El liberalismo de Esperanza Aguirre
Imagino el torrente de misivas que suscitar¨¢ el ¨²ltimo art¨ªculo de Mario Vargas Llosa sobre Esperanza Aguirre y, como ciudadano, me siento en la obligaci¨®n de escribir para pedir indulgencia e incluso comprensi¨®n a cuantos, estoy seguro, se exceder¨¢n en sus cr¨ªticas hacia el premio Nobel.
Jorge Luis Borges, P¨ªo Baroja, Jorge Sempr¨²n, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Jos¨¦ Saramago, Camilo Jos¨¦ Cela y tantos otros grandes de la literatura escribieron loas a personajes y reg¨ªmenes pol¨ªticos de distintos signos y, a veces, de dudosa moralidad; en ocasiones esos paneg¨ªricos fueron tan fervorosos como el que el l¨²cido autor de La Fiesta del Chivo dedica a la popular Esperanza Aguirre. Afortunadamente, es necesario recordarlo, algunos vivieron lo suficiente para corregirse.
Hoy resulta ciertamente dif¨ªcil asumir como liberal ¡ªen su sentido cl¨¢sico¡ª alguno de los expedientes reformistas acometidos por esta controvertida pol¨ªtica madrile?a: la gesti¨®n en Telemadrid y sus modales con la prensa cr¨ªtica, el caso del hospital Severo Ochoa, el crecimiento del Opus Dei y de otras organizaciones similares en el terreno educativo, la connivencia con el fervor especulativo, adem¨¢s de otros cuestionables hitos de su gesti¨®n pol¨ªtica, parecen compadecerse mal con la tradici¨®n liberal europea, a no ser que esta se identifique con el liberalismo doctrinario en su versi¨®n m¨¢s propiamente hispana.
Respecto a la Cuba castrista, siempre me sorprende c¨®mo quienes ¡ªdesde la pol¨ªtica y tambi¨¦n desde la escena literaria¡ª manifiestan su repugnancia y justa censura hacia ese r¨¦gimen se muestran sumamente condescendientes con otro r¨¦gimen totalitario que se dice comunista: la Rep¨²blica Popular China, ant¨ªtesis de cualquier concepci¨®n liberal, adem¨¢s de sangrienta y mort¨ªfera expresi¨®n de algunos de los males de nuestro tiempo. Visitan ese pa¨ªs, se muestran all¨ª prudentes e incluso ¡ªcomo Aguirre, en su primer viaje oficial al extranjero en enero de 2005¡ª saludan cort¨¦smente a sus dirigentes comunistas. No lo entiendo, pero, en cualquier caso, reclamo para Vargas Llosa la indulgencia y comprensi¨®n que ¨¦l parece taca?ear a sus antagonistas.¡ª Patricio Fern¨¢ndez.
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