Romney da un paso
En el primero de los tres debates televisados el l¨ªder republicano gana por puntos a Obama
Jugaba supuestamente fuera de casa, pero la opini¨®n es pr¨¢cticamente un¨¢nime: el republicano Mitt Romney derrot¨® con claridad al presidente en ejercicio, el dem¨®crata Barack Obama, en el primero de los tres debates televisados de la carrera a la Casa Blanca, que se decidir¨¢ el pr¨®ximo 6 de noviembre. Romney, a la ofensiva despu¨¦s de sus recientes errores, part¨ªa como el menos favorito de los dos rivales, pero sali¨® de Denver con una imagen mucho m¨¢s propicia.
Habr¨ªa que establecer qu¨¦ significa ganar un debate en unas elecciones norteamericanas: ?hay que hablar mejor?, ?presentar propuestas de gobierno claras y convincentes?, ?o basta con desempe?arse bien en el lenguaje corporal y proyectar una imagen din¨¢mica? Baste recordar que John F. Kennedy, al decir de muchos, gan¨® el primer debate televisado de la historia en EE UU a Richard Nixon porque el republicano mostraba un rostro mal afeitado y una frente sudorosa.
Cabe poca duda, en todo caso, de que Romney prepar¨® mejor el encuentro que su rival; que logr¨® dominar el centro del campo; que se mostr¨® moderado y atractivo all¨ª donde el presidente pareci¨® fatigado y confuso, en ocasiones incluso ausente. Las cifras y los planes de crecimiento econ¨®mico y de creaci¨®n de empleo conforman el terreno en el que Romney tiene alguna posibilidad de victoria.
Si examinamos el debate en cuanto a contenidos, ninguno de los contendientes desarm¨® por completo al otro. Romney subray¨® acertadamente las dificultades en que se debat¨ªa la econom¨ªa. Y Obama simplemente se defendi¨®, pero sin pasi¨®n, sin llegar de verdad al electorado como cuando hace cuatro a?os entonaba el s¨ª, podemos. Quedan, en todo caso, otros dos debates, en los que el cuartel de Obama puede contar con que cuando se hable del papel de EE UU en el mundo su rival haga la figura de p¨¢rvulo ante el profesor y que el presidente recupere la pegada y movilice a su electorado.
Habitualmente, los debates cambian poco el sentido del voto en las elecciones norteamericanas. Lo m¨¢s positivo de tan civilizada liturgia cuatrienal es que se haya celebrado, que lo haya seguido un volumen apreciable de espectadores y que estos crean que conocen algo mejor a los candidatos. En el caso de Romney, su baza es que abri¨® la posibilidad de que los votantes le miren con ojos distintos a los de los ¨²ltimos meses.
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