Tradiciones que matan¡ a las mujeres
En Afganist¨¢n hay muchas violencias contra la mujer. Najiba, de 22 a?os, muri¨® del tercero de los nueve disparos que hizo su ejecutor. Estaba acusada de adulterio. Su asesinato fue grabado y difundido en un v¨ªdeo. Como escrib¨ªa ?ngeles Espinosa en EL PA?S, diez a?os de ¡®liberaci¨®n¡¯ no han frenado la violencia machista en aquel pa¨ªs. ¡°La sociedad entiende y acepta que se penalice el sexo fuera del matrimonio (zina) o la rebeld¨ªa de las chicas que escapan de los matrimonios forzados y la violencia¡±, dec¨ªa el art¨ªculo en el que se informaba de la ejecuci¨®n de Najiba.
El v¨ªdeo coincide en el tiempo con la visita a Espa?a de la activista Afifa Azim, ex directora de Afghan Women¡¯s Network, que imparti¨® una conferencia sobre la mujer en Afganist¨¢n el pasado 10 de julio en la Universidad Men¨¦ndez Pelayo. En su intervenci¨®n dijo que la violencia dom¨¦stica se da por ¡°tradici¨®n¡±. ¡°Es algo que forma parte de la manera de ser del pa¨ªs. No es resultado de la guerra, sino de la cultura¡±, sentenci¨®. Hay tradiciones que matan, y mucho. Pero con los disparos, las lapidaciones o las palizas no solo mueren las mujeres, mueren los derechos humanos universales.
En un repaso por la historia de la situaci¨®n de la mujer en Afganist¨¢n, las fotograf¨ªas de f¨¦minas de los a?os 60 que muestra Azim en su ponencia podr¨ªan confundirse con una imagen de Espa?a en aquellos tiempos. Pero despu¨¦s, en aquel pa¨ªs vino la ocupaci¨®n sovi¨¦tica, la guerra, y de nuevo la ocupaci¨®n internacional. En cada cap¨ªtulo de ese proceso, la mujer ha perdido.
¡°En 1921 las mujeres afganas pod¨ªan viajar al extranjero para estudiar, la forma de vestir era distinta, pod¨ªan trabajar fuera de la casa...¡±, recuerda Azim, como quien aspira a volver a principios del siglo XX. ¡°Antes de la llegada de los rusos viv¨ªan bien¡±, sentencia. Durante el tiempo que los sovi¨¦ticos estuvieron Afganist¨¢n se empez¨® a hablar de igualdad, pero Azim cree que la sociedad "no estaba preparada", aunque "hubo cambios". Despu¨¦s, a partir de 1992 (comienzo de la guerra civil), seg¨²n el relato de la activista, hubo un retroceso: las chicas no quer¨ªan ir a la escuela por si las violaban por el camino, los talibanes mataban a mujeres en estadios de f¨²tbol y las golpeaban si sal¨ªan solas de casa sin un hombre al lado. ¡°Fue una ¨¦poca muy mala¡±, dice Azim mientras lo explica, casi con serenidad, mientras se suceden en su presentaci¨®n Power Point las fotograf¨ªas de mujeres amoratadas a golpes, sin nariz, sin rostro.
"En 20 a?os de guerra hemos perdido muchas cosas", a?ade.La semblanza de la ponente mientras explica las im¨¢genes evoca la serenidad que demuestra la joven Najiba antes de morir, sin gritos de clemencia, esperando su fatal destino ya asumido.
En 2001 las fuerzas de la OTAN, lideradas por EE UU y Gran Breta?a, invadieron Afganist¨¢n¡ y m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s las ejecuciones contin¨²an. Azim conf¨ªa en que ¡°ahora hay oportunidades para la mujer¡±. Pero tienen mucho trabajo: frenar los asesinatos, las palizas por salir de casa sin compa?¨ªa masculina, acabar con los matrimonios infantiles en contra de la voluntad de los menores -y en los que la mujer debe obedecer sin rechistar los deseos del var¨®n-, tiene que cambiar la actitud de repudio familiar cuando una mujer se divorcia, deben poder volver a confiar en la seguridad de las calles para que las ni?as vayan a la escuela, se formen, trabajen¡ (sin ser maltratadas en el intento).
¡°Fuera se piensa que esto ocurre por el islam, pero no es as¨ª, es por la cultura¡±, afirma contundente la activista. Y cambiar las tradiciones lleva muchas generaciones. Pero no hay que dejar solo que el tiempo pase para que las cosas vayan a mejor (podr¨ªa ocurrir lo contrario). La acci¨®n es importante. ?Qu¨¦ hacen las activistas afganas para luchar por los derechos de la mujer? ¡°Llevamos este problema ante los ojos del mundo¡±, responde la conferenciante. ¡°Pedimos a la comunidad internacional que cuando otorgue fondos a Afganist¨¢n lo haga con condiciones¡±, a?ade. El fotoperiodista Gervasio S¨¢nchez, con larga trayectoria en la cobertura de conflictos armados, cree que la respuesta de la comunidad internacional es ¡°nula¡± y ¡°mira sistem¨¢ticamente para otro lado¡±. As¨ª lo dijo en una rueda de prensa sobre el curso Afganist¨¢n, una d¨¦cada perdida, en el que participa Azim.
La ayuda, sin embargo, no siempre tiene que venir de fuera, debe nacer tambi¨¦n desde el interior del pa¨ªs. Nadie puede cambiar la cultura de los ciudadanos afganos de la que habla Azim, sino ellos mismos. Con leyes que se respeten, aunque contradigan la tradici¨®n. ¡°Es fundamental que se haga cumplir la ley que castiga la violencia contra la mujer. La gente sigue la ley. Esa es la manera de luchar contra la tradici¨®n¡±, dice Azim. S¨¢nchez coincide. Y denuncia quelos jueces afganos sentencian a favor del ¡°mejor postor¡± y que el sistema se ha convertido ¡°en una justicia de pago¡±. En su comparecencia, el periodista relat¨® c¨®mo una mujer que intente divorciarse o denuncie a su marido por malos tratos ¡°puede acabar en la c¨¢rcel acusada por testigos falsos¡±.
Entonces, ?qu¨¦ hacer si la manzana est¨¢ podrida por dentro? ?Qu¨¦ hacer si se no se condena a quienes infringen la ley, si nadie lleva a los hombres frente a la justicia? ¡°?Qu¨¦ pueden hacer las mujeres si nadie las protege?¡±, se pregunta la activista.
Fotograf¨ªa: Afifa Azim, en Santander. / UIMP
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.