Treinta a?os despu¨¦s
El PSOE, como hizo en 1982, tiene que generar confianza y recuperar credibilidad ante la ciudadan¨ªa
Hace unos d¨ªas se han cumplido 30 a?os de la victoria del Partido Socialista en las elecciones generales que abri¨® las puertas al primer gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. Desde entonces hasta hoy, 21 de estos a?os, fueron de Gobiernos socialistas, 13 presididos por Felipe Gonz¨¢lez y ocho por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
El PSOE, en aquel momento hist¨®rico, supo dar cumplida respuesta a la gran aspiraci¨®n de cambio que recorr¨ªa a la sociedad espa?ola. Con el respaldo de ese gran apoyo popular e institucional, se dieron pasos muy importantes en los cuatro grandes desaf¨ªos de aquella Espa?a de los ochenta: la modernizaci¨®n econ¨®mica, social y cultural; un nuevo modelo territorial descentralizado con el desarrollo del Estado aut¨®nomo; el fortalecimiento y consolidaci¨®n de la democracia; la integraci¨®n en Europa y la apertura al mundo.
Es cierto, para ser justos, que no todo empez¨® aquel 28 de octubre de 1982. En los a?os anteriores, con Gobiernos de la UCD, tuvieron lugar hitos importantes: la Constituci¨®n espa?ola de 1978 ¡ªla m¨¢s duradera de nuestra historia¡ª y los Pactos de la Moncloa, frutos ambos de un consenso pol¨ªtico que hoy echamos de menos.
Pero no es menos cierto que fueron los Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez los que llevaron adelante esa tarea de modernizaci¨®n en un sentido amplio. Es decir, se hizo, nada m¨¢s y nada menos, algo que buena parte de los pa¨ªses de la actual Uni¨®n Europea hab¨ªan realizado 30 o 40 a?os antes, si no m¨¢s.
De entonces ac¨¢, con el esfuerzo compartido del conjunto de la sociedad espa?ola, se ha acumulado un enorme patrimonio pol¨ªtico, econ¨®mico y social que se ha conformado como una se?a de identidad de nuestro pa¨ªs. La crisis econ¨®mica, con sus efectos devastadores sobre los ciudadanos, parece haber actuado como una cortina de humo sobre este patrimonio, sobre todo, porque est¨¢ siendo utilizada como coartada para poner en cuesti¨®n las bases de nuestra econom¨ªa, las pol¨ªticas sociales que configuran el Estado de bienestar, los avances en derechos civiles, el Estado aut¨®nomo y hasta las propias instituciones representativas de la democracia.
Hace 30 a?os, los socialistas espa?oles supimos ofrecer un proyecto capaz de dar respuesta a los grandes problemas de este pa¨ªs. Hoy, a pesar de los problemas de confianza y credibilidad que sin duda tenemos, el socialismo espa?ol tiene el reto de defender este patrimonio que nos pertenece a todos.
Es necesario avanzar hacia la federalizaci¨®n del Estado auton¨®mico
Pero no solo defenderlo porque esa ser¨ªa, al fin y al cabo, una actitud anclada en la nostalgia. Por eso, no es el momento del enroque sino de la reforma y, si se quiere, desde la audacia. Hay que dar pasos adelante, asumir riesgos. Porque tenemos que ser consecuentes con esa idea que debi¨¦ramos tener bastante asumida de que nada ser¨¢ como antes. Por ello, el futuro del socialismo espa?ol tiene mucho que ver, a corto y medio plazo, con el modelo de salida de la crisis y c¨®mo y en qu¨¦ direcci¨®n van a evolucionar en el futuro los componentes de ese patrimonio al que me he referido. Para la derecha espa?ola y europea, para algunos organismos internacionales, la crisis econ¨®mica ha sido la gran excusa para hacer ideolog¨ªa, para orientar la sociedad sobre componentes ideol¨®gicos conservadores. En Espa?a lo estamos viendo d¨ªa a d¨ªa.
Lo vemos en el debilitamiento de lo p¨²blico para facilitar los intentos de privatizaci¨®n de la sanidad, la educaci¨®n y los servicios sociales, en un claro intento de romper el Estado de bienestar
Orientaci¨®n conservadora que se observa en la marcha atr¨¢s en los derechos civiles y sociales, que afecta a la igualdad de g¨¦nero, a los derechos de las mujeres a decidir libremente sobre la interrupci¨®n de su embarazo; al matrimonio homosexual; a los derechos de los inmigrantes; a los derechos de los trabajadores y a los sindicatos en su capacidad negociadora. A la propia democracia, con una reforma ¡°autoritaria¡± y m¨¢s represiva del C¨®digo Penal y con los avisos sobre la ¡°modulaci¨®n¡± de algunos derechos fundamentales.
Y, tambi¨¦n, c¨®mo no, en el intento de cuestionar el Estado aut¨®nomo. Nunca, en estos 30 a?os, hab¨ªamos asistido a una campa?a de desprestigio contra las autonom¨ªas tan intensa y tan falaz como la realizada por el PP y los medios de comunicaci¨®n de la derecha, campa?a que ha actuado como pantalla para una pol¨ªtica desleal de recentralizaci¨®n de competencias de las autonom¨ªas y de ventajismo en lo financiero, llevada a cabo, adem¨¢s, sin el menor di¨¢logo con esas comunidades que, no lo olvidemos, tambi¨¦n son Estado.
Ante esta situaci¨®n, los socialistas tenemos una gran responsabilidad: tenemos que articular una propuesta pol¨ªtica que d¨¦ una respuesta eficaz, solvente, y cre¨ªble
Una propuesta que, por un lado, proponga una salida justa a la crisis, que es la principal preocupaci¨®n de la ciudadan¨ªa. Hay que articular pol¨ªticas de crecimiento econ¨®mico y, junto a ellas, pol¨ªticas de redistribuci¨®n de los ingresos, principalmente los que provienen de los excedentes de riqueza. Es necesario combatir tanto la pobreza como la desigualdad y ello exige una reforma fiscal m¨¢s redistributiva que tambi¨¦n nos permita los recursos para fomentar la creaci¨®n de empleo.
Hay que asumir riesgos, hay que ser audaces, porque la situaci¨®n lo requiere
En segundo lugar, es imprescindible la defensa del Estado de bienestar y de la naturaleza p¨²blica de servicios que lo integran. Porque constituyen la garant¨ªa del progreso en la igualdad de oportunidades. Recuerdo las palabras del presidente Lula cuando dijo que los europeos no ten¨ªamos derecho a cargarnos el Estado de bienestar que hab¨ªamos construido porque ahora era patrimonio de todos. Los socialistas siempre se han sentido identificados con esta defensa y ahora no vamos a arriar esa bandera.
Pero, junto a los problemas econ¨®micos y sociales, que son lo primero, hay que dar respuesta a la cuesti¨®n del modelo de Estado. Es necesaria una reforma de la Constituci¨®n, para modernizar el Estado de las autonom¨ªas, buscando el consenso pol¨ªtico necesario. Espa?a es un pa¨ªs democr¨¢ticamente maduro para hacerlo. Frente a los separatistas y los separadores, es necesario avanzar hacia la federalizaci¨®n del Estado aut¨®nomo que es la mejor manera, y probablemente la ¨²nica, de garantizar la unidad de Espa?a y la mejor integraci¨®n de sus territorios.
Por ¨²ltimo, aunque no menos importante, es imprescindible desarrollar con los socialistas europeos una posici¨®n com¨²n ante y para Europa. La ciudadan¨ªa percibe, con bastante raz¨®n, que, frente al pensamiento que se pretende ¡°¨²nico¡± de la austeridad a ultranza y el desmantelamiento de las conquistas sociales, la izquierda europea no tiene, en estos momentos, una respuesta global ante la crisis y de salida de ella, y muchos tienen la sensaci¨®n de que va detr¨¢s de los acontecimientos y arrastrada por los mismos.
No se trata solo de establecer una hoja de ruta compartida que nos lleve a la Europa que queremos. Se trata tambi¨¦n de articular una respuesta global que impida que crisis como esta se repitan y nos afecten de esta manera tan atroz. Esto no ayudar¨¢ a recuperar la confianza de los ciudadanos en Europa y su papel en la globalizaci¨®n.
Treinta a?os despu¨¦s de aquel oto?o del 82, Espa?a vive un momento dif¨ªcil. El PSOE tambi¨¦n, qui¨¦n puede negarlo. El PSOE tiene la imperiosa necesidad de, a trav¨¦s de sus pol¨ªticas, tambi¨¦n de sus gestos y sus comportamientos, generar confianza y recuperar credibilidad ante la ciudadan¨ªa. Ser¨¢ tambi¨¦n un modo de afrontar la crisis de la pol¨ªtica, la desafecci¨®n de una buena parte de los ciudadanos con respecto a las instituciones representativas y a los partidos pol¨ªticos.
Hay que asumir riesgos, hay que ser audaces, porque la situaci¨®n lo requiere. Y hay que hacerlo, al mismo tiempo, desde la serenidad, para salir de la crisis, para resolver los problemas de los ciudadanos, para asegurarles que est¨¢n gobernados por los Gobiernos leg¨ªtimos que responden a su voluntad mayoritaria y no por unos mercados que no atienden a m¨¢s intereses que los suyos particulares. Para ofrecer a los espa?oles, en definitiva, un horizonte de esperanza y de expectativas ciertas.
Manuel Chaves Gonz¨¢lez fue presidente de la Junta de Andaluc¨ªa y es diputado del Congreso por C¨¢diz
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