El anuncio de un nuevo r¨¦gimen
Gallard¨®n pretende acabar con el 'ancien r¨¦gime': terminar con la superestructura pol¨ªtica anterior
Se ha reprochado al Gobierno de Mariano Rajoy que no tenga un proyecto que ofrecer a los ciudadanos, m¨¢s all¨¢ del cumplimiento de las obligaciones que impone la pertenencia a la Uni¨®n Europea. La simplista presentaci¨®n de todas las iniciativas que va adoptando el presidente del Gobierno (¡°se hace lo que se piensa que es bueno¡±) colabora a extender ese tono medio perplejo, medio vacilante, que van asimilando los ciudadanos, y que resulta, quiz¨¢, exasperante, pero que deja poco resquicio para acuciar al presidente. M¨¢s bien le mantiene alejado de cualquier debate sobre hechos reales o alternativas posibles, lo que es, seguramente, su principal objetivo.
Por eso es tan interesante la observaci¨®n hecha esta semana por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallard¨®n. Pretendemos, dijo, acabar con el ancien r¨¦gime. Eso s¨ª que es un proyecto colosal: acabar con la superestructura pol¨ªtica anterior a la llegada al poder del Partido Popular. Algunos analistas pueden pensar que se trata de una ocurrencia. Otros recordar¨¢n el magn¨ªfico dicho popular: ¡°Antes era vanidoso. Ahora me cur¨¦ y soy perfecto¡±.
Pero si uno observa con detenimiento los hechos, lo que viene ocurriendo desde que el PP lleg¨® al Gobierno, quiz¨¢ las palabras del ministro no sean tanto una gracia como un resumen perspicaz de la situaci¨®n. Quiz¨¢ lo que el PP pretenda sea cambiar y, en su caso, arrasar con todo lo que est¨¦ en su mano cambiar o arrasar.
Por supuesto que la situaci¨®n econ¨®mica y la pertenencia a la UE le han quitado algunos instrumentos de acci¨®n, pero tambi¨¦n es posible que esos instrumentos sean los m¨¢s gustosamente cedidos, puesto que caen en poder de unos dirigentes europeos que piensan como ellos y que les ofrecen, encantados, justificaci¨®n para su pol¨ªtica. Es seguro que discrepan en los tiempos, pero, como explica el propio Rajoy, nada de lo que le pide esta Uni¨®n, dominada por liberales y conservadores, est¨¢ en contra de sus principios.
?Qu¨¦ hace el Gobierno con todo lo que sigue en su mano? Acabar con lo que considera el ancien r¨¦gime, el sistema levantado en los 20 a?os de Gobierno socialdem¨®crata que ha tenido Espa?a desde que se aprob¨® la Constituci¨®n. En la justicia, desde luego, pero sobre todo en la sanidad, sometida a un galopante proceso de privatizaci¨®n, en la educaci¨®n, en las relaciones laborales y en la gesti¨®n social. Incluso, en el debilitamiento del Parlamento, una instituci¨®n sistem¨¢ticamente desairada. Es curioso que lo ¨²nico que est¨¦ quedando excluido de ese vendaval sean precisamente las pensiones y que esta ¡°nueva direcci¨®n pol¨ªtica¡± busque tanto el apoyo de las ¡°clases pasivas¡±.
Est¨¢ claro que el ¡°antiguo r¨¦gimen¡± ha originado muchas, muy profundas y muy leg¨ªtimas cr¨ªticas. Pero tambi¨¦n que logr¨® poner en pie un sistema pol¨ªtico y social menos injusto y que promovi¨® el desarrollo de un Estado de bienestar, que facilit¨® una prodigiosa modernizaci¨®n del pa¨ªs.
De lo que se trata ahora, anuncia Gallard¨®n, no es de reformar todo eso, sino de la llegada de un nuevo r¨¦gimen, una nueva direcci¨®n pol¨ªtica que no est¨¢ de acuerdo con las l¨ªneas fundamentales del anterior, que no pretende transformarlo, sino revolucionarlo. Con a?os de retraso, pero, finalmente, la derecha espa?ola, anuncia Gallard¨®n, tiene un proyecto revolucionario, como lo tuvo en su d¨ªa Margaret Thatcher. Basta con aprovechar estos cuatro a?os para remover el terreno, explotando la incuestionable debilidad socialista, y utilizar los cuatro siguientes para arraigar la simiente conservadora para que el PP vuelva a conseguir que ¡°a este pa¨ªs no le reconozca ni su madre¡±, parafraseando a Alfonso Guerra.
Es posible tambi¨¦n que la realidad no consienta la estabilizaci¨®n de ese ¡°nuevo r¨¦gimen¡± porque los ciudadanos terminen organiz¨¢ndose para combatirlo en peque?as parcelas, ya que no parece posible en grandes espacios. El ¨¦xito de la ¡°resistencia¡± en temas como los desahucios, el cierre del madrile?o hospital de la Princesa o la formidable repulsa con la que ha reaccionado el mundo de la justicia quiz¨¢ terminen por hacer ver a los sectores menos ¡°revolucionarios¡± del nuevo r¨¦gimen que en el antiguo exist¨ªa una cierta ¡°dulzura de vivir¡±.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.