,7). Traduciendo a rom¨¢n paladino, y teniendo en cuenta que nuestro actual PIB es ligeramente superior al bill¨®n de euros, esto quiere decir que, si Espa?a consiguiera alcanzar un nivel de ingresos p¨²blicos simplemente parecido al de los pa¨ªses de nuestro entorno, y no veo por qu¨¦ esto tiene que ser necesariamente imposible, se dispondr¨ªa cada a?o de unos recursos adicionales superiores a 90.000 millones de euros. Comparen esta cantidad con los algo m¨¢s de 28.000 millones de euros que nos ahorramos con los dolorosos recortes del gobierno Rajoy.
El fraude fiscal no est¨¢ en el c¨®digo gen¨¦tico de los espa?oles como suponen algunos
Estas cifras se aproximan adem¨¢s, curiosamente, a las que se desprenden del an¨¢lisis realizado recientemente sobre el fraude fiscal en Espa?a por la consultora i2 Integrity, seg¨²n la cual ¨¦ste ascender¨ªa a 70.000 millones de euros al a?o, de los cuales, a su vez, y seg¨²n un informe del sindicato de los T¨¦cnicos de Hacienda, el 71% corresponder¨ªa a grandes fortunas y grandes empresas.
?Se comprende ahora que, al menos, sea cuestionable que los recortes en educaci¨®n y en sanidad sean inevitables y que el esfuerzo se est¨¦ repartiendo equitativamente entre todos los espa?oles?
El pasado 17 de agosto de 2010 el peri¨®dico Expansi¨®n dec¨ªa en un titular: No se deje enga?ar: los espa?oles, entre los europeos que m¨¢s impuestos pagan. Para no dejarme enga?ar he vuelto a los datos publicados recientemente por EUROSTAT respecto a los ingresos de los pa¨ªses miembros de la zona Euro, dando por supuesto que Espa?a estar¨ªa entre los pa¨ªses que m¨¢s ingresan a notable distancia de aquellos que en nuestro pa¨ªs mantienen la fama de que sus ciudadanos no pagan impuestos en la medida en que lo hacen el resto de ciudadanos europeos. En Espa?a, como ya se ha dicho m¨¢s arriba, los ingresos recibidos con respecto al PIB, representa el 35,1%, mientras que en Grecia, esos ingresos representan el 40,9%, es decir, 5,8 puntos porcentuales m¨¢s que en Espa?a. En Italia, esa cifra llega al 46,1%, o sea, 11 puntos porcentuales m¨¢s que en Espa?a. En Portugal, otro pa¨ªs intervenido, el porcentaje de ingresos alcanza la cifra del 44,7%, 9,6 puntos porcentuales m¨¢s que Espa?a. Hasta Irlanda, con el 35,7% supera a Espa?a en seis d¨¦cimas en su porcentaje de ingresos. Sorprendentemente, s¨®lo Bulgaria, Lituania, Ruman¨ªa y Eslovaquia, pa¨ªses que vienen de un sistema pol¨ªtico y econ¨®mico diferente al nuestro, se sit¨²an por debajo de Espa?a en el ranking de los 27 pa¨ªses que conforman la Uni¨®n Europea.
Y si las cosas son as¨ª, ?cu¨¢les son las razones que impiden a los gobiernos ¡ªantes PSOE y ahora PP¡ª tomar las medidas conducentes a evitar que a las dificultades inherentes a la crisis se sumen las injusticias que suponen la rebaja en el Estado del bienestar por no combatir el fraude? El fraude fiscal no est¨¢ en el c¨®digo gen¨¦tico de los espa?oles como suponen algunos, que pretenden justificar el fraude con la gen¨¦tica. Hay unos cuantos ejemplos en Espa?a que desmienten lo de la gen¨¦tica. Durante muchos a?os, los responsables de tr¨¢fico se manifestaban impotentes a la hora de disminuir las cifras de muertos por accidentes de circulaci¨®n. Tambi¨¦n, entonces, se acud¨ªa a la gen¨¦tica para eludir responsabilidades y para no adoptar medidas que taponaran esa herida que cada a?o sangraba m¨¢s. Bast¨® con que se adoptaran medidas sancionadoras de cierta dureza para que nuestros genes cambiaran como por arte de magia cuando supimos que pod¨ªamos quedarnos sin permiso de conducir o ir a parar con nuestros huesos a la c¨¢rcel por hacer lo que hac¨ªamos antes al volante. Cuando fueron modificadas las leyes y la autoridad competente decidi¨® cortar por lo sano, se acab¨® el cuento y disminuyeron los accidentes y los muertos en los mismos. ?Por qu¨¦ no seguir ese mismo ejemplo a la hora de acabar con la gen¨¦tica defraudadora?
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra es ex presidente de la Junta de Extremadura.
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