Espa?a debe salvarse a s¨ª misma
Tras dos d¨¦cadas de fondos europeos, Espa?a no ha construido un modelo productivo. El problema es la falta de dinamismo de nuestra econom¨ªa y no la ausencia de est¨ªmulo, que apenas generar¨ªa crecimiento
Europa no salvar¨¢ a Espa?a. Ni puede ni debe. Pero s¨ª que ayudar¨¢, si asumimos nuestra responsabilidad de modernizar el pa¨ªs. De hacerlo depende no s¨®lo el futuro de Espa?a sino incluso la supervivencia del proyecto europeo. La falta de perspectivas de crecimiento de las econom¨ªas del sur, y especialmente Espa?a, est¨¢ haciendo dudar a la Europa del norte de la viabilidad del euro. Si mostramos que Espa?a puede crecer, con verdaderas reformas y no solo brutales recortes, daremos a nuestros socios europeos la confianza que necesitan para apostar por una mayor integraci¨®n fiscal y econ¨®mica, y ayudaremos a Europa a salvarse a s¨ª misma. Hoy Europa es el problema y Espa?a (puede ser) la soluci¨®n.
Pero, lejos de responder al reto, el pa¨ªs parece empe?ado en buscar culpables externos. Nada bueno vendr¨¢ de esta actitud. Espa?a no funciona bien, la responsabilidad es nuestra y en el fondo lo sabemos. Urge asumir la gravedad de la situaci¨®n y la necesidad de afrontarla colectivamente. Un primer paso es desmontar varios mitos exculpatorios que dominan hoy la conversaci¨®n p¨²blica espa?ola:
La ¨¦lite empresarial y financiera es tanto o m¨¢s responsable de la situaci¨®n que los pol¨ªticos
- ¡ì La culpa es de Merkel y de Alemania. Falso. La postura de Alemania es racional y razonable. Se le est¨¢ pidiendo a un pa¨ªs que tiene grabado a fuego por su historia el peligro de la laxitud fiscal que ponga el dinero para financiar un proyecto que piensan, con raz¨®n, puede ser un cubo sin fundo y acabar quebr¨¢ndoles a ellos tambi¨¦n. Pedimos disparar con p¨®lvora alemana. Y Merkel, presionada por su preocupada opini¨®n p¨²blica, l¨®gicamente se niega. Antes quiere garant¨ªas de que las econom¨ªas del sur pueden repagar sus deudas y la UE es econ¨®micamente viable.
- ¡ì El problema es el BCE. No. La negativa del BCE a comprar deuda espa?ola y la incapacidad de Espa?a para acceder a los mercados es un problema acuciante, pero no el de fondo, que es nuestra falta de potencial de crecimiento. La prima de riesgo es s¨ªntoma, no causa del problema. Si el BCE comprara masivamente nuestra deuda o actuara como prestamista de ¨²ltima instancia, el paciente Espa?a seguir¨ªa enfermo. Y una mayor rebaja de tipos de inter¨¦s apenas tendr¨ªa impacto, pues en una recesi¨®n de endeudamiento la prioridad es reducir deudas, no obtener cr¨¦dito barato para inversi¨®n o consumo. En el Reino Unido el Banco de Inglaterra hace lo que se pide al BCE pero el pa¨ªs sigue en deflaci¨®n.
- ¡ì Los responsables son la UE y su pol¨ªtica de austeridad. Es cierto que la UE sigue inexplicablemente colonizada por una pol¨ªtica econ¨®mica neoliberal que la crisis ha desacreditado y que las desastrosas pol¨ªticas de reducci¨®n del d¨¦ficit, que toda evidencia emp¨ªrica muestra son suicidas en una recesi¨®n de endeudamiento como la que vivimos, nos est¨¢n llevando a una tercera reca¨ªda econ¨®mica. Pero nada de lo que le estamos pidiendo a Europa nos sacar¨ªa de nuestro agujero particular. El problema es la falta de dinamismo de nuestra estructura econ¨®mica y no la falta de est¨ªmulo, que, aunque s¨ª evitar¨ªa que las cosas fueran a peor, apenas generar¨ªa crecimiento, como vimos con el Plan E.
- ¡ì El origen del problema es el mal dise?o institucional de la UE. S¨®lo a medias. Efectivamente, hay desequilibrios entre regiones y no existen mecanismos de ajuste e instituciones que los gestionen. Pero transferencias de la UE no subsanar¨ªan el problema de base: tras dos d¨¦cadas de fondos de cohesi¨®n y estructurales, Espa?a no ha construido un modelo productivo din¨¢mico que produzca crecimiento y empleo de calidad.
- ¡ì Espa?a no va tan mal; en las crisis siempre cunde el desanimo. Espa?a va mal, y negarlo es tan irresponsable como contraproducente. Nos hemos contado una historia de pa¨ªs rico, innovador y din¨¢mico que no es cierta. Nuestra econom¨ªa es poco competitiva, est¨¢ concentrada en sectores de baja productividad y las empresas no invierten lo suficiente en I+D y formaci¨®n. No tenemos recursos naturales ni ventajas competitivas en sectores de alto crecimiento y empleo. Muchos mercados est¨¢n protegidos de verdadera competencia por un ancestral corporativismo. Nos enfrentamos al siglo XXI con estructuras del siglo XX e incluso del XIX.
- ¡ì Es culpa de los pol¨ªticos y su falta de liderazgo. Los principales responsables son sin duda los pol¨ªticos e igual o m¨¢s la ¨¦lite empresarial y financiera, que ha llevado al pa¨ªs al borde de la quiebra. Pero no son sino reflejo de una dejaci¨®n de responsabilidad colectiva. Como dijo Ortega en su Espa?a Invertebrada, cuando las masas dicen que no hay l¨ªderes, es que no hay masas. Demasiados corruptos han sido legitimados con mayor¨ªas absolutas. Demasiados espa?oles exigen servicios sociales pero piden pagar sin IVA.
Todo lo anterior es por supuesto matizable. Alemania podr¨ªa estar jugando un papel m¨¢s ¨²til y el BCE deber¨ªa actuar como prestamista de ¨²ltima instancia. Pero lo cortes no quita lo valiente. La principal causa de nuestro actual predicamento es la falta de ambici¨®n reformista durante los ¨²ltimos quince a?os (aquel ¡®Espa?a va bien¡¯ suena hoy a irresponsable complacencia). Superarlo pasa por tomar conciencia del inmenso reto al que nos enfrentamos y acometer este verdadero proyecto de regeneraci¨®n nacional. Basta ya de echar la culpa a Europa.
Necesitamos una cultura fiscal m¨¢s responsable, que haga viables los servicios demandados
Y es que Espa?a afronta un reto hist¨®rico. El mundo est¨¢ experimentando un cambio s¨ªsmico por la eclosi¨®n de las econom¨ªas emergentes. Tres quintos de la poblaci¨®n mundial se est¨¢n incorporando al sistema econ¨®mico global. Con ingentes reservas de mano de obra barata, y cada vez m¨¢s innovaci¨®n (China ya produce m¨¢s patentes que EE UU y m¨¢s ingenieros que el todo occidente junto), van a generar una dislocaci¨®n econ¨®mica como el mundo no ha visto en siglos.
Espa?a no tiene mimbres para competir en este entorno tan competitivo. O se reforma o languidecer¨¢. El pa¨ªs necesita un verdadero shock de modernidad; no s¨®lo recortes sociales o cambios en los m¨¢rgenes, sino aut¨¦nticas reformas que dinamicen el pa¨ªs y desmantelen intereses creados. Hay que desmontar el mito de que las reformas son necesariamente sin¨®nimo de sacrificio. Las verdaderas reformas estructurales rompen privilegios y benefician a la mayor¨ªa. La fiscalidad progresiva y la creaci¨®n del estado del bienestar son buenos ejemplos. El equivalente en la Espa?a de hoy deben ser reformas que democraticen la innovaci¨®n; que den acceso a los instrumentos que permiten innovar a una base mucho mayor de ciudadanos y empresas, y liberen as¨ª todo el potencial creativo del pa¨ªs.
Debemos para ello liberalizar la econom¨ªa, rompiendo el corporativismo que la tiene atenazada, y que resulta en un mercantilismo plutocr¨¢tico dominado por las grandes empresas, en connivencia con los poderes p¨²blicos y en detrimento de la mayor¨ªa de empresas y emprendedores. Debemos reformar la Administraci¨®n, para acabar con el corporativismo conservador del alto funcionariato y su pr¨¢ctica monopolizaci¨®n de la vida pol¨ªtica. Y debemos construir una sociedad civil pujante y m¨¢s c¨ªvica, que vigile a sus l¨ªderes y alumbre una cultura fiscal m¨¢s responsable que haga viables los servicios sociales que demandamos.
Pero nada de esto ser¨¢ posible si se arrastra a Espa?a a un ajuste demasiado r¨¢pido socialmente inviable con imposibles exigencias de austeridad. La ¨²nica soluci¨®n pasa por pedir a la UE un gran pacto por el que demos garant¨ªas de reforma y crecimiento cediendo a¨²n m¨¢s soberan¨ªa en pol¨ªtica econ¨®mica, a cambio de financiaci¨®n del BCE y mayor flexibilidad en el ajuste fiscal, pues las reformas no generan crecimiento a corto plazo. Necesitamos espacio para el est¨ªmulo y para implementar pol¨ªticas de crecimiento, empezando por una nueva pol¨ªtica industrial.
Ante todo y sobre todo, debemos sustituir la cada vez m¨¢s preocupante culpabilizaci¨®n de Europa por empat¨ªa y di¨¢logo; entender las razones de nuestros socios, que las tienen, y explicar las nuestras, que tambi¨¦n las tenemos; y superar la din¨¢mica acusatoria y nacionalista que tan desastrosa ha sido para Europa en el pasado y que tan peligrosamente parecemos estar repitiendo.
?Angel Pascual-Ramsay es director of Global Risks en el ESADE Center for Global Economy and Geopolitics.
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