El escritor de la entra?a mexicana
La literatura como la mayor aventura humana, la creaci¨®n como un imperativo que no cesa, eso fue la vida de Carlos Fuentes
Leo. Es el momento dram¨¢tico e intenso hasta el estremecimiento de Malintzin, Marina, Malinche, el instante definitivo y fundacional del parto, el nacimiento de Mart¨ªn el primer mestizo mexicano, el hijo del conquistador, el hijo del amor, de la violencia, del odio, de la improbable reconciliaci¨®n. Es la vida construida a partir del cataclismo m¨¢s grande de la historia.
Leo. Artemio Cruz est¨¢ afeit¨¢ndose mientras se mira al espejo y tiene ya la intuici¨®n de la muerte ineluctable. Es el retrato del ocaso, es la certeza del fin, es el recorrido implacable por los surcos de la vida, por el tiempo que ha congelado una cara, unos ojos, unos labios, un brillo que brilla cada d¨ªa menos. Detr¨¢s de la compleja trama tan terrenal del personaje est¨¢, como en todos, la semilla del final.
Leo. Es el tr¨¢nsito complejo del amor en la escurridiza figura de Diana, su oscura sensualidad, sus caminos misteriosos en los que el sexo sin l¨ªmites se cruza con el amor y la pasi¨®n enamorada¡ las penumbras de las habitaciones de hotel, los paisajes adivinados en las caricias del cuerpo, de los cuerpos, los gritos escondidos y los gritos expresados.
Se atrevi¨® a navegar los mares de Col¨®n y sentir el fuego estragado de la espada espa?ola
Carlos Fuentes dijo Am¨¦rica Latina, pronunci¨® su nombre muchas veces y de muy distintas maneras. El escritor sali¨® de la entra?a mexicana y en ella vivi¨® para entenderla, se atrevi¨® a navegar los mares de Col¨®n y sentir el fuego estragado de la espada espa?ola.
La met¨¢fora del espejo enterrado, la del humo que queda despu¨¦s del combate de los dioses, y la sangre y los ritos de vida y muerte de la civilizaci¨®n azteca en sus pir¨¢mides inasibles, es una afirmaci¨®n de ser.
La secuela del gringo viejo, aquella que emparenta dos naciones atadas para siempre por la geograf¨ªa y por los caminos complejos del tiempo, es tambi¨¦n la de la revoluci¨®n que lo trastoc¨® todo, la de la vida de Laura D¨ªaz desde la colina inmensa de su fortaleza femenina.
Fuentes escribi¨® ¡ªy el t¨ªtulo se volvi¨® descripci¨®n inapelable¡ª sobre la regi¨®n m¨¢s transparente, el aire leve, la luminosidad enceguecedora, la bruma de las vidas de la gran capital de las alturas. No es muy dif¨ªcil encontrar la analog¨ªa con nuestra propia regi¨®n transparente. All¨ª, en M¨¦xico DF como en las alturas de los Andes, lo que bull¨ªa era un mundo, el de la ciudad mestiza. En eso y en muchas otras cosas, su reflexi¨®n sigui¨® la saga de Octavio Paz, la de descubrir y leer el alma, descerrajar las claves del pasado mexicano a partir de la narrativa, a partir de la palabra, hasta perderse a veces en el Mar de los Sargazos y casi hundirse en la complejidad de sus personajes cuando encar¨® su novela m¨¢s ambiciosa que fue la Terra Nostra flotando en el inmenso Oc¨¦ano del artificio de la lengua.
Sigui¨®, en el circuito de los soles mesoamericanos, el milenio de M¨¦xico, el de sus cuestiones esenciales
La literatura como la mayor aventura humana, la creaci¨®n como un imperativo que no cesa, eso fue la vida de Fuentes, dentro y fuera del mundo de las letras. Como otros intelectuales, recorri¨® los complicados caminos de la pol¨ªtica, desde la ilusi¨®n y la utop¨ªa de la revoluci¨®n como para¨ªso al inicio de los a?os sesenta del siglo pasado, hasta el tiempo del desencanto. Desde su palabra contra D¨ªaz Ordaz el presidente de la masacre de Tlatelolco hasta su oto?o m¨¢s moderado pero siempre comprometido con lo humano, con la democracia como respuesta adecuada a las tribulaciones del continente.
Fuentes no ces¨® nunca. Seguir su obra prol¨ªfica, aparentemente interminable, era tarea casi imposible. En el ensayo escribi¨® p¨¢ginas cruciales para explicar la novela del boom de la que ¨¦l mismo era insigne figura. Debati¨® sobre identidad e identidades. Sigui¨®, en el circuito de los soles mesoamericanos, el milenio de M¨¦xico, el de sus cuestiones esenciales. Enfrent¨® con dureza y claridad los desaguisados de Bush hijo. Pero sobre todo, entendi¨® mejor que tantos el complejo entramado del tiempo que s¨®lo se explica, hilando uno con el otro, el pasado el presente y la audacia absurda a veces de adivinar el futuro.
?No fue acaso explicado el desenlace tr¨¢gico de 1521 por aquel dilema resuelto en dos figuras centrales de la historia americana como la confrontaci¨®n entre la fatalidad (Moctezuma) y la voluntad (Cort¨¦s)? ?No fue ese el nudo de tantas preguntas y tantas respuestas en tantos lugares de Am¨¦rica Latina que el desarroll¨® con tanta claridad?
Es un referente inexcusable para saber quienes somos, lo que en no es poca cosa en estos tiempos alborotados
Fuentes es, premios aparte, un referente inexcusable para saber quienes somos, lo que en estos tiempos en los que las br¨²julas est¨¢n tan alborotadas no es poca cosa.
Leo esta vez textualmente: ¡°Oh, sal ya, hijo m¨ªo, sal, sal de entre mis piernas¡Sal, hijo de la traici¨®n¡adorado hijo m¨ªo, sal ya hijo de puta¡cae sobre la tierra que ya no es m¨ªa ni de tu padre, sino tuya¡sal, hijo de las dos sangres enemigas¡T¨² deber¨¢s ser la serpiente emplumada, la tierra con alas, el ave de barro, el hijo de M¨¦xico y Espa?a: T¨² eres mi ¨²nica herencia, la herencia de Malintzin la diosa, de Marina la puta, de Malinche la madre¡¡±.
Carlos D. Mesa Gisbert es historiador y periodista y fue presidente de Bolivia.
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