El polo de Cristo, am¨¦n
"Si yo fuera cristiano militante, no me rasgar¨ªa las vestiduras d¨¢ndole el gusto ¨Cy la publicidad¨C al enemigo, sino que desactivar¨ªa la provocaci¨®n haci¨¦ndola propia"
Desde que vi al grupo Psychic TV actuando en La edad de oro all¨¢ por la edad de piedra, siempre me han interesado las manipulaciones art¨ªsticas del crucifijo cristiano. Es raro, pero mi blando cerebro de adolescente educado en colegio religioso debi¨® de quedar impactado por el transgen¨¦rico Genesis P. Orridge y sus proyecciones de v¨ªdeos con Cristos al rev¨¦s.
Aparte de las camisetas de Cristo Mal de Miguel Noguera (con un dibujo de Jes¨²s inc¨®modamente clavado en el palo vertical de la cruz en vez de en el horizontal), una de las ¨²ltimas manifestaciones de este sub-sub-subg¨¦nero del arte es la obra Christian Popsicles, de Sebasti¨¢n Errazuriz. El artista chileno afincado en Brooklyn present¨® hace unos d¨ªas 100 polos ¡°hechos de vino consagrado y transformado en la sangre de Cristo¡± en una exposici¨®n dentro de la Semana del Dise?o de Nueva York. Dichos polos, cuya forma recuerda un poco al Dr¨¢cula o al Frigodedo pero sin dedo, llevaban sorpresa dentro: al ser consumidos por los asistentes, estos descubr¨ªan que el palito era una cruz con la silueta de Nuestro Se?or grabada.
Errazuriz defiende su trabajo como una invitaci¨®n a tomarnos menos en serio la religi¨®n en una ¨¦poca en la que el fanatismo rebrota por doquier. El soporte de madera quedaba te?ido de rojo, como s¨ªmbolo de la relaci¨®n entre la violencia y la intolerancia religiosa (bien tra¨ªdo, Sebasti¨¢n).
Insiste en que no trata de ofender a los creyentes¡ aunque yo dir¨ªa que subyace cierta querencia por tocar los test¨ªculos a la derechaza integrista del Tea Party.
Por lo que he le¨ªdo, no ha habido protestas de los practicantes de la religi¨®n aludida. No habr¨ªa pasado lo mismo si el chiste hubiera sido con Mahoma (ah¨ª s¨ª que te la juegas), o si Errazuriz hubiera llevado a cabo su acci¨®n en Espa?a, donde los ultras se ponen cachond¨ªsimos con estas cosas. No hay m¨¢s que recordar el inquisitorial juicio al cantautor Javier Krahe por cocinar un crucifijo con cebolla, mantequilla y bacon mechado en los estigmas.
Si yo fuera cristiano militante, no me rasgar¨ªa las vestiduras d¨¢ndole el gusto ¨Cy la publicidad¨C al enemigo, sino que desac?tivar¨ªa la provocaci¨®n haci¨¦ndola propia. ?Que nos buscas las cosquillas con unos cristopolos? Pues te fusilamos la idea y los vendemos en las iglesias. Al fin y al cabo, ?no llevamos siglos comi¨¦ndonos el cuerpo de Cristo en cada misa? Pues entonces.
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