El enfermo saud¨ª
Una monarqu¨ªa envejecida sin pol¨ªtica sucesoria hace ficticia la estabilidad del pa¨ªs ¨¢rabe
La muerte en menos de 10 meses de dos septuagenarios herederos del trono saud¨ª ha puesto agudamente el foco en la profunda inestabilidad institucional del primer productor mundial de petr¨®leo y uno de los pilares geopol¨ªticos de Oriente Medio. La designaci¨®n por el rey Abdal¨¢, a punto de cumplir 90 a?os, de su hermano el pr¨ªncipe Salman bin Abdulaziz, de 76, como heredero de la monarqu¨ªa absoluta, en sustituci¨®n del recientemente fallecido Nayef, confirma la incapacidad de la dinast¨ªa reinante para dar el salto generacional que asegure la estabilidad y la modernizaci¨®n del pa¨ªs ¨¢rabe.
Si Arabia Saud¨ª fuese una amable monarqu¨ªa de opereta o instalada en un parque tem¨¢tico, ser¨ªa irrelevante su car¨¢cter geri¨¢trico o la posibilidad de un vac¨ªo de poder. Pero sucede que el reino saud¨ª, aliado privilegiado de Estados Unidos y asentado sobre un mar de crudo, es el epicentro pol¨ªtico y confesional de una regi¨®n volc¨¢nica y cambiante, a la que contribuye a perfilar con sus ilimitados recursos econ¨®micos y su gasto masivo en armas. El desaparecido y ultraconservador Nayef, adem¨¢s de heredero de un sistema feudal y reaccionario que no quiere dejar de serlo (en el exilio saud¨ª encuentran acomodo algunos de los m¨¢s se?alados d¨¦spotas ¨¢rabes) asumi¨® durante d¨¦cadas la seguridad de Riad; expedientes complejos y de vastas implicaciones, desde las relaciones con Irak o los Hermanos Musulmanes egipcios hasta la lucha contra Al Qaeda en Yemen o los oscuros v¨ªnculos de inteligencia o armament¨ªsticos con el aliado paquistan¨ª.
En Arabia Saud¨ª resulta imprescindible un acuerdo de la tentacular familia reinante para evitar que un anciano y enfermo hijo del fundador Saud pase el testigo a otro en id¨¦nticas circunstancias. Salman, el nuevo heredero, 76 a?os, actual ministro de Defensa, quiz¨¢ sea m¨¢s abierto en temas sociales que su predecesor, pero dif¨ªcilmente iniciar¨¢ una democratizaci¨®n de la monarqu¨ªa. Una monarqu¨ªa opaca y sin instituciones capaces de asegurar la supervivencia del Estado, que se ha ocupado de hacer tambi¨¦n irrelevantes a sus s¨²bditos. Nadie puede extra?arse de que en un pa¨ªs donde sus dirigentes rondan los 80 a?os y el 60% de la poblaci¨®n tiene menos de 20, aumente peligrosamente la frustraci¨®n de muchos j¨®venes, faltos de oportunidades y de libertades b¨¢sicas, con un sistema que perciben justamente como petrificado.
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