Guerra en Sud¨¢n
La ocupaci¨®n de un enclave petrolero por las fuerzas del Sur desata las hostilidades en el vasto pa¨ªs africano, dividido hace poco
Sud¨¢n y Sud¨¢n del Sur, separados desde hace escasamente un a?o tras d¨¦cadas de ignorada guerra civil y casi dos millones de muertos, emprenden de nuevo el camino de las armas. Esta vez por el petr¨®leo, aunque no solo. Los ¨²ltimos episodios de la escalada, a la que ambos presidentes se refieren como guerra inevitable, han sido la breve ocupaci¨®n por Sud¨¢n del Sur del decisivo enclave petrol¨ªfero de Heglig, en la demarcaci¨®n de ambos Estados, y el bombardeo por la aviaci¨®n de Jartum de poblaciones fronterizas.
La guerra que hasta 2005 asol¨® Sud¨¢n arraig¨® en disputas ideol¨®gicas, ¨¦tnicas y religiosas. Un refer¨¦ndum abrumadoramente a favor de la independencia certific¨® el a?o pasado el divorcio de Sud¨¢n del Sur, la mitad del vasto pa¨ªs africano. Pero la independencia, en julio, se consum¨® sin acuerdo sobre contenciosos clave: el trazado de una imprecisa e incontrolada frontera de casi 2.000 kil¨®metros, la atribuci¨®n de los territorios en litigio o la suerte de los ciudadanos de un Estado que viven en el otro. Y, sobre todo, sin un pacto sobre el petr¨®leo, el recurso vital de ambos. El encerrado sur, que alberga la mayor¨ªa de los yacimientos y cuyos ingresos proceden pr¨¢cticamente del crudo, necesita los puertos del norte para su exportaci¨®n. En enero interrumpi¨® su extracci¨®n para forzar un acuerdo sobre tarifas de tr¨¢nsito leoninas.
La Uni¨®n Africana ha exigido un alto el fuego inmediato y la reanudaci¨®n de negociaciones, que de creer a Al Bachir y al presidente sure?o Salva Kiir resultan ya imposibles. Ret¨®rica y realidad, sin embargo, no suelen ir de la mano. Una guerra abierta resultar¨ªa desastrosa para ambos empobrecidos contendientes y para una inmensa zona de ?frica ya al borde de la ingobernabilidad. Los dos Sud¨¢n necesitan imperativamente convivir, y la comunidad internacional ¡ªdesde el Consejo de Seguridad a Estados Unidos y China, sus dos interlocutores m¨¢s influyentes¡ª no debe ahorrar esfuerzos para conseguirlo.
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