Pa¨ªs Adelson
Nos arrebatan el mundo delante de nuestras narices. ?Y qu¨¦ hace la oposici¨®n?
A Sheldon Adelson le est¨¢n construyendo un traje. Un traje a su medida. Fiscal y legal. Es una promesa de la expresidenta de la Comunidad de Madrid y del actual presidente. De tal forma, que el se?or Adelson pueda constituir un pa¨ªs propio dentro del nuestro, un peque?a naci¨®n que quede exenta de las molestas normas que rigen todos los centros de ocio del resto del Estado. Hab¨ªa m¨¢s pa¨ªses en Europa para que el se?or Adelson pusiera el huevo, pero el empresario americano ha pensado, con buen criterio, que era en Espa?a donde con m¨¢s celo le iban a cortar el traje para que le sentara como un guante. S¨ª, este gobierno que ha entrado en bucle con eso de que ¡°hay que cumplir los objetivos de d¨¦ficit¡± y que ya ni se plantea modificar nuestro fracasado sistema productivo se ha propuesto que los a?os venideros pasen a la historia como los del plan ¡°Adelson¡±. Al menos en la Comunidad de Madrid.
El escritor Juan Sard¨¢, en su novela Din¨¢mica de los cuerpos el¨¦ctricos, invent¨® un futuro de pesadilla en el que los pa¨ªses hab¨ªan perdido sus nombres hist¨®ricos para asumir los de las grandes corporaciones, que eran quienes, al fin y al cabo, decid¨ªan el destino de sus habitantes. El futuro se acerca cada vez m¨¢s atropelladamente a las alambicadas construcciones de la ciencia ficci¨®n y ya casi podemos afirmar que dentro de no mucho en las afueras de Madrid parte del territorio perteneciente a Alcorc¨®n habr¨¢ mutado en el pa¨ªs de Adelson: en dicha ciudad sin ley las normas del tabaco regir¨¢n de manera distinta, el sistema de impuestos ser¨¢ benevolente con sus habitantes y el trato con sus visitantes y empleados ser¨¢ arbitrario, de tal forma que favorezca siempre al empresario.
Da miedo. Nos arrebatan el mundo delante de nuestras narices. No hay capacidad de intervenci¨®n, pero ?qu¨¦ hace la oposici¨®n para que este extorsi¨®n se frene?
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