M¨¢s intolerancia
La Iglesia de Francia reza para que Hollande no legalice los matrimonios homosexuales
El proyecto de Fran?ois Hollande de legalizar los matrimonios homosexuales y el derecho a adoptar de las parejas del mismo sexo no ha gustado a la Iglesia de Francia, que ha decidido complicarle el proceso. El cardenal Andr¨¦ Vingt-Trois, presidente de la Conferencia Episcopal del pa¨ªs vecino, ha propuesto que el pr¨®ximo d¨ªa 15, durante la celebraci¨®n de la Asunci¨®n de la Virgen, se defienda en todas las parroquias el modelo de familia tradicional.
La idea es que se rece por aquellos que gobiernan, y que esas plegarias ayuden a sensibilizar a los fieles para que sigan las indicaciones de su conciencia, superen cualquier tentaci¨®n de favorecer a algunos particulares frente al inter¨¦s com¨²n y defiendan que ¡°los j¨®venes y los ni?os dejen de ser objeto de los deseos y conflictos de los adultos y puedan beneficiarse del amor de un padre y de una madre¡±.
Llama la atenci¨®n que los pastores cat¨®licos entren en la batalla pol¨ªtica en un pa¨ªs donde la separaci¨®n entre Iglesia y Estado ha sido desde hace ya mucho tiempo ejemplar. El caso es que la Iglesia de Francia, referente universal por su laicismo, adopta los modales atrasados que caracterizan a la espa?ola y se pone a pegar mordiscos en asuntos que afectan a la ciudadan¨ªa y no solo a sus seguidores.
La vieja Francia que tanto hizo durante la Ilustraci¨®n por convertir la raz¨®n en el instrumento de gobierno de los asuntos humanos frente a los excesos de un poder eclesial que se sosten¨ªa en unos cuantos dogmas de fe, la tierra de los enciclopedistas y de aquel Voltaire que llamaba a combatir ¡°la intolerancia de la Iglesia cat¨®lica y sus cr¨ªmenes cometidos en nombre de Cristo¡± parece ahora amenazada tambi¨¦n por esa corriente que procura satisfacer las ambiciones de los m¨¢s extremistas.
No hay otra manera para que la Iglesia recupere algo de protagonismo, debe de haber pensado el cardenal Vingt-Trol, que tender puentes con sus sectores m¨¢s radicales, con aquellos que se han quedado prendados con el discurso altisonante de una extrema derecha que, explotando las sacudidas del miedo, reclama con fanatismo el regreso a los valores seguros de la tradici¨®n. La Iglesia de Francia se ha apuntado al dislate: malos tiempos para la tolerancia.
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