Tras el drama de Villeurbane
La agresi¨®n a tres j¨®venes jud¨ªos es particularmente preocupante
El ministro de Interior, Manuel Valls, ha encontrado las palabras que exig¨ªa la situaci¨®n.
Las autoridades republicanas, tanto nacionales como regionales, han reaccionado como era de esperar.
Y la condena ha sido un¨¢nime a un lado y otro del espectro pol¨ªtico, o casi.
No obstante, este asunto (la agresi¨®n a tres j¨®venes jud¨ªos a golpes de barra de hierro y de martillo, el s¨¢bado pasado, en Villeurbane) es particularmente preocupante.
El simple hecho de que sea posible, el hecho de que existan en Francia barrios en los que tres adolescentes no puedan pasearse con una kip¨¢ sin arriesgarse a recibir una paliza, es verdaderamente tr¨¢gico.
Y cuando, por a?adidura, leemos que no es la primera vez; cuando descubrimos que hace varios meses se produjo en el mismo barrio un incidente similar y que la prensa no habl¨® de ¨¦l; cuando el BNVCA [oficina nacional de vigilancia contra el antisemitismo] nos dice que esta clase de agresiones se han multiplicado desde las masacres de Toulouse y Montauban, pero que el sistema se ha acostumbrado a ellas hasta tal punto que apenas se toma la molestia de darse por enterado y que, cuando no son mortales, terminan difumin¨¢ndose en el paisaje y pareciendo insignificantes, uno no puede evitar pensar: "Decididamente, hay algo podrido en la Rep¨²blica Francesa; en esta banalizaci¨®n, en esta met¨¢stasis lenta pero segura del veneno antisemita, hay algo f¨¦tido que no debemos pasar por alto..."
?Es casual que esta agresi¨®n se haya producido poco despu¨¦s de una campa?a? como la de la se?ora Le Pen?
S¨¦ que a la hora en que escribo estas l¨ªneas a¨²n no se conoce la identidad de los miembros de esa nueva banda de b¨¢rbaros.
Y s¨¦ cu¨¢n peligroso es, en semejantes circunstancias, entregarse a los juegos de c¨¢lculos, incriminaciones y dem¨¢s causalidades diab¨®licas.
Aun as¨ª...
?Es realmente casual que esta agresi¨®n se haya producido poco despu¨¦s de una campa?a en la que pudimos ver c¨®mo una candidata, la se?ora Le Pen, hac¨ªa que en sus m¨ªtines se abucheasen sistem¨¢ticamente ciertos apellidos de consonancia jud¨ªa?
Y el hecho de que, esta misma semana y gracias a un colectivo de asociaciones antirracistas que han recurrido a los tribunales, nos enteremos de que Francia es uno de los pocos pa¨ªses en los que, cuando se teclea un nombre propio en los motores de b¨²squeda de Internet, uno de los primeros "resultados semiautom¨¢ticos" supuestamente "sugeridos" por el algoritmo (pero determinados, en realidad, por la suma de "b¨²squedas" de los "usuarios" precedentes) es la asociaci¨®n de ese nombre con el t¨¦rmino "jud¨ªo", ?es una pura coincidencia de los calendarios?
?Y qu¨¦ decir, finalmente, de esa extra?a obsesi¨®n por Israel que, desde hace algunos a?os, tiende a convertirse en el alfa y omega, en la pieza clave, en el pilar, de una construcci¨®n ideol¨®gica, a la vez delirante y monstruosamente eficaz, que vuelve a se?alar a los jud¨ªos como acusados: un Israel abstracto; un Israel imaginario; un Israel satanizado, por no decir "nazificado", que, por asociaci¨®n de ideas, sirve para satanizar y "nazificar" a los jud¨ªos en general; un Israel cuya funci¨®n es, en una palabra, proporcionar combustible nuevo a la vieja maquinaria antisemita?
Porque ah¨ª est¨¢ el meollo del problema.
En todas esas personas que, musulmanas o no, se imaginan que al atacar a alguien que lleva una kip¨¢ est¨¢n vengando a las "v¨ªctimas de Israel".
En esos pretendidos "simpatizantes de los palestinos" que pasan ol¨ªmpicamente de la suerte de los cisjordanos o los gazat¨ªes cuando son los "hermanos" ¨¢rabes quienes los oprimen o los masacran, y ven a estos ¨²ltimos como la sal de la tierra cuando se enfrentan a Israel e Israel, a su vez, los combate.
En el doble rasero que implica el hecho de que esos mismos "amigos del g¨¦nero humano" no derramen ni una l¨¢grima por los ni?os masacrados en Hula, Siria, que no digan ni una palabra sobre la brutalidad de Bachar Al Asad, que bombardea sus ciudades con armamento pesado, e incluso lamenten que un dictador como Muamar el Gadafi, que ten¨ªa sobre la conciencia la muerte de decenas de miles de ¨¢rabes inocentes, haya sido neutralizado, pero, sin embargo, cuando el que golpea es Israel (es decir, para ser exactos: cuando Israel se defiende y, de forma m¨¢s o menos proporcionada y, por tanto, m¨¢s o menos criticable, responde al fuego), estiman que las muertes resultantes son cr¨ªmenes contra la humanidad cuya sangre debe caer sobre las cabezas de todos los jud¨ªos del mundo.
Seg¨²n ellos, Israel es un Estado fundamentalmente ileg¨ªtimo... En consecuencia, la pol¨ªtica de sus dirigentes es esencialmente criminal... Y, tambi¨¦n en consecuencia, sus amigos y aliados son c¨®mplices de ese crimen de principio... Esta es, m¨¢s que nunca, la f¨®rmula del antisemitismo de hoy. Este es el teorema que, a ojos de los descendientes de los matones nazis de los a?os 30, cuyo argumentario se hab¨ªa hecho inadmisible, viene a ser como una licencia para matar o, en este caso, golpear. Este es el moderno breviario del odio, que, despu¨¦s de transformar a todos los jud¨ªos en asesinos en potencia, hace que de nuevo sea posible anatemizarlos y golpearlos.
Denunciar ese breviario, deconstruirlo, demostrar que sus protocolos no son menos temibles que los de los viejos tiempos, es la cuesti¨®n urgente que nos obliga a afrontar el drama de Villeurbane. Y la raz¨®n por la cual subestimar su alcance y su sentido ser¨ªa una locura.
Bernard-Henri L¨¦vy es fil¨®sofo franc¨¦s.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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