Antisemitismo en el infierno argentino
El antisemitismo, entre otras patolog¨ªas ideol¨®gicas, inspir¨® a la Junta Militar argentina de 1976
Entre 1955 y 1960, en un turbio barrio de Buenos Aires, unos ni?os de no m¨¢s de 12 a?os acostumbraban a esperar a otros que sal¨ªan de un club deportivo y social llamado Macabi. Los que esperaban eran argentinos gentiles. Y los que sal¨ªan del recinto, argentinos jud¨ªos. El ritual vespertino consist¨ªa en infligir, unos, sistem¨¢ticamente, la misma humillaci¨®n a los otros. Escupitajos, zancadillas e insultos del tipo: moishes? de mierda.
Puedo relatar estos hechos porque fui testigo de ellos. Nunca supe qu¨¦ me impidi¨® participar en esta despreciable componenda con la sinraz¨®n. Al acceder a la escuela secundaria, muy cerca del barrio del Once (donde la poblaci¨®n de origen jud¨ªo era en aquellos a?os mayor¨ªa) me vi rodeado de moishes. Si hay algo contra lo que uno no puede inmunizarse eso es la inteligencia, la sensibilidad y el humor. A los 14 a?os comenc¨¦ a interesarme por la historia del pueblo jud¨ªo. As¨ª me inici¨¦ en el conocimiento de los pogromos a lo largo de la historia europea, hasta llegar a los campos de exterminio nazis en Alemania y la Polonia ocupada.
?Por qu¨¦ cuento todo esto? Porque el cruce fortuito de algunas lecturas me llevaron hasta un tenebroso asunto no demasiado explicado respecto a la dictadura argentina que encabez¨® Jorge Rafael Videla: su furibundo antisemitismo.
En La escritura o la vida, de Jorge Sempr¨²n, se relata la importancia que tuvo en su formaci¨®n humana e intelectual, un joven teniente del Ej¨¦rcito norteamericano llamado Walter Rosenfeld. De s¨®lida cultura filos¨®fica, este oficial form¨® parte de los primeros efectivos militares que tomaron el campo de concentraci¨®n de Buchenwald. (El campo donde nuestro exministro de Cultura pas¨® por la dolorosa praxis de la supervivencia). El retrato que hace de Rosenfeld es tan v¨ªvido, tan impregnado de admiraci¨®n y respeto, que me qued¨® grabado hasta el grado de visualizarlo junto al jovenc¨ªsimo Sempr¨²n recorriendo juntos las calles de Weimar y penetrar en la casa natal de Goethe. O recrearlos hablando de filosof¨ªa, intercambiando reflexiones sobre san Agust¨ªn, sobre Levinas y sobre la relaci¨®n de Heidegger con el nazismo. Esos nombres los enriquec¨ªa el teniente con los libros que hab¨ªa le¨ªdo de Adorno, Horkheimer, Marcuse y Hannah Arendt. Tambi¨¦n citaba a Brecht y Hermann Broch. Jorge Sempr¨²n nos dice en su libro que nunca supo nada m¨¢s del teniente Walter Rosenfeld.
En la dictadura, ser jud¨ªo pesaba mucho m¨¢s que ser subversivo
?Qu¨¦ fue de ¨¦l? ?Vive todav¨ªa? El teniente, que por entonces ten¨ªa 26 a?os, hab¨ªa nacido en Berl¨ªn. Pertenec¨ªa a una familia jud¨ªa que debi¨® emigrar a Estados Unidos cu¨¢ndo ten¨ªa 14 a?os. Nos relata el autor de El largo viaje que el teniente eligi¨® la nacionalidad estadounidense en detrimento de la alemana para poder combatir el nazismo.
El nombre de Walter Rosenfeld me qued¨® grabado como si se tratara de un inolvidable h¨¦roe de ficci¨®n. Siempre que recuerdo La escritura o la vida, surge ese teniente del cual no logro imaginar su rostro, la figura de ese soldado e intelectual incrustado en la probablemente ¨²ltima guerra de aliento hom¨¦rico que fue la II Guerra Mundial. As¨ª estaban las cosas cuando un d¨ªa se me ocurri¨® buscarlo por Internet. Cliqu¨¦ su nombre y me sali¨® Walter Rosenfeld. Me alegr¨¦: hab¨ªa dado con el teniente de Sempr¨²n. Pero la alegr¨ªa dur¨® poco porque el Rosenfeld que emerg¨ªa de la Red era un muchacho argentino de 21 a?os que hab¨ªa desaparecido entre el 16 y el 20 de octubre de 1977 en la otrora glamurosa ciudad atl¨¢ntica de Mar del Plata. Se llamaba Walter Claudio Rosenfeld. Insist¨ª un rato m¨¢s, pero no hab¨ªa ninguna pista que me condujera hasta el oficial americano.
No obstante prosegu¨ª con el chico argentino. Me llam¨® poderosamente la atenci¨®n algunas semejanzas en ambas biograf¨ªas. El joven asesinado era hijo de un exiliado alem¨¢n llamado David Rosenfeld. Debido a las leyes antijud¨ªas, David, que hab¨ªa nacido en Colonia en 1924, emigr¨® a Argentina en 1939. El mismo periplo dantesco en ambos progenitores. Qued¨¦ atrapado en el infernal destino de este inesperado Rosenfeld. Capturado junto a su mujer, trasladado a un centro de detenci¨®n y luego torturado hasta su muerte en la ciudad de La Plata. En el Ministerio del Exterior de Israel, figura un archivo donde se relata los pormenores de este caso. Y en ¨¦l se hace hincapi¨¦ en la especial brutalidad ejercida sobre Walter por su condici¨®n de jud¨ªo. Ser jud¨ªo pesaba mucho m¨¢s que ser subversivo.
Y, por ¨²ltimo, la lectura de un libro iluminador en esta desoladora materia. Me refiero a la novela de escritor argentino Leopoldo Brizuela, Una misma noche. Por sobre otras consideraciones de naturaleza espec¨ªficamente narrativas, esta novela ofrece un cuadro n¨ªtido del marcado antisemitismo que inspir¨®, entre otras patolog¨ªas ideol¨®gicas, el car¨¢cter exterminador de la Junta Militar argentina de 1976.
Por lo dem¨¢s, nunca dej¨¦ de preguntarme si alguno de aquellos ni?os antisemitas de mi barrio, no habr¨ªan terminado torturando en los infernales s¨®tanos de la Escuela Mec¨¢nica de la Armada.
J. Ernesto Ayala-Dip es cr¨ªtico literario.
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