Democracia defectiva y fatiga constitucional
Es imperioso reformar las normas de la Uni¨®n Europea y la Carta Magna espa?ola
Uno. El d¨¦ficit democr¨¢tico es, con seguridad, el tema de m¨¢s larga data en la construcci¨®n europea. Hablar de ¨¦l cansa incluso a quienes lo denuncian y alertan de su empeoramiento. Pero conviene descomponer factorialmente la ecuaci¨®n antes de evaluar su impacto en la fatiga constitucional desencadenada en Espa?a a resultas de la crisis. En el despliegue de ese d¨¦ficit computan diversos sumandos:
a) La CEE arranc¨® en la historia como un mercado com¨²n con objetivos econ¨®micos. Solo posteriormente perfil¨®, a base de ¡°peque?os pasos¡±, su dimensi¨®n pol¨ªtica y constitucional, abri¨¦ndose a la discusi¨®n sobre su legitimaci¨®n en la voluntad popular.
b) La arquitectura de la UE es hoy ¨²nica en su g¨¦nero. No reproduce el esquema de ¡°separaci¨®n de poderes¡± atribuido a Montesquieu, pero tampoco replica ninguna de las estructuras de los Estados miembros (EE MM). Aunque es obvio que todos son pa¨ªses democr¨¢ticos, la idea de democracia en la UE no es r¨¦plica ni imitaci¨®n de la de ninguna de sus partes, sino el resultado imperfecto de influencias heter¨®clitas y de la integraci¨®n de su complejidad. Ello acent¨²a el car¨¢cter ¡°defectivo¡± de la democracia en la UE: se ejerce m¨¢s por ¡°transferencia¡± ¡ªo acaso por ¡°inferencia¡±¡ª que de manera directa.
c) Esta originalidad explica la resistencia a las urdimbres de la representaci¨®n en Europa respecto de las practicadas por los ciudadanos europeos en sus pa¨ªses de origen. Sea por la influencia de nuestros prejuicios nacionales, sea por comparaci¨®n con lo que presumimos que es nuestro respectivo ¡°ideal de democracia¡±, la UE no ha sabido evitar parecer un adefesio o un monstruo de Frankenstein cosido a retales, y superviviente de sucesivas intervenciones quir¨²rgicas y electrochoques, cuando no partos de los montes que acaban alumbrando un rat¨®n.
Los ciudadanos reaccionan contra el despotismo tecn¨®crata europeo
d) Los llamados criterios de Copenhague (respeto al Estado de derecho, democracia representativa y derechos fundamentales) se exigen a todo candidato a la adhesi¨®n a la UE. Pero, una vez dentro, no existe control de calidad: en los EEMM se producen deterioros y olas de populismo crecientemente agresivas, autoritarias y eur¨®fobas.
Pero veamos por qu¨¦ ese d¨¦ficit incide ahora como nunca antes en la actual fatiga constitucional espa?ola.
Dos. El Tratado de Lisboa (TL) entr¨® en vigor en diciembre de 2009 despu¨¦s de un interminable debate constituyente. Su resultado cristaliza un compromiso intenso con los derechos de la Carta, el Bill of Rights europeo. Y hace, por fin, del Parlamento Europeo (PE) un ¨®rgano legislativo, ¨²nica instituci¨®n directamente elegida por el sufragio de 500 millones de europeos. El PE pasa as¨ª a ser el m¨¢s poderoso en su historia y el m¨¢s poderoso de Europa. Sucede que, sarc¨¢sticamente, su entrada en vigor coincide con la peor de sus crisis. Su impacto se sintetiza en un imparable ascenso del intergubernamentalismo, impuesto desde un Consejo en el que ¡ªcomo en la granja de Orwell¡ª algunos Gobiernos se creen ¡°m¨¢s iguales que otros¡±: arrolla a la Comisi¨®n Europea (que no ha mostrado liderazgo), y desoye a un PE que lleva a?os reclamando un cambio de orientaci¨®n ante el palmario desastre de la ¡°austeridad recesiva¡±.
Tres. Este empecinamiento en la pol¨ªtica de ajustes, impuesta sin miramientos respecto a sus consecuencias, se sit¨²a en el origen de una nueva embestida del debate sobre el d¨¦ficit. Bajo la determinaci¨®n de una abrumadora mayor¨ªa conservadora, y contra toda evidencia de su fracaso al tim¨®n, los Gobiernos europeos han venido divorci¨¢ndose de su ciudadan¨ªa (que tradicionalmente pagaba sus servicios v¨ªa impuestos) para subordinar sus decisiones a los mercados financieros, a los que ahora se deben so pena de cerrar la tienda. Desde entonces, bur¨®cratas bien retribuidos ¡ªlos llamados men in black¡ª dan palmadas en la espalda a muchos millones que sufren la angustia de la negaci¨®n de toda esperanza de futuro: ¡°?Empobrecidos y cabreados, vais por el buen camino!¡±.
Restituir dignidad a nuestra democracia herida pasa por la pol¨ªtica en las instituciones
Cuatro. Por todos los rincones de Europa los ciudadanos reaccionan con creciente virulencia contra tan inaudito ejercicio de despotismo tecn¨®crata. Se hace pasar por dicterios de formulaci¨®n apod¨ªctica (¡°no hay ninguna alternativa¡±, ¡°estamos preparando al pa¨ªs para el empleo del ma?ana¡±) lo que no son sino recetas sesgadas por un fundamentalismo ideol¨®gico carente de sustento emp¨ªrico ?La realidad sugiere exactamente lo contrario: no nos sacan de la crisis; no generan empleo; los recortes incrementan la carga presupuestaria de intereses de la deuda; no hay luz al final del t¨²nel; cada vez es m¨¢s dif¨ªcil cumplir con los objetivos proclamados ciegamente y en condiciones imposibles; tan disparatada terapia deteriora cada d¨ªa la mala salud del paciente; crecen las desigualdades; costes y sacrificios se han repartido de forma insoportablemente injusta! De ah¨ª que, desde el exterior, la situaci¨®n espa?ola haya podido calificarse de preinsurreccional. La rabia de los ciudadanos adquiere tintes in¨¦ditos y registra decibelios audibles desde las portadas de los diarios de medio mundo.
Cinco. Es imperioso acometer el d¨¦ficit democr¨¢tico, con aliento reformista, en la UE y en los EEMM. El escal¨®n de respuestas en el TL exige reformar el papel del BCE y prolongar los plazos de la consolidaci¨®n fiscal. ?Pero hay que hacer mucho m¨¢s! Es hora de sincronizar el Marco Financiero (2014-2020) con las elecciones europeas. Para que los ciudadanos puedan decidir con el voto su pol¨ªtica fiscal, presupuestaria, inversora y redistributiva. Y de construir un espacio p¨²blico europeo apostando por genuinos partidos europeos con unidad estrat¨¦gica en los asuntos que deslindan la respuesta progresista de la conservadora y la respuesta europe¨ªsta frente a la nacionalista. Y de que los ciudadanos puedan preferir con su voto a un candidato/a identificado en toda Europa como su opci¨®n a presidir la Comisi¨®n para el pr¨®ximo mandato (2014-2019) desde una visi¨®n distintiva y una lista de alcance paneuropeo.
Seis. S¨¦ bien que, en Espa?a, todo esto debe debatirse en un contexto de tremenda fatiga de Constituci¨®n ?Por ello mismo es urgente acometer con coraje un debate dirigido a reformar a fondo esta Constituci¨®n que nos dimos hace 35 a?os! Antes de que envejezca sin que le hayamos permitido disfrutar su madurez. Antes de que se contraponga la ¡°indignaci¨®n en la calle¡± con una cacofon¨ªa de zafarranchos populistas. Antes de que la estampida confunda la ¡°marea de los cambios¡± con un vendaval destructivo de demagogia antipol¨ªtica. Y esa reforma a fondo no puede tener como objetivo, sin m¨¢s, que se ¡°vayan todos¡±: como si esos ¡°todos¡± fuesen ¡°lo mismo¡± o, peor, ¡°nuestro ¨²nico problema¡±, o ¡°acabar con la pol¨ªtica¡± fuera una soluci¨®n.
Frente a este insoportable d¨¦ficit de empat¨ªa, no cabe, como alega el PP, atarse al manido alegato de que ¡°nunca es el momento¡± de alterar las escrituras del pacto constituyente logrado cuando millones de espa?oles ni siquiera hab¨ªan nacido. Pero tampoco cabe gritar ¡°s¨¢lvese quien pueda¡± ante el en¨¦simo naufragio de la autoestima de Espa?a, ni bastan el ruido y la furia de la difamaci¨®n o del insulto sin freno en el anonimato de Internet. Restituir dignidad a nuestra democracia herida, en Espa?a y en Europa, pasa por la pol¨ªtica en las instituciones. Y por mejores pol¨ªticos, enamorados de nuevo de un entusiasmo que derrote a las fatigas de la democracia y sus d¨¦ficits.
Juan F. L¨®pez Aguilar es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y presidente de la Delegaci¨®n Socialista Espa?ola en el Parlamento Europeo.
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