La piedra
Puede que la roca de S¨ªsifo en su ca¨ªda se lleve consigo por delante la democracia, la cultura, la libertad de expresi¨®n y todos los sue?os de una generaci¨®n que no ha tenido la culpa de que los pol¨ªticos, los banqueros y ejecutivos fueran unos tan golfos y otros tan ineptos
S¨ªsifo hab¨ªa sido condenado por los dioses a cargar con una pesada roca hasta la cima de un monte. Logrado su prop¨®sito la roca se le escapaba de las manos y rodaba hasta el fondo del valle. S¨ªsifo deb¨ªa empezar de nuevo. Una y otra vez. El mito de S¨ªsifo es eterno y puede aplicarse, como castigo, a cualquier orden de la vida. Hace ya muchos a?os mi generaci¨®n comenz¨® a acarrear esa roca de S¨ªsifo a la cumbre de la monta?a. Primero con alpargatas, luego con zapatos de Segarra, despu¨¦s con gas¨®geno, con el bisc¨²ter, con la vespa, con el seiscientos. Los obreros se fueron a Alemania y aqu¨ª la clase media jadeaba con la piedra al hombro, pero comenz¨® a celebrar la vida con un pollo al ast y los domingos al salir de misa unos ped¨ªan una de calamares o de gambas al ajillo en el bar y otros se iban a la sierra a comer una tortilla de patatas con la suegra. Los Beatles se pusieron a cantar, muri¨® aquel s¨¢trapa, lleg¨® la libertad y la democracia con el diario EL PA?S bajo el brazo. Con el golpe del 23-F la roca de S¨ªsifo estuvo a punto de rodar hasta el fondo del valle, pero la ascensi¨®n sigui¨® su curso. Del chato de vino se pas¨® al gin tonic, lleg¨® el gobierno socialista, Europa, la movida, la cultura del pelotazo, el milagro espa?ol, la fiebre del ladrillo, el cr¨¦dito a mansalva, el placer de la especulaci¨®n y la codicia. La derecha se instal¨® en el gobierno y con ella sigui¨® la fiesta procaz de los bonus, el imp¨²dico despilfarro pol¨ªtico, los banqueros y consejeros delegados que cargaban con pala los millones de euros y blindaban sus contratos con cifras fuera de la imaginaci¨®n de los simples empleados. S¨ªsifo lleg¨®, por fin, a la cima del monte y, como es l¨®gico, la roca se le fue de las manos y ahora est¨¢ rodando cuesta abajo. Nadie sabe a qu¨¦ altura de la ladera se detendr¨¢, si en los a?os cincuenta del siglo pasado ante la cola del aceite o en los sesenta ante unas sardinas en papel de estraza, pero eso solo es econom¨ªa. Puede que la roca de S¨ªsifo en su ca¨ªda se lleve consigo por delante la democracia, la cultura, la libertad de expresi¨®n y todos los sue?os de una generaci¨®n que no ha tenido la culpa de que los pol¨ªticos, los banqueros y ejecutivos fueran unos tan golfos y otros tan ineptos.
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