Feos en la calle
"Solo se manifiestan los feos", dec¨ªa el actor Arturo Fern¨¢ndez, engolfado por las risas del p¨²blico
No hay manera de zafarse de esta realidad. Es la que nos ha tocado en suerte. ?No quer¨ªamos emociones? ?Toma ya, momento hist¨®rico! Cre¨ªamos que la ¨²nica forma de agitar las caducadas ideolog¨ªas era desempolvar los rencores de nuestra guerra. No sab¨ªamos, ay, lo que nos deparaba el futuro. Y esto es ya el futuro. El futuro implacable que llama a diario a los que tenemos alg¨²n tipo de tribuna p¨²blica. Son los lectores los que se est¨¢n encargando de ponernos al cabo de la calle. El buz¨®n de entrada de nuestros correos o de nuestros espacios cibern¨¦ticos hierve de informaci¨®n de primera mano sobre lo que nos est¨¢ pasando. Antes, por ejemplo, de que los medios anunciaran la movilizaci¨®n ciudadana contra el cierre del hospital de la Princesa la noticia llegaba a m¨ª, imagino que a otros muchos, a trav¨¦s de la vida virtual (facebook, correo, web) y tambi¨¦n de la vida en tres dimensiones, porque mis queridos panaderos ten¨ªan sobre el mostrador el folio para que los vecinos firm¨¢ramos. S¨ª, el mismo folio que firm¨® para asombro de todos la alcaldesa de Madrid. Por una vez, he que darle la raz¨®n al presidente de la comunidad madrile?a (se?or Gonz¨¢lez, no se me acostumbre): la alcaldesa parec¨ªa desconocer lo que viene siendo la pol¨ªtica sanitaria de su propio partido. El caso es que tras ver a una anciana en mi panader¨ªa calzarse las gafas y firmar, hice lo propio. Son los ciudadanos los que nos vienen avisando desde hace tiempo de lo que pasa o de lo que est¨¢ a punto de pasar. Detr¨¢s van los partidos de la oposici¨®n, los sindicatos y los cronistas. Se nos deber¨ªa caer la cara de verg¨¹enza, pero al mismo tiempo es una buena noticia: tantos a?os de partidismo no han destrozado la voluntad civil; la gente busca la manera de participar en este presente abrumador, de que no se nos d¨¦ el futuro hecho, como un destino fatal e inmutable. Se ha parado el cierre de ese hospital que tantos y tan buenos servicios ofrece, incluidos los de investigaci¨®n, y podemos afirmar que el m¨¦rito de esa conquista hay que atribu¨ªrselo a pacientes involucrados, vecinos, m¨¦dicos y otros manifestantes solidarios. Este es un ejemplo de c¨®mo tenemos que aplicarnos a las cosas concretas y olvidarnos ya de los discursos abstractos. Peque?as victorias. No hay victoria final. Hay solo peque?as victorias.
Har¨¢ cosa de un mes que a mi buz¨®n electr¨®nico lleg¨® la carta de una abogada y profesora de derecho civil alert¨¢ndome sobre la imposici¨®n de tasas judiciales. Tasas con af¨¢n recaudatorio y disuasivo. La letrada me lo resum¨ªa as¨ª: ¡°No hay Estado de derecho cuando no se tiene amparo judicial y estas medidas afectan al coraz¨®n mismo del Estado de derecho¡±. No puedo decir que no fui avisada. Hasta ese momento hab¨ªa le¨ªdo algo en la p¨¢gina 15 de alg¨²n peri¨®dico, pero se trata de ese tipo de asuntos que los legos hemos de ver en primera plana para reconocer su importancia. Ante las noticias jur¨ªdicas o econ¨®micas casi siempre esperamos de manera prudente a que escriban otros. No por falta de compromiso sino de informaci¨®n. Pero esta profesora de derecho me contaba con precisi¨®n aquello que luego he ido leyendo aqu¨ª y all¨¢. Los lectores nos informan ya de primera mano. Lo hacen porque quieren intervenir en la medida de lo posible en el curso de esta historia com¨²n de la que unos pocos quieren expulsar a la mayor¨ªa, que son los afectados. La teor¨ªa de esa minor¨ªa dirigente es que el bien del pa¨ªs nos obliga a dejarnos arrastrar por esta corriente salvaje, que no es patri¨®tico nadar contra ella. Pero la experiencia nos ense?a que hay que poner freno a cada abuso concreto. Y los cronistas tambi¨¦n estamos aprendiendo algo de esta realidad que se nos presenta como inabarcable: ya no vale teorizar, hay que contar la realidad en peque?as dosis.
En estos d¨ªas en que cualquier gilipollez expresada en p¨²blico se convierte en v¨ªrica gracias a las redes, hemos podido escuchar al actor Arturo Fern¨¢ndez, s¨ª, el de ¡°chatina¡±, aquel que algunos ni?os recordaban con ternura por La casa de los l¨ªos, expresar unas cuantas groser¨ªas entre los contertulios de El gato al agua. Dec¨ªa el actor que la gente que sale a la calle para manifestarse es b¨¢sicamente fea. Dec¨ªa, adem¨¢s, que con tanta gente fea en la calle se disuade a los turistas. Dec¨ªa muchas m¨¢s tonter¨ªas de barra de bar, pero lo que helaba la sangre era la manera en que le re¨ªan la gracia los contertulios de ese mostrador, haciendo que con cada carcajada aumentara la distancia entre una Espa?a y la otra. Qu¨¦ buena oportunidad para no hacer un chiste rancio, cruel, matonesco, y qu¨¦ buena oportunidad para no re¨ªrse. ¡°?Con la de gente guapa que hay en Espa?a y a manifestarse solo salen los feos!¡±, dec¨ªa Fern¨¢ndez, engolfado por las risas de su p¨²blico.
Miedo da que la crisis haga m¨¢s honda la brecha entre las dos Espa?as, la favorecida y la olvidada
Miedo da que esta crisis haga m¨¢s honda la brecha que separa a dos Espa?as, la favorecida y la olvidada. Hay muchos ciudadanos movilizados para evitarlo. Yo siento su latido a trav¨¦s de las palabras que me escriben. Por fortuna, cada vez hay m¨¢s feos en la calle tratando de cambiar el curso de esta historia. Son obreros, pero tambi¨¦n abogados, m¨¦dicos, enfermeras, jubilados, maestros¡ Se ve que los guapos est¨¢n todos en el teatro, viendo, por supuesto, a Arturo Fern¨¢ndez.
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