Presi¨®n insostenible
La inhibici¨®n del BCE carece de razones s¨®lidas y solo se explica como una estrategia de castigo
Espa?a e Italia est¨¢n tomando decisiones dr¨¢sticas en una situaci¨®n l¨ªmite, con las variables financieras en zona de intervenci¨®n (la prima de riesgo espa?ola super¨® ayer los 640 puntos y el bono a 10 a?os el 7,5%), en medio de una desconfianza profunda de los mercados hacia la gesti¨®n de la crisis y con una pol¨ªtica de las autoridades financieras europeas, en particular del BCE, hacia Espa?a que bien puede calificarse como de castigo premeditado. Italia y Espa?a decidieron cortar ayer la especulaci¨®n que opera contra sus activos burs¨¢tiles prohibiendo las operaciones a corto (jugar, con acciones prestadas, al descenso del precio de una acci¨®n para recomprarla m¨¢s barata y percibir la plusval¨ªa) que estaban hundiendo las Bolsas y causando una situaci¨®n pr¨®xima al p¨¢nico. En ambos casos (Italia las ha prohibido durante una semana y Espa?a hasta el 23 de octubre) la decisi¨®n es correcta y deber¨ªa calmar la presi¨®n salvaje sobre los activos bancarios de ambos pa¨ªses.
La decisi¨®n de Madrid y Roma solo es un remiendo de urgencia. La presi¨®n sobre la deuda espa?ola alcanza niveles insostenibles que podr¨ªan llevar a los activos del Tesoro fuera del mercado a corto plazo. Los inversores han perdido la confianza en la gesti¨®n econ¨®mica; el anuncio de nuevos ajustes presupuestarios y subidas de impuestos, incluso aunque tengan sentido estrat¨¦gico como el ¨²ltimo ¡ªexpuesto con notable impericia por el Gobierno¡ª, no surte el efecto esperado en los mercados. No es que los inversores se comporten de manera irracional, como sostiene el ministro de Econom¨ªa, Luis de Guindos; sencillamente no conf¨ªan y apuestan contra el euro. En esta situaci¨®n angustiosa, cuando la pol¨ªtica econ¨®mica inspirada desde Bruselas y el FMI est¨¢ fracasando, resulta sorprendente y nociva la resistencia del BCE a intervenir en el mercado secundario.
La argumentaci¨®n formal del presidente del BCE es que el banco no est¨¢ para resolver los problemas financieros de los pa¨ªses de la zona. El objetivo del banco, repite Draghi, es el control de la inflaci¨®n. Pero si esa fuera la funci¨®n principal del BCE, no se entiende su papel director en los rescates bancarios nacionales y tampoco ser¨ªan de recibo sus sermones sobre la austeridad de los dem¨¢s. Los razonamientos son tan d¨¦biles que solo pueden interpretarse como malos pretextos. O bien el BCE no interviene porque la presi¨®n de los pa¨ªses contrarios a la intervenci¨®n es m¨¢s poderosa que la defensa de la moneda com¨²n, o bien porque la inhibici¨®n forma parte de una estrategia de castigo a los pa¨ªses con elevadas tasas de endeudamiento y d¨¦ficit mientras no se aprecien signos de mejora en sus variables financieras. Si el banco considera que la decisi¨®n de intervenir corresponde a las instituciones europeas, ya deber¨ªan estar convocadas para instar la intervenci¨®n.
La respuesta m¨¢s probable est¨¢ entre las opciones primera y segunda. Si ese es el caso, el juego es extremadamente peligroso. Porque existe el riesgo, como deber¨ªa saber Draghi, de una parada s¨²bita de la financiaci¨®n de un pa¨ªs, un momento en el que la demanda de activos de ese pa¨ªs es cero o pr¨®ximo a cero. En ese momento, la deuda queda fuera del mercado y el pa¨ªs debe ser intervenido o cae en impago.
La econom¨ªa espa?ola no puede responder, por s¨ª sola, a la primera condici¨®n para recuperar el crecimiento, que es estabilizar el diferencial de la deuda. La recesi¨®n se est¨¢ agravando, como record¨® ayer el Banco de Espa?a con su pron¨®stico de que el PIB se contrajo durante el segundo trimestre en el 0,4%, el -1% en t¨¦rminos interanuales. Todo ello aumentar¨¢ la desconfianza en la deuda, la presi¨®n de los mercados y la urgencia de una intervenci¨®n, sea la del BCE, que es la inmediatamente posible, o la de los fondos de rescate europeo.
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