Si nos dividimos, sucumbimos
La situaci¨®n de emergencia exige acuerdos de Estado al menos entre los dos grandes partidos
La crisis est¨¢ siendo demasiado larga y el PIB ha vuelto a recaer desliz¨¢ndose hacia la recesi¨®n. Si esta tendencia contin¨²a desarroll¨¢ndose, viviremos un largo periodo de ajuste. De seguir as¨ª, sin crecimiento, la crisis se enquistar¨¢, el empleo se contraer¨¢, a la vez que aparecer¨¢n dudas alrededor de la capacidad que tengamos para garantizar el cumplimiento de las obligaciones financieras contra¨ªdas como naci¨®n.
En Espa?a, en el corto plazo, no se vislumbra la posibilidad de que el n¨²mero de parados se reduzca. Las dificultades, a la vez, se extienden hacia muchas otras personas, en particular a aquellas que pretenden acceder al conjunto de servicios y prestaciones que proporciona una vida digna.
Si las agrupamos, se ve que son muchos los que est¨¢n pas¨¢ndolo mal, hasta el punto de que no pueden hacer m¨¢s sacrificios, por la sencilla raz¨®n de que ya han experimentado p¨¦rdidas de empleo o muy significativas de los ingresos que percib¨ªan.
El abanico de penurias que se est¨¢ desplegando les lleva a experimentar una profunda inseguridad y por tanto a tener miedo sobre su propio futuro. Algunos est¨¢n recurriendo a la antigua beneficencia y otros sufren la desesperaci¨®n de no poder mantener a la familia. En este contexto, nada de extra?o tiene que en la sociedad espa?ola se haya instalado una fuerte desilusi¨®n y desconfianza sobre las posibilidades que se ofrecen como v¨ªas de salida a la crisis.
Hay que tomar cuanto antes las decisiones precisas para no darnos de bruces con una fuerte frustraci¨®n colectiva
Est¨¢ aflorando una situaci¨®n de grave emergencia social, desde la que se empuja a las instituciones, a los agentes sociales y a las formaciones pol¨ªticas a que adopten, cuanto antes, las decisiones precisas para mitigar este panorama y evitar el que nos demos de bruces con una fuerte frustraci¨®n colectiva.
Si los problemas que estamos atravesando son el resultado de un conjunto de decisiones pol¨ªticas, es a esta esfera a la que corresponde plantear soluciones a los mismos. Para ello se requiere de acuerdos de Estado, al menos entre los dos grandes partidos, que deben partir de una aproximaci¨®n en el diagn¨®stico de cu¨¢l es nuestra situaci¨®n. El fracaso de las pol¨ªticas de austeridad est¨¢ siendo patente desde luego en los pa¨ªses del sur, pero tambi¨¦n en el conjunto de la UE.
Esta constataci¨®n debe suponer un cambio de rumbo para el cual es condici¨®n necesaria que la Uni¨®n Europea flexibilice mucho m¨¢s los plazos de reducci¨®n del d¨¦ficit, impida con actuaciones del BCE el encarecimiento de la deuda de los pa¨ªses que tienen que acudir al pr¨¦stamo para sufragar gastos y se impulsen pol¨ªticas de crecimiento econ¨®mico hoy inexistentes.
Adem¨¢s, la izquierda deber¨ªa plantear un gran acuerdo en Espa?a para defender el Estado de Bienestar, asentado durante los ¨²ltimos treinta a?os, que en esencia debe consistir en c¨®mo reducir el d¨¦ficit sin tocar la sanidad, la educaci¨®n y las pensiones. La izquierda debe hacer una propuesta en esta direcci¨®n. Adem¨¢s hay que apoyar a los que contribuyen a la creaci¨®n de riqueza, a la vez que se buscan nuevos compromisos redistributivos a trav¨¦s de una profunda reforma fiscal.
Hasta aqu¨ª hemos querido orbitar en el mundo de los intereses. Pero para acercarnos lo m¨¢s posible a la realidad espa?ola, tambi¨¦n debemos introducir en el an¨¢lisis el mundo de las pasiones, los desprop¨®sitos y la ruptura del consenso constitucional de 1978.
Esta situaci¨®n, ya de por s¨ª dif¨ªcil para Espa?a y su futuro econ¨®mico, se agrava porque recientemente el presidente de la Generalidad anunci¨® que disolv¨ªa el Parlamento y convocaba elecciones con el prop¨®sito de que Catalu?a haga su camino o, lo que es lo mismo, que disponga de un Estado propio, separ¨¢ndose de Espa?a.
El asunto tal como ha sido planteado es muy serio, porque con tal propuesta se rompe el respeto a la ley, a la Constituci¨®n y a las reglas del juego. Desde nuestro punto de vista, ante este desaf¨ªo solo se puede responder defendiendo la Constituci¨®n y los l¨ªmites que la misma contiene. Adem¨¢s de su vertiente pol¨ªtica, el problema planteado tiene una vertiente econ¨®mica que no es menor y desde luego es un arma de fuego contra el principio de solidaridad.
El planteamiento de Artur Mas es un arma de fuego contra el principio de solidaridad
Se quiera o no, esta es una de esas cuestiones ante las que no cabe disimular mirando para otro lado. ?Qu¨¦ ventajas o qu¨¦ inconvenientes aparecer¨¢n si Catalu?a permanece en Espa?a o si crea un Estado propio?
Los partidarios de la secesi¨®n han movido ficha se?alando la naturalidad de la misma, hasta llegar a decir que una vez que se haya consumado las cosas seguir¨¢n igual, pr¨¢cticamente como ahora.
Un elemental principio de realidad se?ala que nada de eso es as¨ª, por lo que debe decirse desde el primer momento. Los partidos pol¨ªticos partidarios de la secesi¨®n est¨¢n instalados en el g¨¦nero ¨¦pico, difundiendo el discurso de la gloria y del fervor, sin tener en cuenta las posibles consecuencias econ¨®micas que hay detr¨¢s de sus iniciativas. Distinta es la actitud de aquellos que se desenvuelven en el mundo de los negocios. Estos s¨ª se plantean la situaci¨®n diferencial, ya que no tienen la seguridad de que las relaciones fuera del Estado no terminar¨¢n siendo m¨¢s dif¨ªciles que dentro del Estado. No pueden cerrar los ojos a las posibles consecuencias que de la independencia se extraen.
La propuesta del se?or Mas es una aventura, porque adem¨¢s de romper las reglas del juego, la independencia no garantiza mayores grados de libertad para los ciudadanos, ni m¨¢s prosperidad para la sociedad catalana, que puede quedar fuera de la UE.
Por eso ha de conocerse con total y absoluta claridad qu¨¦ pasar¨¢ si aqu¨ª decidi¨¦ramos organizarnos en un espacio pol¨ªtico diferente y m¨¢s peque?o, reclamando soberan¨ªa plena cuando en Europa todas las soberan¨ªas van a ser compartidas.
Como lo que se plantea primero es la independencia y luego ya veremos, es ineludible despejar las inc¨®gnitas que afectan a las empresas, a su financiaci¨®n, a las posibilidades que se abren o se cierran a sus exportaciones, al futuro de las pensiones y tambi¨¦n de muchas de las prestaciones sociales que reciben los trabajadores. En estas cuestiones no son posibles las largas cambiadas. El juego de los espejos que existe en los diferentes planteamientos ha de quedar al descubierto.
Estas cosas ¡ªy otras muchas m¨¢s¡ª son las que han de debatirse: si el futuro de progreso pasa por secesiones o por la opci¨®n contraria, la que defendemos los socialistas, la de permanecer todos juntos, defendiendo los intereses comunes que venimos tejiendo durante algunos siglos, a la vez que construimos con otras naciones europeas un espacio pol¨ªtico integrado a trav¨¦s de una Uni¨®n irrevocable y una econom¨ªa grande, detentadora de un poderoso poder de mercado.
La opci¨®n para nosotros est¨¢ bastante clara: si no queremos llegar a ser irrelevantes en la UE (una peque?a naci¨®n o un petit pa¨ªs) hemos de admitir que solo actuando de forma conjunta es como podremos alcanzar el peso espec¨ªfico suficiente. Desde ¨¦l influiremos en la agenda de la econom¨ªa europea y de la econom¨ªa global. Y solo as¨ª se podr¨ªa afirmar nuestro modelo de sociedad. Por eso, si nos dividimos, sucumbimos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas Haddad es diputado por Vizcaya y Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n es adjunto primero a la Defensora del Pueblo.
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